Junte de generaciones en Mayagüez
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- por Rubén A. Rodríguez *
Tony Valentín y Carlos Baerga fueron protagonistas de una acérrima rivalidad en el béisbol invernal durante la década de los noventa cuando vistieron los uniformes de los Indios de Mayagüez y los Senadores de San Juan, respectivamente.
Casi veinte años después, el destino los une como figuras administrativas en la franquicia de los Indios.
Pero el asunto no llega hasta ahí. Baerga, quien ocupa el puesto de gerente de la tropa mayagüezana, y Valentín, encargado de la dirección, experimentan la extraña coincidencia de tener a sus hijos militando en el uniforme de los de la Sultana del Oeste.
Ambos exjugadores aseguran que la experiencia de poder ver con detenimiento el progreso tanto de Jesmuel como de Carlos es única y los obliga constantemente a viajar al pasado al recordar muchos episodios de sus respectivas carreras.
“Me sentí increíble cuando dio su primer hit en el (Hiram) Bithorn. Me vinieron tantos recuerdos cuando empecé. Fui a los vestidores y vi el nombre en el locker. El mismo nombre mío”, dijo Baerga con emoción al recordar el primer hit en la pelota invernal de su hijo el pasado Día de Reyes.
Baerga experimenta por vez primera la experiencia de ver a su hijo Carlos, Jr. jugando béisbol invernal. El otrora intermedista de Grandes Ligas vio ese sueño hecho realidad al reclamar a su vástago de 22 años en el pasado Sorteo de Novatos.
Carlos, Jr., bateador zurdo y jardinero, pertenece a la organización de los Bravos de Atlanta.
“Yo le dije a mi hijo: te tienes que ganar el puesto. No porque seas mi hijo te van a regalar todo. Nunca he creído en eso. De verdad que nos enorgullece. Hablamos los otros días el hecho de tener a nuestros hijos en el terreno de juego”, expresó el mayor de los Baerga.
Tanto Baerga como Valentín recuerdan entre risas ver a sus pequeños haciendo travesuras en los camerinos en la época en la que ellos eran figuras destacadas en el béisbol.
Por ejemplo, a su corta edad, Jesmuel gustaba de hacerse tiradas en el terreno de juego y correr de forma despavorida por los jardines. Carlos, Jr., un año más joven, era menos inquieto.
Incordios y traviesos
“Recuerdo ver a Jesmuel corriendo en el terreno, mira que eran incordios esos tipos”, dijo Baerga riendo.
“Esos tipos comían, almorzaban y desayunaban béisbol. El deseo y la pasión que nosotros teníamos ellos lo vieron y saben que esto no es fácil. No es fácil ponerse esos zapatos. Tú tienes que hacer tu propio nombre. No porque tenga el nombre de nosotros se te van a regalar las cosas”, expresó el exjugador de Cleveland, Mets, San Diego, Boston, Arizona y Washington.
Jesmuel, de 23 años y quien pertenece a la organización de los Filis de Filadelfia, sonríe de forma pícara y mueve su cabeza al recordar varios pasajes de su niñez en el béisbol invernal.
“Yo me acuerdo que no paraba de correr de un lado al otro. Hacia maldades a los peloteros. Le daban las quejas a papi para que nos sacaran del clubhouse, pero buscábamos la manera de brincar la verja y volver al terreno y al dugout”, recordó.
Sin embargo, por el hecho de que su padre era rival de Baerga, no tuvo mucho contacto con su ahora compañero de equipo.
“Fueron pocas las veces que pudimos compartir”, dijo Jesmuel refiriéndose a Baerga, Jr., “Pero sí en Series del Caribe. Fueron momentos inolvidables. Ahora mismo uno de mis mejores amigos es Derek Rodríguez, el hijo de Iván. Compartimos mucho más, pero el estar los tres juntos es algo especial. Nos acordamos de todas esas anécdotas y nos empezamos a reír”.
Jesmuel, quien juega en la segunda base, habla con mayor seriedad cuando toca el tema de la oportunidad única que tiene al poder jugar bajo las órdenes de su famoso padre.
“En cuanto a jugar con mi padre como dirigente es motivo de orgullo. Cuando ve que uno hace algo se ve que se le quiere salir la emoción como pelotero que por muchos años fue. A veces tiene que aguantarse un poquito porque a la vez es dirigente. Pero es una experiencia bien chévere el poder compartir esa experiencia con él”, agregó el bateador ambidextro.
El viejo Tony continúa haciendo muchas de las cosas que antes hacía con su pequeño para finales de los noventa. Durante la entrevista con El Nuevo Día, el dirigente de los Indios se dirigió al área del bosque izquierdo para batearle alguna roleta a su hijo, tal como lo hacía antes de los partidos de los Indios a finales de los noventa.
“Qué bueno que los tenemos aquí porque nosotros queremos ver a nuestros hijos jugar y ver el resultado. Al tenerlos juntos en el mismo equipo, pues nos satisfice. Uno le da su ayuda, mantenerlos al tanto de lo que está pasando”, dijo Tony.
Valentín, en su segunda campaña como dirigente de los Indios, asegura que siempre ha sido estricto con su hijo y que reiteradamente le recuerda que en materia de béisbol no existe ningún tipo de favoritismo.
“Aquí no va a ver nada de favoritismo por ese lado. Lo único que le digo es que juegue la pelota como siempre la ha jugado. Que no se ponga presión porque soy su padre. Soy dirigente como otro cualquiera, pero tiene que pensar que cuando vaya a tomar una decisión dentro del terreno de juego que piense en el apellido. Siempre fui un pelotero que respeté el juego. Al tanto de las normas del juego. Siempre traté de dar el ejemplo”, indicó Valentín, quien jugó 16 campañas en las Mayores.
Soltando su brazo previo a un partido ante los Cangrejeros de Santurce esta semana, Baerga, Jr., describió la situación de poder compartir con su padre y con los Valentín como “algo de enseñanza”.
”Es una oportunidad única que tenemos Jesmuel y yo de tener a nuestros padres como parte del staff del equipo. Esto nos enseña que aunque ellos fueron enemigos en el terreno de juego, fuera del terreno eran como hermanos”.
“Tener a Tony como dirigente y a mi papá como gerente me motiva más a entrenar porque soy novato. Esa motivación de ´papá ayúdame, ¿qué estoy haciendo mal?´ todavía está. Eso es una oportunidad única. Él y yo lo apreciamos al máximo”, expresó Carlos, Jr., de 22 años.
* Esta historia fue publicada y originada por el periodista Rubén A. Rodríguez para el periódico El Nuevo Día.