Pedro Gerónimo Goyco *

La historiografía puertorriqueña reconoce, diría yo limitadamente, a un médico mayagüezano, nacido en el barrio Sabanetas, como uno de nuestros grandes patriotas. Se trata del doctor Pedro Gerónimo Goyco. Su segundo apellido a veces aparece como Cebollero, por su madre, una dama añasqueña, doña Dolores Cebollero, y otras veces aparece como Sabanetas por el barrio de Mayagüez donde nació. La familia Goyco fue dueña de las haciendas San José de los Cerrillos y la Colonia Dolores, esta última localizada en terrenos cercanos a los que después serían parte de la Central Igualdad. Su apellido paterno es en realidad Goycowich, por su padre Gerónimo Goycowich, que era de ascendencia rusa, aunque se había establecido en Italia antes de venir a Puerto Rico. Como ocurre en el caso de muchos apellidos extranjeros, este apellido al trasladarse a América fue españolizado. El propio doctor Goyco fue responsable del cambio en su apellido.

Pedro Gerónimo Goyco, un gran médico mayagüezano, vino al mundo para estar ligado a la vida política de aquellos tiempos, pues su nacimiento, el 28 de junio de 1808, coincidió con un acontecimiento que habría de tener honda repercusión en España y en sus colonias americanas. Se trata de la Guerra de Independencia de España, que irrumpió un mes antes, el 2 de mayo de 1808, a causa de la pretensión desmedida de Napoleón Bonaparte, Emperador de Francia, al invadir a España, ultrajando su dignidad, con la intensión ulterior de anexarla como parte de su imperio. Goyco fue bautizado en la Iglesia de la Candelaria de Mayagüez, el 14 de julio de 1808.

Goyco nació en la época en que nacieron la mayor parte de los que formarían el grupo conocido como el procerato puertorriqueño: Hostos, Betances, Ruiz Belvis, Muñoz Rivera, De Diego, Barbosa, Baldorioty de Castro, José Julián Acosta, Celis Aguilera, Francisco Mariano Quiñones, José Pablo Morales, Julián Blanco, Rosendo Matienzo Cintrón, entre otros. Algunos de estos nacieron en el periodo de tiempo conocido como la Paz Despótica, que transcurrió entre el 1837 y el 1869. Este es un período de relativa calma, pero también de facultades omnímodas y de ausencia total de representación política. Goyco es un poco anterior a ellos, siendo también contemporáneo de los ilustres puertorriqueños Ramon Power y Giralt, José María Quiñones y del Obispo Juan Alejo de Arizmendi, los primeros líderes del pueblo puertorriqueño.

Dr. Fernando Bayrón ToroLa larga vida de Goyco, que vivió hasta los ochenta y dos años, estuvo llena de experiencias extraordinarias. Después de cursar estudios primarios en Mayagüez, a los quince años, siendo un adolescente, sus padres lo enviaron, junto a su hermano José Mateo, a estudiar a la capital de la República Dominicana, pero estuvo involucrado en un acto de piratería del legendario Pirata Cofresí en la misma costa oeste de la Isla. Hay un relato del escritor y periodista Eugenio Astol que dice lo siguiente: Cofresí que en aquella época desempeñaba su papel de halcón de nuestros mares, tomó suya la embarcación. El pirata preguntó a los jóvenes sus nombres y los de sus padres. Cuando Goyco le dijo quién era, lo desembarcó en una playa cerca de Mayagüez, para que volviera a su hogar. Y Cofresí hizo esto, según le manifestó por gratitud a su padre Don Gerónimo, quien había favorecido en diversas ocasiones a personas de su familia, ignorando que estaban vinculados con él.

Luego de este incidente, Goyco se marchó a la Republica Dominicana, donde completó un bachillerato en Artes. De allí Goyco se trasladó a París, Francia, doctorándose allí en Medicina y Cirugía, en la prestigiosa Universidad de la Sorbona, en 1834. Fue el primer puertorriqueño en obtener esa distinción. Diecinueve años más tarde, en 1853, otro gran puertorriqueño, ligado a Mayagüez, Ramón Emeterio Betances, lograría esa misma distinción. Más adelante, el doctor Luis Vadi y Benelli, cofundador de la conocida Clínica Perea de Mayagüez, también se graduó de médico en La Sorbona.

De su formación intelectual parisina, el doctor Goyco obtuvo su amor y compromiso por la libertad y el liberalismo político, así como su desprecio y oposición hacia la servidumbre, la esclavitud, los abusos y el despotismo. Tuvo la oportunidad de formarse en Francia al calor de ideas progresistas y democráticas, que apenas existían para su época en la autocrática España y en su colonial Puerto Rico. En el mundo político occidental, para aquel entonces moderno, del cual Francia era parte, ya habían ocurrido la Revolución Inglesa, la Independencia Norteamericana y estaba en boga la idea de los partidos políticos modernos, que surgieron en los Estados Unidos, entre 1828 y 1932. En París, Goyco contrajo nupcias con la dama francesa Cecilia Dupons de Saint Victor.

