El terremoto de San Fermín de 1918
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- por mayaguezsabeamango.com
Hace 100 años, el 11 de octubre de 1918, a eso de las diez y 14 de la mañana, la Isla de Puerto Rico fue sacudida por un intenso terremoto. Si bien es cierto que el temblor se sintió en toda la Isla, los daños fueron mayores en el noroeste de Puerto Rico, especialmente, en Aguadilla y Mayagüez. En la Sultana del Oeste, la población despavorida se lanzó a la calle ante el temor de ser sepultados en sus casas y edificios de trabajo.
El devastador terremoto de San Fermín destruyó 700 casas de mampostería; más de mil casas de madera y unas 116 personas perdieron la vida los daños fueron estimados en unos cuatro millones de dólares.
En el corto tiempo de la primera sacudida, se desplomaron casas y edificios antiguos y también sufrieron, con escasas excepciones, los edificios modernos.
Como una hora después de la primera sacudida, se lanzó la alarma por los que venían de la playa al pueblo. El mar se estaba hinchando con manifiestos propósitos de invadir o anegar la ciudad. Entonces, se desarrolló el pánico en la ciudad y gran parte de la población creyó que estaría segura en el Cerro de Las Mesas. Hombres, mujeres y niños huían hacia el cerro para evitar ser atrapados por el mar.
Poco después la población se calmó al saber que la ola marina solo había penetrado como 40 o 50 metros desde la orilla hacia dentro del pueblo. Esa pequeña ola no causó daños personales, sólo mojó gran parte de las mercancías y alimentos que se averiaron y que se encontraban en los almacenes de la playa cerca del mar.
Aunque la intensidad de la primera sacudida había cesado, la tierra seguía temblando levemente lo que consternaba a la población. Esos leves temblores de la tierra fueron aumentando y durante toda la noche fueron tan fuertes, que la población se lanzó a la calle. Dormían en los patios y en las calles y se refugiaban en las casas de madera, que aunque temblaban y se movían como barcazas en un mar proceloso, no se desplomaban, como las casas de mampostería.
La Tierra tembló durante un año
La tierra tembló todas las noches subsiguientes. La población casi no dormía ante el temor de que se repitiera una sacudida seísmica como la primera. La ciudad, con sus edificios y casas destruidas y sin luz se asemejaba a las ciudades Europeas destruidas en la guerra por las bombas y las balas. El pueblo atemorizado formaba procesiones con velas encendidas por las calles rezando en alta voz y lanzando plegarias al cielo pidiendo misericordia divina. Lo que infundía más temores.
La primera sacudida se produjo el viernes 11 de octubre de 1918. Cinco días después, como a las doce de la noche, se repitió otra tan intensa como la primera y la población abrigó el temor de que la Isla pudiera hundirse en el fondo de los mares. Aquella noche los habitantes que se habían refugiado en casas de madera cerca del mar, por Guanajibo, corrieron despavoridos hacia el centro de la ciudad creyendo que otra ola marina ahogaría a toda la población. La Tierra siguió temblando hasta casi un año después.
Destruidos algunos edificios públicos
Entre los edificios públicos destruidos por el terremoto se encontraban, el Cuartel de Infantería en el sitio donde ubica el correo del gobierno federal de los Estados Unidos. La Aduana de dos pisos que fue edificada en tiempos de España y el edificio la Aduana federal. La casa consistorial o Municipio quedó inservible y tuvo luego que destruirse para edificar el nuevo consistorio que ahora tenemos. La Iglesia Católica perdió sus dos elegantes torres, y fue grandemente averiada, necesitando reparaciones que luego se hicieron.
Gestiones de los mayagüezanos ante la magnitud del desastre
El pueblo en general tenía una gran incertidumbre y creía difícil que Mayagüez pudiera reconstruirse. José María Moreda y Cifuentes, un español generoso y altruista y amante de la Ciudad, invitó a los dirigentes de Mayagüez a su establecimiento de sombrerería en la esquina este de la Plaza de Colón para tomar alguna medida que infundiera valor y esperanza a la ciudadanía.
