La plena: ritmo y género musical que enriqueció la identidad nacional puertorriqueña
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- por mayaguezsabeamango.com
Los hallazgos de las investigaciones que durante décadas han realizado los profesores Néstor Murray Irizarry y Emanuel Dufrasne González en torno a la Plena, han sido publicados en el primer tomo del libro: Puerto Rico y su plena: nuevas fuentes para su estudio, Volumen I.
El libro sobre la plena puertorriqueña publicado en el año 2018 tiene dos enfoques sobre un mismo tema: la mirada aguda del análisis musical de la plena por un estudioso de la etnomusicología y por otro lado, la ojeada al proceso histórico de la plena a través de los ojos de un estudioso de nuestra cultura. La mayoría de las fuentes primarias son publicadas y analizadas por primera vez.
El texto recoge una valiosa colección de ensayos con abundantes datos, muchos de ellos de fuentes primarias, que los investigadores advierten no siempre han podido contrastar con documentos escritos, los datos recogidos a través de entrevistas, por lo que “falta más investigación”.
La Plena, dice Dufrasne González, “es un género que aglutina elementos de distintas músicas que ya existían, canciones de trabajo, canciones infantiles, elementos de los seises y aguinaldos, influencias de los aguinaldos y de las bombas, y posiblemente, de otros repertorios”. Quizás tienen influencia del baquiní o baquiné, un género que solía tocarse en los velorios de niños.
El también profesor y músico sostiene que la identidad y la nación puertorriqueña se fortalecieron a través de la plena.
“La identidad nacional puertorriqueña se enriquece con otro aspecto de cultura que tiene su carácter propio, tiene sus formas de hacerse. Me refiero a que la plena recoge influencias de cosas que ya existían se añade a todo lo que ya existía y en ese sentido enriquece lo que había”, acotó.
La plena es distinta a la bomba y la música brava
Los conjuntos de plena, dice, eran distintos a los de bomba, distintos a los de la música brava del interior que tocaban seises, aguinaldos y guarachas. Además sostiene que la plena se propagó por todo el país desde antes de la década de los años 20 del siglo pasado.
También explica que el aguinaldo, el seis y la plena son variantes del concepto del son que se da en toda América Latina. “Se parecen porque hay un acompañamiento que es cíclico, que se repite durante todo el aguinaldo o el seis. La guaracha es así también. Hay unas melodías que identifican con las guarachas pero hay un acompañamiento que se puede utilizar para expandir y para bailar”.
Aclaró que en otros países le dicen sones. “En México hay sones regionales y en Latinoamérica el ballenato tiene el mismo comportamiento. Esa idea viene de España y se presta para improvisar versos picaros, y permite que se improvise con instrumentos. Eso hay que tomarlo en cuenta”, explicó el acordeonista.
El libro: primer volumen
Murray Irizarry firma la primera parte del libro escrito a cuatro manos. Cuatro capítulos y 11 apéndices son suyos. El etnomusicólogo Dufrasne González también aporta una considerable cantidad de información de instancias que ha vivido en primera persona y lo relativo a lo musical.
Los autores ponen a disposición de los investigadores sus fuentes, en su afán porque se valore, en su justa perspectiva el origen y desarrollo de la Plena: uno de los ritmos y géneros musicales más importantes de Puerto Rico.
“La Plena es del pasado, del presente y del futuro porque ofrece muchas posibilidades de innovación. Esas posibilidades están, hay que identificarlas y aprovecharlas”, sostiene Dufrasne González, también fundador del grupo Paracumbé.
Según el trabajo de Murray Irizarry y Dufrasne González ya en el 1897, un año antes de la invasión de la marina de los Estados Unidos a Puerto Rico, en Ponce se tocaba y se bailaba plena. Como ha ocurrido con otros géneros como el Jazz, el ritmo y género emergió de lugares marginales, pobres y negros. La plena es hija del cañaveral en el que eran explotados los esclavos negros y luego los criollos.
