El músico que cambió la plena

Ángel Luis Torruellas FelicianoPlena Libre es, quizás, el grupo que más recientemente la popularizó, aunque es pieza obligada en cualquier junte de pleneros. La escribió Ángel Luis Torruellas Feliciano, un músico que nació en Mayagüez, se formó en Nueva York y que, a sus 77 años, continúa cantando, tocando el pandero y componiendo canciones. Alto, delgado y serio, nos recibe en su casa y comienza a contarnos la precoz historia de sus comienzos.

Saca la pandereta que le regaló el ex presidente de Venezuela Marcos Pérez Jiménez, construida con el marco de un banjo, y comienza a cantar y a tocar. Entonces, se transforma. La expresión de sus ojos y rostro es de deleite, alegría, pasión, sus ojos se sonríen y él se ríe al terminar el fragmento. Canta partes de sus canciones uno tras otra, explica el origen y la mezcla de ritmos. Cuenta que está escribiendo un tema en el que mezcla la plena y la salsa, y que ya había experimentado con la plena y la samba. Las canta y se lo goza.

Su historia es fascinante. Fue hijo único y la extrema pobreza en la que vivía con su madre en el barrio Colombia lo impulsó a limpiar zapatos en la Plaza de Colón, siempre acompañado con la pandera que la había regalado y que le enseñó a tocar Francisco Clivillé. Su vida cambió el día en que limpió los zapatos de un cubano quien, al ver la pandereta, le preguntó si cantaba. Para hacerlo, Torruellas le pidió 25 centavos, bastante más de los 3 centavos que cobraba por limpiar un par de zapatos. Le cantó y el hombre le dio $1. Al día siguiente, su madre le dijo que lo irían a buscar. El cliente era nada más y nada menos que Miguel Matamoros, músico cubano y fundador del Trío Matamoros.

Tenía nueve años. Matamoros lo llevó a San Juan, le compró ropa y lo trasladó a Cuba para que cantara en las emisoras Radio Progreso y CMQ y fue allí que el famoso Benny Moré lo nombró el Rey de la Plena.

Ángel Luis Torruellas FelicianoEn Cuba estuvo dos meses, luego de los cuales, “volví a Mayagüez a limpiar zapatos, descalzo y sin camisa”.

Pero eso no duró mucho tiempo porque pocos meses después Nelson Cortina lo reclutó para la emisora WKJB, donde participaba en el programa Fiesta en el Batey, donde conoció a artistas de la talla de Ramito y la Calandria. Y, mientras trabajaba en ese programa, cerca de los 11 años de edad, Claudio Ferrer, le envió los pasajes para que se fuera a Nueva York. Posteriormente, mandó a buscar a su madre y allá se quedó hasta que regresó hace ocho años a la Isla.

“Antes, toda la plena era lenta. Yo fui el que cambió el ritmo”, declara Torruellas, quien se enorgullece de que algunas de sus composiciones han sido interpretadas por Cortijo y su Combo, la Orquesta Aragón, de Cuba, grupos de México, y Plena Libre, más recientemente, entre muchos otros.

En la Gran Manzana, donde le pusieron maestros privados para que aprendiera a leer y escribir, despuntó hasta llegar a importantes clubes como El Caborrojeño, donde lo acompañaron las orquestas de Tito Rodríguez y Tito Puente, el bajista Israel “Cachao” López, la Sonora Matancera y el pianista Bebo Valdés, todos cubanos, entre otros. De la lista destaca a la artista boricua Carmita Jiménez, a quien le encantaba la plena “Soy caribeña”. Como ocurrió en toda la entrevista, comenzó a cantarla.


* Esta historia fue publicada en El Nuevo Día.