Los dirigentes respondieron a la invitación y se reunió en dicho establecimiento un crecido número de representantes de las fuerzas vivas de la Ciudad. Con la mayor cooperación y comprensión resolvieron rápidamente formar una asociación que levantara un fondo de un millón de dólares para reconstruir los hogares y las casas de los pobres y de las personas de escasos recursos.
Allí mismo se nombró la directiva de The Western Porto Rico Rebuilding Association. Así quedó constituida: Oscar F. Bravo, presidente, José Moreda y Juan A. Monagas, como vice presidentes y el Lcdo. José Sabater, secretario. Se designó como tesorero de la organización al American Colonial Bank. A la asociación se le puso el nombre en inglés para facilitar las gestiones para levantar fondos que se harían en los Estados Unidos.
En la misma reunión se nombró una comisión que habría de trasladarse a los Estados Unidos. Allá fueron el entonces senador Martín Travieso Jr., el Lcdo. José Sabater y el periodista estadounidense Clarence Ferguson.
Rumbo a Nueva York
La comisión se trasladó a Nueva York y enseguida consiguió que el entonces presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson se expresara sobre la desgracia que había provocado el terremoto de San Fermín, y sobre las gestiones de los mayagüezanos para reconstruir la ciudad.
“La misión de estos caballeros de aliviar la desgracia de haber sido destruidas las casas y los hogares de los pobres y de las personas de medios moderados, como consecuencia del terremoto ocurrido en la Isla en 1918, ha de interesar, estoy seguro, al pueblo americano. Al recomendar la misión de estos caballeros, espero que nuestro pueblo no olvidará, la labor de nuestros conciudadanos de Puerto Rico durante la guerra, suministrando soldados, comprando bonos y otras ayudas a los aliados. Están tratando de establecer un fondo para reconstruir los hogares de las víctimas, y podemos confiar que cualesquiera fondos que se les entreguen, serán administrados de la mejor manera posible”, decía Wilson.
Los miembros de la a Comisión también gestionaron una reunión con los magnates de las finanzas en la Ciudad. El entonces Comisionado Residente de Puerto Rico en Washington, Félix Córdova Dávila describía lo ocurrido en un cable que se publicó en la prensa del país.
Veinte de los más prominentes hombres de negocios de Nueva York, concurrieron al almuerzo. El senador Martín Travieso Jr. pronunció un discurso con referencia a la condición de los perjudicados por los temblores en la Isla, y haciendo una fuerte apelación al pueblo americano para que preste ayuda financiera. Después del discurso de Travieso, todos los presentes ofrecieron su ayuda en la campaña y endosaron planes para la reconstrucción de la región occidental de Puerto Rico”.
James H. Post, presidente de las Refinerías Nacionales presidió la comida. Entre los presentes estaban Otto H. Khan, John E. Berwind, Frank Dillinghan, John Farr, Frank Welty, J. R. Brown, Luis Toro, Beekman Winthrop, K. Curtis, R. A. Cheney, Clarence E. Ferguson, José Sabater, y Mr. Turner, Editor del New York Herald. Como resultado de este ‘lunch’ la campaña para recolectar un millón de dólares en favor de Puerto Rico había comenzado.
El expresidente de los Estados Unidos William H. Taft presidió el comité ejecutivo que designó a The First National City Bank of New York como tesorero. En cuanto empezó la campaña se reunieron prontamente unos noventa mil dólares. Sin embargo, la comisión mayagüezana ordenó al depositario que los devolviera.
Y es que, al regresar a Puerto Rico ya Mayagüez estaba en vías de recuperación. Ese año la cosecha de café fue abundante. El cultivo extendido ayudó a todas las clases sociales. Sin esperar la ayuda, los mayagüezanos reconstruyeron a Mayagüez en un corto período de tiempo, demostrando una vez más que los mayagüezanos sabían luchar y triunfar contra las fatalidades y las adversidades.