María Asunción Olivar Piñero: una hija más de Eugenio María de Hostos
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- por mayaguezsabeamango.com
La “hostosiana mayor” María Asunción Olivar Piñero viuda del historiador y arqueólogo Adolfo de Hostos falleció a los 92 años por complicaciones de salud el pasado 12 de junio de 2020 a las 5:45 de la tarde en un hospital de Santurce.
“Ella murió conmigo. Yo le estaba dando la comida”, dijo su hija Teresa a mayaguezsabeamango.com sin poder contener el llanto.
Recordó que su madre, quien habría cumplido 93 años el próximo 15 de agosto, y no presentaba complicaciones serias de salud, había comenzado a reducir su actividad física en el año 2015 luego de una caída mientras realizaba diligencias fuera de su casa.
En los últimos meses, María Asunción, quien siempre fue muy delgada y de poco comer, redujo aún más su actividad física y la ingesta de alimentos lo que aumentó su fragilidad física y obligó a su hospitalización. “Ya no tenía fuerzas ni para salir al jardín a ver sus plantas”, recordó la hija que lo abandonó todo para cuidar a su madre.
Los restos de la viuda del hijo del prócer mayagüezano Eugenio María de Hostos serán cremados y el velatorio se hará en una fecha posterior. A María Asunción le sobreviven sus hijos Teresa y Carlos Eugenio quien vive en Boston.
“La decisión fue tomada por las restricciones protocolarias relacionadas con la pandemia de CoVid-19, que dispone que los velorios no podrán congregar a más de diez personas, y que reduce el tiempo de duración de los mismos a solo dos horas”.
Bravísimo, bravísimo al escuchar la danza Verde luz
Días antes de su partida estando en el hospital y de buen ánimo María Asunción cantó dos de sus composiciones preferidas. “Hablé con Elvin Torres para que le cantara por el teléfono. Le dije: a mí no me importa lo que tú le cantes, pero Ser niño de corazón, un texto de Hostos que Brunilda García y Carlos Lazarte musicalizaron y Verde Luz las tienes que cantar”.
Dicho y hecho. “Cuando escuchó Ser niño de corazón, Mami se sonreía y dijo ¡qué lindo! Luego, canto casi completa Verde luz. Al terminar le aplaudió con un “bravísimo, bravísimo”. Según Teresa a ella, “le encantó porque después me dijo: ‘esta es la emoción más grande que me han dado en mucho tiempo’.
“Me queda esa satisfacción de que no se fuera con la memoria equivocada de lo que estamos viviendo en Puerto Rico”, insistió la hija.
Dos días de duelo y banderas a media asta
En su memoria, el alcalde de Mayagüez José Guillermo Rodríguez decretó dos días de duelo y ordenó que las banderas ondearan a media asta. Según Rodríguez, Doña María Asunción “fue una de las que no cesó su lucha hasta lograr que se construyera un museo en el lugar de nacimiento de Eugenio María de Hostos. Siempre fue una invitada especial en todas las actividades en conmemoración del Maestro Hostos”.
“Agradezco los días de duelo que la administración municipal de Mayagüez y el alcalde José Guillermo Rodríguez han decretado en memoria de mi madre”, sostuvo Teresa quien ha pensado que las cenizas de su madre se repartan en dos espacios que estaban muy cerca de su corazón.
“La mitad en la finca donde ubica el Museo Eugenio María de Hostos de Mayagüez”, que se construyó en la finca donde estuvo enclavada la casa donde nació y se crió el patricio, en el barrio Río Cañas Arriba de la Ciudad de las aguas puras, y la otra mitad en Casa Pueblo de Adjuntas.
Cuando se levanten las restricciones por la pandemia a Teresa le gustaría hacer un homenaje espectáculo cívico cultural en memoria de su madre “porque ahora no podría asistir toda la gente que yo quisiera, y que ella habría querido que estén”.
María Asunción, Sunchi, Sunchita: la hostosiana mayor
“Yo le decía a ella: Mami tu eres una hostosiana mayor. Tú eres… has venido a ser una hija más de (Eugenio María) De Hostos. No eras ni siquiera la nuera, tú eres una más de las hijas que Hostos tuvo”, sostuvo Teresa al recordar la entrega y la devoción con la que su madre preservó y difundió el legado del Maestro, y el de su marido Adolfo.
Como ayudante de bibliotecaria en la biblioteca Carnegie, cuando todavía estudiaba en la Central High, María Asunción aprendió a catalogar “y sobre todo, a buscar y rebuscar información sobre libros, periódicos; a poner en orden, a atender al público, a sonreír y hasta a enamorar a aquellos usuarios que se sentaban solamente a mirarla y admirarla”, cuenta Teresa.
Allí conoció a Adolfo de Hostos, uno de los hijos del patriota y a su pedido fue a ayudarle en la preparación del Índice Histórico, que se le había encargado al historiador. “Y quizás por tanto ayudarle, quiso ayudarle aún más en la vida y posteriormente se casó con él”.
“En la casa de casada, entre todas las tareas, lo ayudó también en el libro Tesauro de datos históricos, mientras criaba un hijo y una hija y era catequista, buena vecina y buena amiga”, destacó.
Mucho tiempo después “cuando aquel que la había deslumbrado en una biblioteca partió a la dimensión que todos llegaremos, hizo el firme compromiso de ayudar a que el legado de Eugenio María de Hostos continuara vivito y coleando como tiene que colear todo en una colonia que siempre aspira a respirar”, añadió Teresa.
Fue a escuelas a hablar “sobre un suegro que bien pudo haber sido su padre”. No se detuvo ante el temor de hablar en público, por el contrario, abría muy bien la boca y daba a conocer lo que a veces tanta gente desconocía del patriota.
“Por ayudar y ayudarse económicamente siguió trabajando en lo que supuestamente sería la etapa final para publicar el Tesauro de datos históricos que una de las tantas administraciones del desgobierno dejaron inconclusa”, puntualizó.
Después, ayudó a otras personas en la tarea de que Hostos se diera a conocer en obras teatrales como las de Brunilda García, y el valioso libro para la juventud de la inmensa Isabelita Freyre.
“Mucho caminó a pie y en carro hasta antes de llegar a sus 92 años y antes de que estos comenzaran a despedirla para partir definitivamente. Mucho esperaron esos 92 para obligarla a descansar”, expresó conmovida.
“Fueron duros esos 92 para llamarla, no sin decir, dos días antes de su partida definitiva, que le hubiera gustado continuar ayudando. Que solo eso lamentaba. No seguir ayudando”, dijo su hija compungida pero orgullosa de su madre.
Adolfo de Hostos
Según la Enciclopedia de Puerto Rico, Adolfo de Hostos y Ayala es considerado como uno de los arqueólogos antillanos más importantes de Norteamérica y Europa de la primera mitad del siglo XX.
Se desempeñó como historiador de Puerto Rico de 1936 a 1950. En esa época publicó las obras: Investigaciones históricas (1938), Índice hemerobibliográfico de Eugenio María de Hostos (1942), Al servicio del Clío (1942) y Ciudad Murada (1948), una de las más importantes historias de la ciudad de San Juan.
Fue un defensor del patrimonio arqueológico y fomentó la idea de lograr un enfoque arqueológico antillano y de convertir la arqueología en una herramienta a favor de la integración cultural de la región.
Estudió en la República Dominicana y en la Escuela Americana de Estudios Prehistóricos de Francia. Dirigió la realización del Índice Histórico de Puerto Rico (1936), área que incluyo el desglose de la literatura histórica de la isla y del material existente en el Archivo Histórico de Puerto Rico, Cuba y otros países.