Pilar, cosa sublime
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- por Amanda Carmona Bosch
Pilar Defilló Amiguet tuvo once hijos. Uno de ellos, Pablo, impresionó al mundo por la forma innovadora de tocar el violoncello. El joven cambió para siempre el modo de tocar ese instrumento al lograr interpretaciones conmovedoras y una expresividad nunca antes oída.
El padre de los niños, Carlos, era organista, director de coro de la iglesia de El Vendrell en Cataluña y su primer maestro de música.
Pilar, culta y de familia acomodada, solía poner a correr la imaginación del niño, contándole historias de su niñez y adolescencia en un lugar muy muy lejano y exótico. Le hablaba de una ciudad portuaria en una colonia de ultramar donde muchos catalanes se habían radicado, incluidos sus padres José y Raimunda.
Le describía el mar, el puerto, los atardeceres encendidos, la naturaleza exuberante... la vida en las antillas, y el lugar donde ella nació y se crió, Mayagüez.
Ese hijo que se haría internacionalmente famoso, nunca olvidó las historias de su madre. Acaso ella también le contaría cómo el abuelo, José Defilló, joyero catalán, había pertenecido a la secreta Sociedad Abolicionista que dirigía el padre de la patria, Ramón Emeterio Betances, amigo de la familia, y de cómo había practicado la manumisión de niños esclavos, comprándolos y bautizándolos en la pila de la entonces Iglesia de la Candelaria en una ceremonia llamada aguas de libertad.
Eran tiempos de esclavitud, lucha nacionalista y anti-esclavista, y fermento revolucionario. En muchas de las casas de las familias acomodadas de las colonias se conspiraba y se debatían las ideas de avanzada o sea, de justicia social.
La abuela, Raimunda Amiguet, recibía en su casa de la calle Méndez Vigo en el centro de la ciudad, a la sociedad mayagüezana al igual que visitas de amigos de otras islas caribeñas especialmente de la isla de Santo Domingo, lugar de origen del poderoso Arzobispo Fernando Arturo de Meriño de quien Leonor, una hermana mayor de Pilar que vivió en Santo Domingo, tuvo un hijo.
Mayagüez tenía un puerto de mucha actividad comercial con el Caribe y Europa. Pilar recordó siempre que su casa era centro de otra actividad, cultural y social. Era una casa fresca, de techos altos y medias lunas que había sido construida en los años cuarenta del siglo XIX poco antes de ella nacer en 1853.
Sin embargo, en 1871 Raimunda decidió volver a España con los dos hijos menores, Pilar y Fernando. La desgracia había trastocado su vida en Mayagüez, su esposo José había muerto en 1859.
Así que Raimunda se estableció en El Vendrell, provincia de Tarragona. Mientras, Pilar empezó a estudiar piano con Carlos Casals y Ribas, el organista de la Iglesia de Santa Ana, con quien acabó casándose. El matrimonio suponía abandonar un estilo de vida privilegiado para ser la esposa de un maestro de música.
Al reconocer el talento de su hijo Pablo, Pilar lo llevó a Barcelona y lo matriculó en la Escuela Municipal de Música de donde se graduó con honores. Más tarde, en el invierno de 1893, dejó a su marido en El Vendrell y con los tres hijos que le sobrevivieron, Pablo de 17 años y dos menores, uno aún de pecho, partió hacia Madrid con una carta de presentación del compositor Isaac Albéniz. Iba a solicitar a la familia real una beca para su hijo.
En declaraciones a J. Mª Corredor, “Pablo recordaba emocionado la llegada al Palacio de Oriente con los tres miembros de su familia que lo acompañaban. Mientras Pablo tocaba una composición propia al piano, su hermanito Luís correteaba por la estancia y Enrique, el bebé que hacía el número 11 de los hijos del matrimonio Casals-Defilló, lloraba a todo pulmón porque tenía hambre y su madre no se atrevía a amamantarlo en aquel marco... hasta que la infanta Isabel, la Chata, los acompañó a un lugar reservado y la madre pudo alimentarlo.