De paso por España a su regreso a la Isla, al concluir sus estudios en Medicina y Cirugía, el doctor Goyco atendió como médico a la Reina María Cristina de Borbón, enferma a causa de una epidemia de cólera que se desató en la capital española. Su diagnóstico y tratamiento tuvieron acierto, por lo que ganó fama y prestigio. La Corona de España, como muestra de agradecimiento, le otorgó, el 12 de febrero de 1836, la condecoración de la Cruz de Caballero Comendador de Isabel la Católica. Posteriormente, en 1873, el Rey Amadeo de Saboya, le concedió la Gran Cruz de la anterior condecoración, convirtiéndose así, el mayagüezano doctor Pedro Gerónimo Goyco, en uno de los puertorriqueños más condecorados y reconocidos por España, y esto sucedió a pesar de no ser adicto al conservadurismo del régimen español.

En 1840 Goyco regresó a Puerto Rico para ejercer su profesión médica. Pero la atracción que sentía por la política lo hizo establecerse en la Capital, donde ejerció como médico homeópata. Sin embargo, Goyco nunca olvidó a su pueblo natal. En 1841, después del Fuego Grande de Mayagüez, Goyco formó parte de una comisión que visitó al gobernador Santiago Méndez Vigo para recabar su ayuda con el fin de reconstruir la ciudad, severamente afectada por el siniestro. Los demás integrantes de la comisión fueron los hacendados don José Ramón Fernández, don Antonio Ruiz y don Juan José de Cartagena, este último propietario de los terrenos donde setenta años más tarde se levantaría el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas de Mayagüez. El resultado de dicha gestión fue vital para Mayagüez.

En las décadas siguientes comenzaron a perfilarse las ideologías que han prevalecido históricamente en Puerto Rico, primero con relación a España, y luego con relación a los Estados Unidos, es decir, el asimilismo, el separatismo y el autonomismo. Goyco se ubicó en medio de toda esa efervescencia política. Cuando todavía no había surgido la tendencia autonomista, Goyco fue asimilista, como otros líderes puertorriqueños. Fue asimilista en el sentido de favorecer una relación de Puerto Rico con España, basada en un trato liberal y en reformas al régimen colonial existente. Otros asimilistas, principalmente los de origen español, se consideraban incondicionales, o sea, que aceptaban la situación colonial sin poner condición alguna a España.

Ya para el 1866, luego de una larga experiencia como médico, Goyco comenzó a sobresalir como líder político. Ese mismo año fue elegido presidente de la organización más importante de la Isla, la Sociedad Económica de Amigos del País. Esta entidad, fundada en 1812, velaba por la divulgación de ideas útiles para el fomento económico y por la educación de jóvenes talentosos. Los dos más destacados jóvenes del país, educados en Europa para mediados del siglo XIX, Román Baldorioty de Castro y José Julián Acosta, se convirtieron en figuras políticas sobresalientes a finales del referido siglo. Ambos fueron becados de la Sociedad.

La presidencia de la Sociedad Económica de Amigos del País le trajo a Goyco los problemas que no tuvo como médico. Un discurso que pronunció en 1866, en el cual combatía la esclavitud de los negros y la servidumbre de los blancos, provocó que fuera citado a La Fortaleza, donde tuvo una fuerte discusión con el gobernador José María Marchesi, que lo fichó desde ese momento como enemigo de España. Al año siguiente ocurrió un motín militar en San Juan, que sirvió de pretexto para que el gobernador ordenase el destierro de Goyco, Ruiz Belvis y de otro prominente médico, Ramón Emeterio Betances. El gobernador Marchesi le indicó a Goyco que no podría regresar a Puerto Rico si se iba a otro lugar que no fuera España, a lo que éste contestó que no tenía ningún interés en regresar a Puerto Rico, mientras la Isla fuese gobernada por hombres de su condición despótica. En consecuencia, Goyco se marchó a Saint Thomas, de donde paso a Venezuela. Su pasaporte fue marcado con una nota que decía: sin poder volver a Puerto Rico.

La Revolución Septembrina de 1868 en España, que coincidió con el Grito de Lares en Puerto Rico y el Grito de Yara en Cuba, hizo abdicar a la Reina Isabel Segunda. Hubo entonces una amnistía decretada por el nuevo gobierno español, dirigido por los militares Serrano y Prim Pratts. Este último, había sido Gobernador de Puerto Rico en 1847. Así pudo Goyco retornar a la Isla. Ruiz Belvis y Betances nunca lograron lo mismo.

