El mangó, fruta emblemática de Mayagüez

MangoesA diferencia de las flores emblemáticas, de las cuales Mayagüez tiene dos y de los árboles emblemáticos, de los cuales Mayagüez tiene cuatro, el mangó es la fruta emblemática por excelencia y la única que es identificada con Mayagüez. Ninguna de las tres cosas; flores, árboles o fruta, han sido oficialmente reconocidas y proclamadas como tal por las autoridades municipales, sin embargo el mangó, que en todo el resto del mundo es pronunciado como una palabra llana, o sea sin tilde sobre su última letra, ha sido consagrado en la poesía puertorriqueña como el sabor de Mayagüez.

El mangó es oriundo de una extensa zona que incluye la parte oriental de la India, Birmania, Tailandia y la Península Malaya. El árbol de mangó, cuyo nombre científico es Mangífera índica, crece en áreas tropicales que se encuentran a una elevación entre el nivel del mar y los 3,000 pies de altura. Lo ideal para su producción es un clima tropical seco, aunque hay variedades que se adaptan a climas algo templados y húmedos. La sequía anual que en Puerto Rico coincide con la cuaresma conviene para cuajar las florecidas del árbol, que suelen comenzar entre enero y febrero, precisamente para la época de las Candelarias, pues la poca humedad ayuda a que la flor no se enferme y se caiga.

MangoesHay en Puerto Rico más de treinta especies del mangó de la India. Las variedades "Mayagüezano", "Mangotino" y el "Largo" son las más típicas de este país. Estas variedades dan su fruta en abundantes y cargados ramilletes.

La variedad llamada "Edward", es un cruce de las variedades "Haden", de la Florida, y la variedad" Carabao". Reúne las cualidades del buen sabor y la jugosidad del "Haden", así como también las de la poca fibra y la buena textura del "Carabao". Su color es amarillo y no rojizo, como ocurre con el "Haden". Es de tamaño grande, resiste las enfermedades, y el árbol se adapta bien en las zonas húmedas.

Entre los meses de junio y julio las ramas de los árboles de mangó que tanto abundan en los campos mayagüezanos se llenan de ubérrimas padículas que se inclinan al suelo agobiadas por el peso de tantos sabrosos frutos, ya sean éstos de un verde cuasi encendido en erubescentes rubores, o de un amarillo brillante, reminiscente de aquellas manzanas de oro del mítico Jardín de las Hespérides que tantos creyeron que ubicaba al occidente, quizás por estas latitudes, y es cosa común ver jóvenes ofreciendo para la venta bolsas repletas de mangós en las rutas de acceso a la ciudad, y miles de mangos que han caído de los árboles y han rodado sobre la hierba hasta detenerse en las orillas, recodos y cunetas de las bien sombreadas carreteras y caminos en las vecindades de Mayagüez.

Entonces la ciudad celebra su Festival del Mangó Mayagüezano, cuyas actividades suelen tener lugar en la rambla del Boulevard Eudaldo Báez.

Muchos poetas han tomado nota del carácter emblemático que tiene para Mayagüez el mangó, entre ellos, Luís Llorens Torres, el bardo juanadino que llegó a ser uno de los poetas más brillantes del hemisferio americano, con su famoso poema Mayagüez Sabe a Mangó:


MAYAGÜEZ SABE A MANGÓ (Luís Llorens Torres)


San Juan sabe a coco de agua,
Humacao a corazón,
Ponce a níspero y quenepa
Mayagüez sabe a mangó.

Mayagüez es la criolla
que de campo se vistió,
criolla que suelta y abre
sandungueando en el verdor
su larga cola de cañas,
desde Yauco hasta Rincón,
y tiene sobre los montes,
a la querencia del sol,
su humedecida melena
de cafetales en flor.
Mayagüez es la criolla
que de campo se vistió.

Cuando en las horas de siesta
la acaramela el calor
y en la hamaca se desnuda,
Mayagüez sabe a mangó.

Mayagüez tiene los ojos
más negros que he visto yo,
los ojos en Puerto Rico
que ven acostarse el sol.

Con la sal de Cabo Rojo
los requetesala Dios,
La piña blanca de Lajas
guiña en ellos su dulzor.

Con café de Maricao
el diablo los desveló,
ojos galgos que le ladran
al lucero del amor.
Cuando nos muerde la carne
Mayagüez sabe a mangó.

En la calle Méndez Vigo
y en la Plaza de Colón
en el muchacho que corre
y en el errante pregón,
en el mendigo que pide
una limosna por Dios,
en la guagua que va lenta
y el auto que va veloz
en la hembra de paso fino
y el mozo pasitrotón,
en la escuela, en el teatro
y en la acera y el balcón
en las mil voces que parlan
como en una sola voz,
en los mil ojos que miran
en la urbana procesión
y en las mil bocas que ríen,
Mayagüez sabe a mangó.

Esta noche a media noche
Mayagüez me convidó.
Mayagüez cuando convida
pega fuego al caracol.
Mayagüez sirve en su mesa
alma, vida y corazón.

¡Por diez! juro que en la espuma
de su blanca ondulación
y en los riscos de sus senos
en salsa multicolor
de la carne de sus labios,
Mayagüez sabe a mangó.
 



Pablo Roig y Torrellas (1865-1935), escritor, periodista, poeta y actor dramático mayagüezano, replicó burlonamente a la famosa poesía de su buen amigo el inmortal Llorens, dedicándole otro poema: Mayagüez Sabe a Mangó Pero No a Mangó Bajito:


MAYAGÜEZ SABE A MANGÓ, PERO NO A MANGÓ BAJITO (Pablo Roig y Torrellas)


"Mayagüez sabe a mangó"
dijo un poeta exquisito.
 
Mayagüez sabe a mangó.
 Mayagüez sabe a mangó
¡pero no a mangó bajito!
aunque es tanto lo que gusta
este pueblo a sus vecinos
que en cuanto están apurados
y se confiesan vencidos
corren para Mayagüez
a coger mangós bajitos.
y los consiguen ¡por diez!
fuera y dentro' el municipio
cogiendo mejores puestos
que los que aquí son nacidos
 en perjuicio de los mismos
y de los más en perjuicio.
 
Si yo fuera a sacar cuenta
de los que ya han invadido
 casi sin pedir permiso,
y luego se ha encontrado
esta bendita ciudad
burlando al aquí nacido,
 no iban a caber los nombres
ni escribiendo veinte libros.
y tuvo razón Llorens
cuando tranquilo nos dijo:
 
"Mayagüez sabe a mangó";
y yo conforme con él,
y él sabrá por qué lo ha dicho,
les digo a pelado grito
que es cierto, sabe a mangó
¡pero no a mangó bajito!