Mundi se sincera
- Detalles
- por Luis Rafael Sánchez *
¿Me quieren o no me quieren? ¿Me van a desterrar al estado norteamericano de Georgia o podré ascender al cielo elefantino desde la Sultana del Oeste? ¿Permaneceré aquí y se acabó el evento o me largaré de aquí y se acabó el evento?
¡Decídanse! La ansiedad incrementa cuando se mojonea con la decisión. Por lo contrario, el alivio se presenta cuando la decisión se toma. Basta de tanto pero. La pera madura, pero el pero no.
Si no se deciden en mi nombre, decídanse en nombre de los millones de elefantes perseguidos, cazados y explotados por la humanidad que presume de civilizada. Decídanse, por favor. Estoy hasta la trompa de dimes y diretes, de tirijalas, de “impasse” para decirlo en francés. Decídanse en respeto a mis treinta y seis años, treinta de los cuales llevo viviéndolos en la Sultana del Oeste.
No tengo la queja mínima del trato. Aquí me chulean desde el amanecer hasta el anochecer.
Chulear es una palabra bonita. La aprendí aquí siendo niña. Significa acariciar, galantear, mimar. También significa hallar satisfacción en satisfacer. Racional o irracional, ¿habrá criatura alguna que no la amanse una caricia, un galanteo, un mimo, un detalle originado para su satisfacción exclusiva? Sobar el cansancio. Abanicar la tristeza. Revolcar el pelo. Alisar la calva. Musitar al oído “Sin ti la vida es nada, las horas son tormento”. Incluso el fiero león se porta bien si lo tratan bien, Androcles lo comprobó.
No soy una elefanta guillúa, pero la verdad es la verdad: por aquí desfila la crema y nata de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez. Y la crema y nata me floretea: “Mundi, estás como coco lechoso”.
A los treinta y seis largos años confieso que he vivido, que he sabido vivir. Porque vivir es una cosa y saber vivir otra diferente. Miren si no.
No obstante, presenciar cuando unos bandidos asesinaban a Pa y a Ma para robarles los colmillos marfileños, no obstante perder el ojo derecho a pocos días de nacida, de inmediato comprendí que más vale lo encontrado que lo perdido. Y lo encontrado fue el hábitat que mi memoria reconoce como propio: el Zoológico Juan A. Rivero.
Mi hábitat y mi presente. Que a mañana no lo he visto y a ayer no lo volveré a ver. A riesgo de parecer una elefanta frontúa pregono que la memoria constituye el gran atributo de mi raza. Tan grande es el cerebro elefantino que su peso asciende a las quince libras más o menos. No me crean a mí, créanle a los zoólogos, a los biólogos, a los veterinarios.
Con todo y memoriosa, las imágenes que retengo de Zimbabue, la ciudad africana donde nací, son borrosas. Un malojillal. Un abrevadero. El asesinato de Pa y Ma. El secuestro a mi hermana y a mí. Los calmantes y los soporíferos previo al viaje hacia el Nuevo Mundo. Mi hermana jugueteando con las trompas de ambas.
En cambio, anegan mi memoria imágenes de aquí, luminosas y profusas. Desde luego, mentiría si dijera que soy de aquí, como el coquí y el guatibirí. En cambio, no mentiría si dijera que se es de donde se nace, pero también se es de donde se hace la vida, a gusto y sin disculpas.
Mi memoria colecciona sensaciones de aquí. Si Mayagüez sabe a mangó, como escribió un tal Lloréns Torres, el olor del mangó embriaga al tornarse cielo fugaz de Mayagüez. Y la fragancia de los piñales de Lajas llega acá.
La vida es una ensalada de yerbas buenas y yerbas malas. Vegetariana como soy, me alimentan las yerbas buenas. Y las frutas y las legumbres y las hortalizas y hasta el brazo gitano que me zampó en la boca un estudiante apostador: “A que se lo manda sin pujar”.
Ganó la apuesta el estudiante bribón. El perdedor me acusó de fea y orejúa. El ganador repetía “Mundi para Miss Mundo” y me lanzaba besos sonoros. Inocente de él. Creía que el suyo era el primer brazo gitano que me mandaba sin pujar.
Soy vegetariana, pero como no soy dogmática fantaseo con la sabrosa golosina: harina de pan que la manteca suelta y el horno dora, exquisita jalea de guayaba, azúcar de lustre recubriéndola.
Finalizo el comunicado con una pregunta. ¿Alguien se opone a que reciba la muerte donde recibo el bienestar, va para treinta años?
POSDATA: Mundi, gracias por el comunicado. Claro que lo haré circular. Ocúpeme cuando quiera, ya conoce el modo. Por cortesía del estelar Wilkins se despide “la mano abierta de un amigo”.
* Publicada en El Nuevo Día, el 25 de Agosto de 2018.