El friso que está en el lado sur en el Capitolio de Puerto Rico en su primera parte se hace referencia a la Diputación Provincial en sus reuniones del 1871 bajo la presidencia del Mariscal Gabriel Baldrich Palau. De pie, en el centro a la izquierda sale Pedro Gerónimo Goyco Cebollero y a su lado con un libro en la mano Julián E. Blanco Sosa.Después del Grito de Lares, Goyco fue encarcelado en Arecibo, hasta probarse su inocencia en el asunto. En esta ocasión, el gobernador Sanz lo amenazó con el destierro nuevamente o con el fusilamiento, a lo que Goyco contestó, valientemente, que ordenase el consejo de guerra y el fusilamiento, puesto que los próximos artículos en contra del gobierno ya estaban escritos y preparados para su publicación.

No obstante, sus vínculos profesionales y políticos en la capital de Puerto Rico, la Región Oeste reclamó a Goyco, por lo que tuvo éste que rechazar una nominación que le hicieron en Añasco para la Diputación Provincial, en diciembre de 1870. Un mes antes, el 20 de noviembre de 1870, había sido elegido presidente del primer partido político puertorriqueño, el Partido Liberal Reformista. A este partido perteneció gran parte del liderato político de aquella época: Baldorioty de Castro, José Julián Acosta, Julia Blanco Sosa, Celis Aguilera, Fernández Juncos, Corchado y Juarbe, entre otros.

El Partido Liberal Reformista, cuyo primer presidente fue el mayagüezano Goyco, representa el tronco común de las principales ideologías y partidos políticos que tendría Puerto Rico a finales del siglo XIX, durante todo el siglo XX y en lo que va del siglo XXI, pues en el mismo o en su sucesor, el Partido Autonomista, militaron los precursores de estos movimientos: Baldorioty de Castro, Muñoz Rivera, Barbosa y de Diego.

En 1817 Goyco fue elegido miembro de la Diputación Provincial, organismo semirepresentativo y administrativo, creado originalmente por la Constitución de Cádiz de 1812. Estaba integrada esta entidad por el Gobernador, algunos funcionarios y por miembros elegidos por los electores reconocidos. Desde este organismo luchó Goyco con otros compatriotas por reformas importantes para el país. Según los anales de nuestra historia, siendo miembro de la Diputación, Goyco fue citado, en 1874, a una entrevista con el gobernador Sanz, el mismo que antes lo había amenazado con el destierro o el fusilamiento, y quien entonces lo recibió dando fuertes golpes con sus puños en un escritorio, lo que provocó que el médico volviera la espalda y osadamente le dijera al Gobernador que había correspondido a su citación por creer que iba a conferenciar con un caballero, pero que si hubiera sabido que tenía que hablar con un militarote de formas bruscas y altaneras, jamás hubiera asistido a la convocatoria. Al otro día, Sanz se excusó por el incidente.

La Región Oeste volvió a reclamar a Goyco, en 1872. En esta ocasión, para que fuera diputado ante las Cortes Españolas, invitación que tuvo que rechazar por no poder trasladarse a Madrid, como requería la importante posición. No obstante, recomendó para dicho cargo a Rafael María de Labra, quien le sirvió brillantemente a Puerto Rico desde esa posición, casi ininterrumpidamente, hasta el fin del régimen español en la Isla.

Desde la presidencia de la Sociedad Económica de Amigos del País y del Partido Liberal Reformista, y como Diputado Provincial, Goyco luchó siempre por el progreso de Puerto Rico, dentro de un ambiente de orden y libertad. Aunque en varias ocasiones tuvo problemas con los gobernadores de la Isla por sus ideas, nunca conspiró en contra de España. Se decía que sus problemas con los dirigentes del país en parte se debieron a su costumbre de reunirse todas las noches con un grupo de caballeros de la capital, dándole rienda suelta a comentarios casi siempre dirigidos contra el Gobierno español de la Isla.

