Revista Cultural y Literaria “El Relicario”

rEVISTA eL rELICARIOMayagüez ha sido pionera del periodismo boricua, en prácticamente todas sus ramas y desde los inicios de la prensa en los albores del siglo diez y nueve en el país. No han faltado, entre ellas, las revistas culturales y literarias.

Dudo, sin embargo, que con la excepción de “La voz de la Patria” haya habido una publicación dedicada a la difusión de la cultura de mayor continuidad y diversidad temática que “El Relicario”, Revista Cultural, editada por el poeta e ingeniero Felipe Muñiz González. Esta cumplirá diez años de publicación continua el 16 de abril próximo, coincidiendo una vez más con el aniversario del nacimiento de José De Diego.

Número de la revista dedicado a don Enrique LaguerreNo es extraño que la fundación de “El Relicario” ocurriera en el día de José De Diego. El bardo aguadillano fue ilustre promotor de la cultura, nacional y universal. Desde Mayagüez, donde vivió una gran parte de su vida, llevó a cabo muchas de sus obras literarias, en verso y en prosa. Y entre sus discípulos más consecuentes en el empeño de la creación cultural está el poeta mayagüezano y rosareño Felipe Muñiz González. A 10 largo de estos diez años, “El Relicario” ha contado, entre muchas otras, con colaboraciones del valioso poeta y narrador, viequense y mayagüezano por adopción, Carmelo Rodríguez Torres, quien en vanas ocasiones ensayó en esta revista 10 que luego se convirtió en una o varias de sus obras. No ha sido el primero, ni será el último, de los principales escritores que siguen la ruta garcíamarquina, del periodismo a la literatura. Lo mismo puede decirse de la española y boricua, por afecto y adopción, Carmen Cazurro García de la Quintana, quien ha sido consecuente colaboradora de esta publicación a la que da lustre con sus escritos, siempre rigurosamente literarios y de gran belleza. Su colaboración en la pasada edición de la revista, titulada “Razones para escribir; aproximaciones a mí misma”, culmina con un párrafo que será de envergadura antológica. Este dice:

“Escribir para mi no es oficio, sino aire que respiro para curarme de lo que nadie puede; para reguardar mi alma en lugar seguro. Es también un espacio que, desde mi pequeña hazaña de sobrevivir día a día, construyo para todas aquellas mujeres que reconozcan en mi y se quieran hacer cómplices de mis incertidumbre, pues las dichas, como alguna vez dijo Borges, nunca dan para hacer literatura.”

“El Relicario” ha sido también refugio ideológico del procerato nacional desde Betances, Ruiz Belvis, Hostos, de Diego y Albizu Campos, hasta una pléyade de mujeres próceres, orilladas por discriminación de género en otras publicaciones, como han sido Loida Figueroa, Maria Solá, Maria de los Milagros Pérez y Carmen Amarilis Vega Olivencia. “El Relicario” le ha dado acogida a algunos de los nuevos pinos de la investigación histórica y la creación literaria del sector occidental del país, que las elites sanjuaneras suelen aislar a la gente de “la isla”. Así fue el caso de Mario Cancel, hormiguereño y biógrafo de Segundo Ruiz Belvis. Y empieza a serlo de valores mucho más juveniles, como Waleska V. Castillo Crespo, que desde Añasco asombró a los lectores de esta revista, en la edición de octubre de 2003, con un cuento dedicado a Juan Antonio Corretjer, el que ganó el primer premio en un certamen de cuento en la semana de la lengua de ese año.

Silva A. Aguiló, fundadora y primera presidenta del Ateneo de Mayagüez —que por virtud de una mediación en evitación de pleito ahora se llama Ateneo del Caribe (al que no quiere caldo le dan tres tazas), respaldó la iniciativa de la revista “El Relicario” de nominar a Enrique Laguerre como candidato al premio Nóbel de Literatura. Toda la comunidad intelectual de Mayagüez y el oeste en general hizo suya la iniciativa inmediatamente en una actividad efectuada en la Casa Grande a la que acudió Laguerre como homenajeado. Esta actividad, coauspiciada por “El Relicario” y el Ateneo local, fue secundada en cadena por múltiples organizaciones, instituciones culturales y personalidades del mundo cultural puertorriqueño. Hasta las cámaras legislativas, que siempre andan a la zaga del pueblo como el rabo del perro, acogieron la nominación en sendas resoluciones de Cámara y Senado. Enrique Laguerre es para mí el primer escritor de la narrativa puertorriqueña. Como es negro, mocano, y viejo, nadie se ocupó en los círculos capitalinos, de destacar su enorme contribución al estudio sociológico de nuestro pueblo desde la perspectiva literaria, que es generalmente la que emplaza la ruta hacia la comprensión de la sociología de cualquier pueblo. Tuvieron que hacerlo Felipe Muñiz y Carmelo Rodríguez Torres, desde “El Relicario”, y Silvia Aguiló, desde el Ateneo mayagüezano, para que prendiera como era lógico la postulación del autor de La Llamarada” coma el narrador emblemático de nuestra literatura nacional. Ya pronto llegará el centenario del nacimiento de Laguerre, y confiamos en que el distinguido escritor alcance a compartir la celebración de esa importante efemérides con todo el pueblo puertorriqueño. “El Relicario” será, sin duda, parte importante de esa celebración.

Finalmente, propongo que en ocasión del décimo aniversario de esta revista cultural mayagüezana, los que colaboramos en ella le otorguemos a Felipe Muñiz González el premio de periodismo cultural “El Relicario”, por su creatividad y perseverancia en el esfuerzo para levantar en alto la contribución de nuestra región a la literatura y la cultura nacional y universal.

Él lo merece. Debemos ser agradecidos.


* Este artículo del desaparecido líder mayagüezano Juan Mari Brás apareció publicado en abril de 2005 en la revista "El Relicario" con el título de "Diez años de “El Relicario”, con motivo del décimo aniversario de la revista.


Otras portadas de la Revista El Relicario

{gallery count=4 width=172 height=220}relicario{/gallery}