El último de juego de Barea en Mayagüez

El último de juego de Barea en MayagüezHay que tener buenos frenos en el auto para bajar la empinada vía con destino a la casa de los padres del canastero José Juan Barea en el sector rural de Miradero en la Sultana del Oeste.

La cuesta, que fue testigo de varias caídas del armador corriendo bicicleta cuando era niño, puede causar algo de pánico para alguna persona que visita el vecindario por primera vez. Para Barea, transitarla es un viaje al pasado.

Allí se transporta a tiempos simples durante su niñez y adolescencia, cuando la única preocupación era jugar baloncesto. Y lo mejor de todo era que el trayecto de su residencia al Palacio de Recreación y Deportes era de apenas ocho minutos. Fue en el Palacio donde se moldeó para convertirse en uno de los mejores deportistas en la historia de Puerto Rico. También, fue la cancha donde debutó como profesional en 2001 con los Indios de Mayagüez en el Baloncesto Superior Nacional (BSN) con apenas 16 años.

Su escuela primaria y superior, la Academia de la Inmaculada Concepción, queda en medio de la ruta. Así que a principios de este siglo su vida giraba alrededor de jugar, estudiar y descansar en su cuarto con afiches de Michael Jordan en las paredes.

Fue en la misma habitación que Barea, campeón de la NBA con los Mavericks de Dallas, exestrella de la Selección Nacional y millonario con propiedades en Miami, Isla Verde y Rincón, pernoctó previo su último partido como profesional en la Sultana del Oeste el pasado miércoles como miembro de los Cangrejeros de Santurce frente a los Indios de Mayagüez.

“Antes había una litera que compartía con mi hermano. Ahora hay una cama más grandecita que compartí con Sebastián (hijo mayor, para pasar el verano). El cuarto no se ha cambiado. Es chévere levantarse aquí, tomar una siesta y caminar por las calles. Siempre son buenos los recuerdos”, agregó.

El último de juego de Barea en MayagüezEn la parte posterior de la casa, hay un piso de cemento con un tubo donde una vez hubo un canasto en el que Barea jugaba con sus hermanos por largas horas. Había otra canchita en un solar cerca de unos vecinos que ahora tienen cabras como mascotas. Barea señala que bautizó algunas de las cabras como “Stephen Curry” y “LeBron James” al escucharlas balar.

A horas del emotivo partido en el Palacio y muy cerca de cerrar su gran capítulo como jugador profesional, Barea, de 37 años, habla con nostalgia de su hogar. Puede que pronto se despida de las paredes que tienen numerosas fotografías de su trayectoria y familia. Se construye una nueva residencia en Rincón para sus “viejos” pero Barea no quiere soltar el espacio de su origen.

“Es la mejor casa del mundo y pensamos quedarnos con ella. Llegar y bajar la cuesta del Miradero, me siento que estoy en casa. Es un sentimiento bien especial que no he sentido en ningún otro lado. No pensaba que fuese a tener la oportunidad, a esta edad, de jugar en Mayagüez frente los que me vieron crecer en categorías menores por todas las canchas. Es una oportunidad que me disfruto al máximo”, indicó.

La rutina para ir al Palacio no es nada del otro mundo. No hay rituales ni cábalas. Barea conduce junto a Sebastián hacia la instalación que conoce de memoria. Allí, ganó múltiples torneos infantiles y juveniles, además de jugar dos temporadas del BSN en 2001 y 2002, bajo la tutela del mentor Flor Meléndez, previo a militar en la División 1 de la NCAA con la Universidad de Northeastern.

El último de juego de Barea en MayagüezEl momento más importante allí fue colgarse la medalla de oro de los Juegos Centroamericanos y del Caribe Mayagüez 2010 con el Equipo Nacional. Barea fue abanderado de la delegación en su pueblo natal, uno de los mayores momentos de su carrera.

“Me crie jugando en el Palacio. Los juegos importantes en categorías menores los jugábamos en el Palacio. Era lo mejor y bien cerquita de casa. Muy buenas experiencias. Uno llega aquí y uno se pone a pensar en la vida, en el crecimiento y en los fundamentos que aprendí de nene aquí. Gracias a Dios por todos mis coaches, mis compañeros de equipo, mis amigos, mi mejores hoy en día, son de Mayagüez”, compartió.