El galeno de origen mayagüezano, según refleja su trayectoria política, fue puertorriqueñista y liberal, modelo del puertorriqueño de finales del siglo XIX. Cuando no existía el credo autonomista de Baldorioty de Castro, fue asimilista en el buen sentido del concepto. Luego fue autonomista. No asistió a la más grande actividad política del siglo XIX, la Asamblea Autonomista del Teatro la Perla de Ponce de 1887, por su avanzada edad, pero se aseguró de que su hijo Osvaldo estuviera en la misma como delegado del pueblo de Añasco.

goyco-5Según sus biógrafos y escritos relacionados con él, Goyco se distinguió como médico y abolicionista. Luchó combatiendo el cólera morbo en la década de 1850. Después de la abolición de la esclavitud en 1873, fue nombrado protector de libertos, función que se confió a personas de prestigio y arraigo, según señala Astol. También se destacó el galeno como Catedrático de Lengua y Literatura Francesa en el Instituto Civil de Segunda Enseñanza de Puerto Rico, nombrado por el gobernador Primo de Rivera por su condición de hombre docto. Fue hombre de carácter recto y firme y de una gran elegancia personal. Se dice que siempre vestía de pantalón blanco y levita de alpaca negra y que usaba un sombrero de alas anchas y cinta negra, distinto al que usaban los españoles. Irónicamente, el Gobierno Español, que le había concedido las más altas condecoraciones, luego, por sus ideas políticas, lo persiguió y hasta lo envió al exilio.

Un compañero de luchas políticas de Goyco, aunque un poco más joven, el sangermeño Francisco Mariano Quiñones, quien fue el presidente del Gabinete Autonómico de Puerto Rico en 1898 y el primer Historiador Oficial de Puerto Rico, en 1903, en su libro Historia de los Partidos Reformista y Conservador de Puerto Rico (1889), describe al doctor Goyco de la siguiente manera:

El elemento liberal de la Antilla no había adquirido todavía, por aquellos tiempos, verdadera organización de partido político; pero ya desde el año 1865, y aún quizás antes, reconocíamos todos, de hecho, al Doctor Pedro Gerónimo Goico, como director de ese elemento en Puerto Rico.

Procedente de una de las familias más distinguidas de la Isla, de aquellas de que el gobierno no recelaba, no sé por qué causa, era el Doctor Goico, como personalidad política, sujeto de extraordinaria fibra, al par que aristócrata ilustrado, de trato persuasivo y de maneras insinuantes: es decir, de cualidades que sirven al prestigio del carácter y le dan dominio en los empeños azarosos.

Por otra parte, el historiador José A. Gontán en su libro Historia Político-Social de Puerto Rico, al describir los salones de la residencia metropolitana de la poetisa Alejandrina Benítez, mayagüezana también, señala que, para penetrar en aquel santuario del arte, donde se confundían el mulato pianista Tavárez con el aristócrata doctor Goyco, no se requería más cualidad que ingenio.

Otro gran mayagüezano, el exalcalde Mariano Riera Palmer, en su libro Rasgos, de 1903, le dedicaba a Pedro Gerónimo Goyco un poema que lleva su nombre y que lo describe de la siguiente manera:

 

Integro, popular y bondadoso,
siempre luchando por ajenos males;
fue una de esas personas a las cuales
no es lícito ni un rato de reposo.
Fue un médico, estadista y valeroso,
patriota de perfiles liberales,
supo defender sus ideales,
muchas veces en sitio peligroso.
Del adversario mereció respeto,
gracias a sus visibles procederes
que al honor borincano iban sujetos.
Y a torpes y bastardos pareceres
en forma enérgica puso veto.
¡Era un adorador de sus deberes!

El doctor Goyco vivió, como he dicho antes, hasta los ochenta y dos años, sin rendirse nunca en su lucha por las ideas liberales y por reformar el orden político existente en la Isla. Murió en San Juan, el 3 de mayo de 1890.

Debería reconocerse a Goyco en el Parque de los Próceres Puertorriqueños de Mayagüez. Así se lo he sugerido, respetuosamente, a los últimos dos alcaldes mayagüezanos. El tiempo no es motivo para olvidar a los grandes hombres de la ciudad y de la patria. No hay duda alguna de que Goyco es uno de los hombres más ilustres que ha dado Mayagüez, y lo fue antes de que Hostos alcanzara ese mismo sitial glorioso.


* Pedro Gerónimo Goyco, Médico y Patriota Mayagüezano, conferencia dictada por el autor en 1980 (inédita). El trabajo estuvo basado en fuentes biográficas sobre Goyco, principalmente en el artículo de Eugenio Astol, El Contendor de los Gobernadores, del Puerto Rico Ilustrado, 9 de mayo de 1936, y en datos obtenidos por el autor en otras fuentes confiables.

Datos y aclaraciones adicionales fueron provistas por la licenciada Rosario Goyco Carmoega. El señor Fernando Espinosa, del Municipio de Mayagüez, nos ayudó a localizar la antigua Colonia Dolores, lugar de nacimiento de Pedro Gerónimo Goyco. Véase también nuestro libro: Mayagüez: temas de su historia y su geografía (ediciones 2013 y 2014).

** Tomado del libro póstumo del doctor Bayrón Toro “Conferencias y escritos” de una edición limitada con autorización de sus herederos.