Pablo Casals obtuvo una beca de la Corona de su país para Madrid y Bruselas, siempre acompañado por su madre y sus hermanos, lo que fue desastroso para la relación de los padres. El esposo no comprendía lo que el llamaba ‘la locura de mi mujer, de acá para allá con los tres hijos supervivientes del matrimonio, de Madrid a Bruselas, de Bruselas a Paris, trabajando de costurera para sobrevivir y gastándose los escasos ahorros de la familia’, que poco a poco iba enviándole el marido.” Se dice que Pilar y sus hijos sufrieron miseria en la capital francesa. (Ana María Ferrín, Historia 16, 2006.)
Como la costura en Paris no le dejaba suficiente a Pilar...un día hizo una pausa en la máquina de coser y se fue a vender sus trenzas. Nada era demasiado para ella.
Los logros musicales de Pablo lo llevarían a fundar orquestas -incluso la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico y el festival que lleva su nombre-, conservatorios de música y otros festivales, sin olvidar el compromiso social que caracterizó al abuelo Defilló.
Pablo fue defensor de la libertad y los derechos humanos. Por eso durante años se negó a tocar en público en su España natal en protesta por el régimen represor de Francisco Franco. Esa misma razón lo llevaría a Francia como exiliado.
Aunque su madre nunca más volvió a Mayagüez, pues murió en El Vendrell en 1931, su hijo volvería por ella ...como una vez le prometió. Pablo (Pau) Casals, convertido en icono de la música del siglo XX, descubre Puerto Rico en 1955 y regresa en 1956.
Por fin, visita Mayagüez y conoce el exótico pueblo de los cuentos de su madre y de sus abuelos indianos. Eso no lo pudo imaginar Pilar.
Su llegada fue todo un acontecimiento y el salón de estar de ese hogar se convirtió en sala de concierto. Ese día se cerró la calle Méndez Vigo para acomodar a la multitud que fue a escuchar al maestro Casals junto a los hermanos Figueroa en un concierto de cámara para homenajear a su madre.
"Una madre por naturaleza es cosa sublime, pero a mi madre hay que ponerla en un plano aparte. No es lo mismo ser una buena madre que una madre excepcional por el carácter y personalidad propia. Yo no he conocido a ninguna mujer y he conocido a muchas madres en mi vida, como ella. Cada palabra que ella decía tenía un sentido profundo, por su inteligencia, por su intuición, por naturaleza. Sabía de todo; de música, de medicina, arquitectura, de agricultura, no solamente porque había estudiado, sino, y sobre todo porque comprendía. Quizás lo más admirable era su altísimo fundamento moral. Vivía mucho más avanzada que su época, además era tan noble y tan hermosa. Personas superiores que la trataban veían en ella una personalidad extraordinaria".Pau Casals.
En esos años los vericuetos de la vida le habían hecho fijarse en una de sus estudiantes de cello, allá en Prades, Francia, donde se exilió para ayudar a otros compatriotas que vivían en condiciones similares a las suyas. Se llamaba Marta “Martita” Montañez, era boricua, tenía veinte años, y su madre al igual que Pilar nació en Mayagüez. El colmo de las coincidencias es que la madre de Martita había vivido en la misma casa que Pilar, en el número 21 de la calle Méndez Vigo.
Pablo y Martita se casaron dos años después y convierten a Puerto Rico en su hogar hasta la muerte del Maestro en 1973. El decía que era “la etapa más feliz de mi vida”.
La casa de José y Raimunda en Mayagüez, la del recuerdo de Pilar y la fantasía de Pablo, sigue en pie y es hoy objeto de un proyecto de restauración gracias a la labor de rescate del Sr. José Delannoy, curador del Museo Casals de San Juan y fundador del Comité de Amigos de la Casa Defilló, de la historiadora y gestora cultural Silvia Aguiló y del Municipio de Mayagüez y su alcalde el Sr. José Guillermo Rodríguez.
"Pilar y las aguas de libertad" de Karen Dietrich |
Información sobre la Casa Defilló en la página de Karen Dietrich |
Primera visita de Pablo Casals a la Casa Defilló, en 1956
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