¡Cómprame un Mayagüez!

¡Cómprame un Mayagüez! Hace 47 años, llegué a Mayagüez, cargado de ilusiones y con una pequeña maletita, con las cosas esenciales para un par de días, en lo que podía comprar lo que me hiciera falta, luego de que me matriculara en el Colegio, gracias al “subsidio” económico que siempre me proporcionaron Nando y Lucila, mis queridos y recordados padres.

Nunca imaginé, en ese entonces, que con el tiempo yo sería protagonista de los versos de don Juan Antonio Corretjer: “Sabe el hombre donde nace y no donde va a morir”.

Nací y pasé mis primeros 18 años en Santo Domingo, capital de la República Dominicana y aunque como he dicho tantas veces, “no seré hijo adoptivo de Mayagüez, pero yo adopté a esta ciudad como la mía”. Aquí, nacieron mis hijos y gran parte de mis nietos. Aquí me he desarrollado profesionalmente, socialmente y culturalmente. Aquí y sin restar méritos a los que me inculcaron la educación básica en el Instituto Escuela y el Colegio Santa Teresita y a mis padres, que me enseñaron de pequeño el respeto a Dios y a mis semejantes, descubrí que puedo “embadurnar” lienzos haciendo creer que son pinturas, que puedo emborronar hojas de libretas, haciendo creer que son poemas, que puedo hacer creer a la gente que sé mucho mas de música de lo que en realidad puedo saber, al grado de que algunos me llaman “musicólogo”, que tengo la osadía de servir de maestro de ceremonias cada vez que alguien me lo solicita, que puedo tratar de ser el mejor padre para mis hijos y el abuelo más consentidor para mis nietos. Aquí encontré la mujer con la que comparto mi vida y mis sueños. Aquí he sembrado la semilla de la amistad, cosechando con el tiempo con creces lo plantado. Aquí, he tratado de ser útil a mi prójimo, sin esperar nunca nada a cambio. En fin, aquí en mi Mayagüez, ¡he aprendido a ser feliz!

¡Cómprame un Mayagüez!Pero quien me abrió realmente los ojos a las bondades de este pueblo, fue la más pequeña de mis ocho nietos (hasta noviembre si Dios lo permite, cuando debe arribar su hermanita Paulina), Mía Isabelle, hija de “Gabriel en Melissa”, como hubiera dicho Rivera Morales, quien a sus dos años y casi nueve meses, se ha convertido en todo un personaje.

Mi hijo Gabriel Alejandro y su esposa Melissa, residen desde hace casi un año en Dorado, haciendo visitas a Mayagüez, cada vez que su trabajo se lo permite. Este fin de semana estuvieron aquí en nuestra casa y nos contaba Melissa, que cuando iniciaron el viaje, Mía comenzó su habitual interrogatorio: ¿qué haces?, ¿por qué es eso?, etc. Al preguntar: ¿dónde vamos? Melissa le contestó: “Vamos para Mayagüez a ver a los abuelos”.

Entonces, Mía, con un suspiro poco usual en niños de su edad, le dijo a su madre: ¡Mami, cómprame un Mayagüez!

¡Así de bueno es este pueblo, que hasta los niños desean que sus padres les compren uno!



Fernando A. Gil es un conocido ingeniero, líder cívico, conferenciante y estudioso de la música popular dominicana residente en Mayagüez desde hace más de cuarenta años.