La inmensidad de Hostos
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- por Juan A. Castañer
En marzo de 1969 apareció efímeramente en la Universidad de Puerto Rico el periódico estudiantil Hostos, cuyo editor era Juan A. Castañer. Era su propósito “crear un medio de expresión para todo el estudiantado, fuera de toda índole partidista y prejuicio alguno”. Mayagüez sabe a mangó, en su empeño de recuperar el legado de Mayagüez y de los mayagüezanos, publica el artículo “La inmensidad de Hostos” aparecido en dicho periódico con la firma de su editor.
A los 24 años escribe Hostos “La peregrinación de Bayoán” su primer libro fruto de las inquietudes y preocupación social que no le abandonaron por el resto de sus días. De él dijo Ros de Olano un gran caraqueño que “La peregrinación de Bayoán ha sido algo caído del cielo no sólo para nosotros sino para América también”. Sin embargo cuando poco lo hemos apreciado. No se ha palpado de cerca de verdad su mensaje lleno de tan hondo y palpitante significado.
Hostos es un gran pensador, eminente sociólogo, logrado pedagogo. Hostos es pensador original y auténtico, conocedor de los problemas de América, Hostos es múltiple, polifacético. Se distingue como brillante moralista, sociólogo, y tratadista de Derecho Constitucional. En todo ello y más sobresalió.
Gran parte de su vida la dedicó a enseñar, a escribir, a tratar de que los pueblos y hombres pensaran y tuvieran la libertad. A ellos se dedicó con abnegado anhelo y satisfacción plena. Sus obras destilan grandes mensajes para un pueblo que se mostró y muestra receloso, incrédulo, apático, con sólo el interés económico en mente.
Por eso estuvo en minoría. Por tratar de hacer despertar a otros y hacerles ver una realidad que creían una ilusión o mera retórica de palabra.
Por pueblos como Cuba, Santo Domingo, Chile, Argentina, Perú y Brasil dió los mejores y más fecundos días de su juventud, sin olvidar a su amado Puerto Rico, y a la consecución de la gran meta de su vida: La Federación de las Antillas.
Fue mentor de pueblos. Su meta era “enseñar a América a pensar”. Enseñar las moralidades que pueden salvar a la masa informe y sucia en las que quedan sumidas las repúblicas después de las revoluciones. Mas, sin embargo, cuando triste es el saber que nunca fue bien comprendido.
Mientras por toda América dejaba oír su iluminadora palabra y las mentes más preclaras le rendían homenaje, aquí en Puerto Rico sufrió el olvido e incomprensión de sus contemporáneos. Y le pagaban con el “cobre oscuro del desprecio, el oro valioso de su palabra”. Por eso estuvo en el exilio, muriendo en tierras de Quisqueya. Luchó Hostos siempre contra la indiferencia e ignorancia de los pueblos. Era su deseo que se conociera la verdad.
Hostos era americanista. Deseó para todos la libertad y su amor a ella le ánimo la vida entera. La perseverancia, su tenacidad y empresa le empujaron a objetivos más altos. Nunca desesperó. Hacia toda América tendió su corazón. Mientras piensa y razona su “intelecto va al encuentro de los motivos buenos, sustanciales y permanentes que afirma la confraternidad esencial de nuestra raza en el nuevo mundo”. Ello nos muestra hacia qué cauces debemos dirigir nuestra mente y nuestra vista. Nos mostró que formamos parte de ese gran continente Hispanoamericano al cual nos unen lazos fuertes se imborrables.
Su alma y ser la dió a toda América sin olvidar a Puerto Rico. Por Puerto Rico luchó, y por su independencia. Fue inmenso en su ser e inmenso en su abarcadora palabra. Su mensaje resiste los meses y los años; es eterno. Y lo será mientras existan aquellos quienes deseen la libertad; aquellos que deseen conocer y dar a conocer la verdad. Aquellos que amen a su país por sobre todo prejuicio e interés mezquino, pues fue por él eso condenado en el sano verbo de su palabra.
Por otro lado perdurará mientras existan politiqueros sin escrúpulos, comerciantes sin decoro y arribistas sin sanción. Aquellos que ceden al interés y abuso de la sociedad, aquellos que evitan y no dejan a los demás conocer la verdad y el destino de los pueblos. Y advertirán, ya que tienen ojos, y si saben ni quieren ver, que desde las montañas, valles tropicales, ríos, selvas y pampas, se columbra un vasto horizonte... la verdad y la libertad.