Los autores, que presentarán el libro en la Casa Defilló espacio cultural Pablo Casals de Mayagüez, el sábado 9 de noviembre de 2019 a las 2:00 p.m. vinculan el origen de la plena a las antiguas chansonetas, que son las coplas o décimas que cantaban los esclavos africanos del Caribe francés que vinieron a Puerto Rico en el siglo XVII, y que eran el vehículo para contar los grandes acontecimientos y los cotidianos. También tiene elementos de la “sátira política dura” que pregonaban los Bufos habaneros algunos de los cuales se asentaron en el suroeste de nuestro país a partir de 1868.
Baquiné y baquiní
Según Dufrasne González, la plena también tiene algo del baquiní o baquiné. Los mayores como Julio Cepeda González, quien nació en el 1905 y a quien entrevistó como parte de la investigación, le dijo que los instrumentos que se usaban en los velorios de niños llamados baquiné o baquiní “eran los que tenían a la mano, esos instrumentos se pudieron utilizar para cantar la plena”.
“No hay que dudar que algunas de las melodías de los baquinés sean parecidas a las de las plenas más antiguas. No descarto una influencia de ciertas melodías, que ya tenían una forma que anticipaban la forma de la plena antigua”, reiteró el profesor.
Recordó que en otras partes de la Isla y en Mayagüez se cantaba el rosario francés, “tal parece que es un rosario que se cantó en francés y que lo pronunciaban como se lo imaginaban”.
¿Dónde nació la plena?
Aunque tradicionalmente se ubica el origen del género en el barrio la Joya de Ponce, tanto el historiador como el etnomusicólogo entienden que esa aseveración no es del todo correcta. “Ese Ponce es uno más líquido, más flexible”, sostiene Dufrasne González para significar que su origen no se circunscribe a un lugar físico en particular.
Murray Irizarry es más categórico: “No estoy de acuerdo en que la plena nació en Ponce”. Aunque según el historiador en Ponce “había de los mejores bailarines de plena”.
“Había plena y bomba desde que salías de Ponce a Santa Isabel y Salinas y hasta Patillas, aunque allí no se cantaba bomba”, reiteró.
Murray Irizarry aporta artículos de periódicos de la época que dan cuenta de la revolución que provocó la Plena en Ponce y la demonización del género.
Los artículos confirman que en 1912 en Ponce se prohibió la plena. Aquel que violara la ley pagaba multas altísimas y podía ser encarcelado si se repetía la falta.
Las ordenanzas municipales fueron utilizadas, según la prensa ponceña, para “extirpar la plaga de la plena”. La imposición de multas y prisión eran medidas diseñadas para “ponerle coto al desenfreno plenístico”.
¡Basta ya de plenas!, es el titular que identificó la protesta que organizaron músicos de Ponce quienes se quejaban de que la plena había desplazado a casi todos los grupos musicales y orquestas a los que ya no contrataban en la ciudad.
“La plena es hija de la emigración y el mestizaje”, aseguran los autores.
Por cierto, Murray Irizarry desmonta una de las historias más arraigadas en nuestro país sobre el papel que jugó en la divulgación de la plena el legendario Manuel Jiménez Canario.
Según dice, fue Vicente Velázquez, un pionero de la plena de Nueva York, el verdadero autor de muchas de las plenas que se le atribuyen a Canario, quien fue productor y el que tenía los vínculos con las casas disqueras de la ciudad desde donde se difundió el género.
Los autores
Néstor Murray Irizarry, es un estudioso de nuestra cultura y profesor universitario jubilado. Ha escrito más de doce libros sobre la cultura y el folclor puertorriqueño.
J. Emanuel Dufrasne González es etnomusicólogo y catedrático en el Departamento de Humanidades de la Facultad de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. En 1979 fundó junto a su esposa Nelie Lebrón Robles el Taller-conjunto Parcumbé.
El grupo de plena Boricua Soy que dirige Leró Martínez, uno de los exponentes más reconocidos de este género musical en el país, se ha apuntado al guateque con el auspicio de del Programa Sea Grant.