Una tertulia mayagüezana
- Detalles
- por Mariana Reyes Angleró
“Porque amores que matan nunca mueeeren…”, tararea la concurrencia en La Tertulia. Es viernes por la noche y Mikie Rivera canta desde el tarima el famoso tema de Joaquín Sabina. El cantautor intercala canciones originales con clásicos de la nueva trova.
Entre medio de los sets un video jockey pone en las pantallas del lugar videos que van desde Tony Croatto hasta Tito Auger. El ambiente es tranquilo. Jóvenes adultos en sus mesitas dándose el palo y platicando con los panas. “Ese es el público que viene aquí, jóvenes profesionales”, dice Marcos Retamales, dueño del lugar que tiene música en vivo todos los viernes. La oferta varía entre la nueva trova, la bomba y la música típica. Se intercambian la tarima con frecuencia el cantautor Mikie Rivera y el grupo de bomba y plena Los Tambores de Félix Alduén, nietos del fenecido pilar de la bomba mayagüezana.
El espacio tiene techos altos con vigas de madera expuestas al estilo de las estructuras más antiguas del País, como las del Viejo San Juan. Está en la calle Manuel Pirallo, doblando a la izquierda en la repostería Franco, cerca del centro del pueblo de Mayagüez. En la zona hay edificios cerrados de lo que antes fueron talleres de trabajo, pero a partir del establecimiento de La Tertulia allí, hace 12 años, han surgido otros espacios de jangueo en la zona. En la calle se mezclan los sonidos de la música en vivo de La Tertulia con el reggaetón de bares cercanos.
La Tertulia empezó en el pueblo, hace 17 años, pero después de cinco años allí Marcos decidió mudarse para que el público que llegara al lugar fuera a conciencia, buscando una noche tranquila con buena música, lejos de los bares del pueblo. “Yo vine a estudiar ingeniería en Mayagüez, pero me di cuenta de que me gustaba más beber que estudiar”, dice el empresario con una cervecita en la mano. Él mismo se encargó de hacer el trabajo de ebanistería en el lugar y se encarga de conseguir los grupos que tocan semanalmente allí.
Cuando Los Tambores de Félix Alduén toman la tarima La Tertulia se convierte en una fiesta. Los más atrevidos del público muestran su talento tirando piquetes frente al tambor y el que menos hace el coro y aplaude al ritmo de los barriles.
Por lo general la entrada a La Tertulia es gratis. Además de una barra bien surtida tienen frituras, picadera para pisar los tragos y un billar. La fiesta suele extenderse a la calle frente al negocio y termina pasadas las tres.