Rumbo a la NASA invento del RUM
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- por mayaguezsabeamango.com
Una tecnología que se inventó en uno de los laboratorios del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), de la Universidad de Puerto Rico (UPR) está cada vez más cerca de poder utilizarse como un prototipo, para purificar el aire que respiran los astronautas en la Estación Espacial Internacional y en misiones de largo alcance, porque supera los requisitos que establece la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de los Estados Unidos (NASA).
El nivel de presteza o prontitud o Technical Readiness Level, (TRL) del absorbente boricua “ha trascendido seis fases en una escala de nueve pasos, que lo coloca muy próximo a transferir tecnología transformadora que también tendrá impacto en la sociedad”, según declaraciones escritas emitidas desde el Colegio de Mayagüez.
“Esta podría utilizarse en distintas aplicaciones, entre ellas, en futuras expediciones espaciales, incluso a Marte y en aplicaciones terrestres”, sostuvo el doctor Arturo J. Hernández Maldonado, catedrático del Departamento de Ingeniería Química (INQU) del RUM, inventor del material y director del proyecto de investigación.
El ingeniero químico explicó que el adsorbente que creó cumple con el reto de purificar gases o, en este caso específico, filtrar dióxido de carbono (CO2) en las cabinas de los astronautas y proveer mayor pureza en términos del aire que respiran.
Junto a la compañía TDA Research Inc., responsable del prototipo que alberga el material patentado, se ha creado un sistema de alta eficiencia que hará esa función en las estaciones espaciales durante sus misiones, particularmente en aquellas de largo plazo, “de manera costo efectiva y con mayor eficiencia”.
El de Hernández Maldonado es el único proyecto en Puerto Rico que cuenta con una subvención de $750 mil, a través del programa Small Business Technology Transfer (SBIR/STTR) de la NASA, con una categoría de Fase II.
“Estamos hablando de una historia de más de diez años, desde engendrar una idea, buscar una solución, hasta llevarla a la realidad con la colaboración y esfuerzo de estudiantes”, acotó el investigador que asegura que “la satisfacción es increíble”.
La investigación que ha dirigido el profesor, junto a su equipo de trabajo integrado por estudiantes subgraduados y graduados, tiene una sólida trayectoria de más de una década que ha ido avanzando en distintas etapas y que ha recibido varias inyecciones económicas de la NASA ascendentes a más de $1 millón. También ha obtenido tres patentes como parte del esfuerzo en 2017, 2018 y 2019, aprobadas para cubrir todas las bases que implica el material: su preparación, su composición y su uso.
“Al final del día es sumamente agradable ver algo que se imaginó, y que pudo materializarse y trascender. Incluso, entiendo que será un escalón más para el avance de la ciencia y la ingeniería, en las que haces un descubrimiento que más adelante, en 10 o 15 años, algún otro científico pueda utilizar como base para su trabajo y se convierta en otras aportaciones mayores. Significa mucho para mí, ver que cierro, básicamente, ese ciclo, de contribuir con un invento desde el laboratorio para la sociedad”, reiteró.
A su juicio, las distintas fases por las que ha pasado el proyecto, así como las subvenciones económicas que ha recibido, “evidencian el alto nivel de competitividad de las investigaciones que se realizan en el país y en la Universidad”
“Es donde entra la habilidad o el talento de nuestro equipo de trabajo. Nosotros podemos preparar estos materiales en lo que se conoce como diseño de abajo hacia arriba. Es mirarlo primero a nivel de átomos y desde allí construimos un material que, eventualmente, demostramos que es perfecto para el objetivo en la mira”, subrayó el profesor con casi 20 años de experiencia docente que agradece el trabajo y la colaboración de todo su equipo de estudiantes, “cuya aportación ha sido fundamental”.
Su invento, dice, es perfecto “para remover la cantidad de dióxido de carbono de la manera que NASA requiere”.
“Para poder regenerar el material, para volver a utilizarlo, no tienes que usar mucha energía. El acceso a fuentes de energía y su acumulación no es fácil en misiones espaciales; si tienes algo que consume grandes porciones de energía, perjudicas a otras partes de la misión”, reveló el catedrático.
Tanto el presidente de la UPR, doctor Jorge Haddock, como el rector del RUM, doctor Agustín Rullán Toro, destacaron la aportación del científico y el proyecto que ha liderado a lo largo de la pasada década.
“Nuestras felicitaciones al doctor Hernández por su esfuerzo y trabajo incansable a favor de la ciencia y de nuestros estudiantes. Su ambicioso proyecto no solo amplía las oportunidades de operación de la NASA, sino también la investigación desde la academia, generando nuevas posibilidades de desarrollo para la industria aeroespacial. Su trabajo es el mejor ejemplo de la educación de excelencia que ofrece la UPR”, sostuvo Haddock quien agradeció a la NASA el “apoyo y confianza en el talento de nuestros investigadores, profesores y estudiantes”.
Rullán por su parte dijo que le “honra y llena de prestigio” tener a catedráticos de la altura del doctor Hernández Maldonado, “quien lleva a la práctica el verdadero significado de la docencia universitaria”.
“Su carrera se ha destacado por su pasión de formar a los mejores profesionales en su salón de clases y laboratorios, y también por su misión de dejar un legado a través de sus investigaciones, que redundan en un impacto para la humanidad”, concluyó el rector.