De los tiempos en el Palacio, Barea también rememora lo estricto que era Meléndez con ser puntual a las prácticas y no faltar aunque fuera novato y su poco tiempo de juego. Recuerda cuando entró a un partido frente a Santurce con un veterano José “Piculín” Ortiz y un joven Carlos Arroyo en la plantilla con todos sus “panas” de escuela superior en las gradas.

“Fue la primera oportunidad como profesional. La primera vez que mis ojos vieron un camerino profesional. Flor Meléndez fue bien importante para mí porque a mis 16 años vio algo en mí que dijo que este nene va a ser bueno donde quiera que vaya”, expresó.

El último de juego de Barea en MayagüezVeinte años después, Barea arribó por última vez al Palacio como jugador y las fotos con los aficionados comienzan a acumularse una vez se baja de su auto. Empleados y policías municipales solicitan ‘selfies’ y él accede en buen ánimo. Así fue hasta llegar al camerino visitante, abrazándose con sus otroras coaches cuando tenía 3 y 6 años: Tommy Zapata y José “Gorilón” Alicea. Entre saludo y saludo, el tiempo de calentar fue poco y dedicado a rutinas con Sebastián, quien sigue sus pasos en el deporte.

Barea hizo lo mismo el año pasado cuando regresó al BSN tras 14 años en la NBA. Los abucheos por tomar la decisión de terminar su carrera con Santurce fueron sonoros, pero ignorados. Los Cangrejeros escaparon con la victoria 86-77 con 13 puntos y 10 asistencias del hijo mayagüezano.

“Regresar al Palacio siempre va a ser especial, como jugador, coach, fanático, como sea. Poder hacerlo el año pasado fue diferente, fue difícil, pero me encantó a ver mi gente que vio crecer, a mis amigos. Creo que conozco a todo el mundo en esa cancha. Es un sentimiento difícil pero bien bueno. Lo más nítido es ver las caras y saber que estoy jugando como profesional en el Palacio”, indicó.

Presentados los equipos, el anunciador de los Indios comienza lo que fue un homenaje de la franquicia india a Barea, que incluyó una camiseta enmarcada con el número 55. Y los abucheos volvieron. Se escucharon las palabras “traicionero” y Judas”. Barea y su madre nos les quedaron de otra que sonreír al escuchar las voces de los detractores en las gradas superiores.

Barea no está arrepentido de su decisión de jugar con Santurce, cuyo coapoderado es el artista Bad Bunny.

“Durante mi vida y carrera tuve que tomar decisiones difíciles. La primera difícil fue cuando me fui de aquí a los 17 años a Miami. Esta decisión de jugar en Santurce fue difícil también porque no pude jugar por Mayagüez. Pero, terminar en las canchas de Puerto Rico para mí era bien importante. Sí, sabía que había gente que se iba a molestar. Pero yo sé que los fanáticos de Mayagüez, donde quiera que juegue, son fanáticos míos. No te puedo decir que fue fácil la decisión. Pero la tomé, ahí estamos y estamos disfrutando a lo máximo”, recalcó Barea.

El último de juego de Barea en MayagüezComo en sus tiempos en Dallas y Minnesota, Barea comenzó el partido en el banco. La energía que trae a cancha fue reservada si los Indios ponían las cosas difíciles para los metropolitanos. Así lo hicieron, alejándose en el marcador hasta por nueve tantos. Barea entró y silenció a sus críticos con un partido de 17 puntos y ocho asistencias en 23:11 minutos para el triunfo cangrejero 90-84, victoria que aseguró el pase a la postemporada de los crustáceos.

Tras la victoria, Barea fue rodeado por sus seguidores finalizado el partido para más fotos. Hubo un apagón en el Palacio, pero las luces de los celulares se encendieron e iluminaron a Barea, ídolo en su tierra. Camino al camerino, se removió la camiseta sudada y se la regaló a Alicea, su coach cuando tenía seis años.

Tras un largo día, Barea dio sus últimas expresiones a El Nuevo Día de agradecimiento a su gente en la ciudad que lo vio nacer y crecer.

“Solamente puedo dar las gracias al pueblo de Mayagüez, a todas las personas que me ayudaron. A los coaches. A los fanáticos que me decía que yo iba para la NBA cuando pequeño. Agradecido por todo el apoyo que me han dado en toda mi carrera. Siempre que vengo aquí es mi casa y lo será por siempre. Siempre diré que soy de Mayagüez, Puerto Rico”, sentenció.


* Publicado en endi.com.