Urgente e indispensable la tarea de los documentalistas
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- por Ana María García
Mensaje de la productora y directora Ana María García en el estreno de su documental sobre el mayagüezano Rafael Cancel Miranda: “I’m not sorry for what I did”, el 15 de septiembre de 2022 en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.
La primera vez que yo vi a Rafael Cancel Miranda fue en el documental Los Nacionalistas de José García que encontré por causalidad mientras estudiaba mi bachillerato en la ciudad de Nueva York. Yo tenía 17 años y, como la mayoría de los jóvenes puertorriqueños de mi edad, no tenía idea de que cuatro puertorriqueños, entre ellos una mujer valiente y decidida, habían atacado el Congreso de Estados Unidos en 1954. Quedé completamente impresionada y sorprendida con esa acción tan radical y atrevida ejecutada por el Partido Nacionalista de Puerto Rico.
Yo había escuchado vagamente de don Pedro Albizu Campos y el Partido Nacionalista y evidentemente sufría de una enorme ignorancia sobre la historia del nacionalismo, sobre la historia de Puerto Rico, en general. Siempre me chocó que sólo estudiáramos la historia de nuestro país en un mísero semestre, cinco cortos meses, en los doce años de formación elemental, intermedia y superior. En estos cinco meses no pasábamos de estudiar la historia oficial de los procesos políticos intervencionistas que hemos sufrido, yo diría que una historia oficial de dudosa reputación.
Como resultado de esta deliberada omisión, esta trágica ignorancia, llegamos a la adultez sin conocer las luchas del pueblo puertorriqueño, todo tipo de luchas. ignorando quiénes son nuestros héroes, los más insignes y los héroes anónimos.
Y así seguimos por la vida sin saber lo grande que somos y lo grande que podemos ser como nación y como pueblo. Es por esto que nuestra tarea como documentalistas sea urgente e indispensable.
Los documentalistas: guardianes de nuestra memoria colectiva
Fue precisamente a través de un documental que aprendí sobre la lucha del pueblo puertorriqueño por su independencia nacional y tuve mi primer encuentro con Rafael Cancel Miranda. Pude observar a un joven de 23 años, con quien me pude identificar, y que con aplomo espectacular y actitud desafiante contestó a un periodista “I’m not sorry for what I did, I am not sorry”. Sentí un ramalazo de orgullo patrio. Estas palabras quedaron grabadas en mi memoria, de ahí el título del documental. Don Rafa me dio permiso para bautizar su película con un título en inglés.
Mi próximo encuentro clave con don Rafael fue la llegada a Puerto Rico de los cuatro nacionalistas excarcelados Lolita Lebrón, Oscar Collazo, Irvin Flores junto a Rafael el 12 de septiembre de 1979. Yo estaba en la isla preparando la filmación de mi primer documental titulado La operación y tuve la dicha de estar en el aeropuerto esperando a los cuatro donde primaba un ambiente cargado de eléctrica alegría y emoción. Tal vez muchos de los aquí presentes estuvieron en ese recibimiento. Fue una de las experiencias colectivas de mayor gozo que he tenido el privilegio de vivir.
Don Rafael me aseguró que no recordaba lo que dijo cuando le tocó el turno al micrófono, pero tengo la plena certeza que estas fueron sus palabras: “Yo he visto mares muy lindos pero nunca un mar más lindo que este mar de caras puertorriqueñas”. Todos lloramos de emoción. Nunca olvidé las palabras de este poeta y patriota.
Me permito hacer este recuento personal para expresar lo importante que es para mí estar hoy aquí a minutos de estrenar mi documental sobre este querido y admirado personaje.
Este homenaje a don Rafael ha sido para mí un motivo de reflexión nuevamente sobre la misión de los documentalistas puertorriqueños, sobre todo en este momento en que nuestro país enfrenta la crisis definitiva del derecho a regir nuestro propio destino como la gran nación que somos.
Los documentalistas podemos rescatar nuestra memoria colectiva y también ser guardianes de ese valioso legado. Podemos ser arqueólogos excavando en el caudal profundo de los grandes logros de nuestro pueblo, que ha sabido cultivar la cultura nacional, luchar por sus derechos, por su integridad, su dignidad y también por la libertad para regir su propio destino.
Excavando en ese Puerto Rico subterráneo podemos liberar las voces reprimidas de los excluidos, por género, por clase, por el derecho de amar a quien amamos, en suma, por los derechos humanos de todas y todos. Así que el documentalista puede ser un defensor de los derechos más fundamentales en Puerto Rico y en cualquier lugar del mundo.
Provocar, cambiar el paradigma e iluminar
Propongo que la segunda misión del documentalista sea la de provocar la reflexión, y en algunas instancias provocar la acción. Hacer pensar y hacer actuar.
Hagamos del documental un instrumento de reflexión, una invitación a descubrir, a indagar, a entender con profundidad lo que pasa en nuestra sociedad.
La tercera misión de los documentalistas puertorriqueños es la de ser destructores de mitos que atentan contra nuestra integridad como pueblo, que nos empequeñecen, que nos debilitan y nos denigran.
Cuando entré al cuarto grado en la Escuela Eleanor Roosevelt, mi maestra de estudios sociales comenzó la clase diciendo “Puerto Rico es un país pequeño sin recursos y sería un país muy pobre sin la intervención de los Estados Unidos”. Estas palabras tuvieron un impacto brutal en mi conciencia y recuerdo a esa pobre maestra y esas falsas palabras con toda claridad hasta el día de hoy.
Fueron precisamente los documentales sobre los puertorriqueños del programa Realidades en WNET, televisión pública de Nueva York, en colaboración con Sandino Films en la isla, los que comenzaron a cambiar mi paradigma sobre Puerto Rico como país inepto y de obligada dependencia. Los Nacionalistas de José García y Culebra y Piñones de Diego de la Texera, entre otros, me demostraron que el documental tiene el poder de iluminar.
Podemos, como documentalistas, contribuir a reinventar el imaginario colectivo de lo que es ser puertorriqueño y de lo que es Puerto Rico, un pueblo poderoso y valiente con el talento profundo e inagotable que pude palpar diariamente en mis jóvenes estudiantes de la Universidad de Puerto Rico. ¿Quién se atreve a decir que somos pobres si tenemos a los estudiantes, a los trabajadores que han construido este país con esfuerzo, si tenemos a nuestros científicos, a los artistas, a los intelectuales, a nuestras familias, si hemos sido protagonistas de grandes luchas?
Esa también es la tarea del documentalista. Hacer brotar el orgullo patrio, la estima propia, como individuos y más importante aún como la gran nación que somos.
Esto se convierte en una tarea urgente en la encrucijada que vivimos bajo una Junta de Control Fiscal impuesta por el poder extranjero, que invadió a Puerto Rico en 1898. Hoy enfrentamos una Junta que viene a decirnos, una vez más, que los puertorriqueños no tenemos la capacidad de resolver la crisis que enfrentamos y progresar por nuestros propios medios.
Vienen a mandar, como cuando nos invadieron en 1898. A eso hemos retrocedido, a una imposición dictatorial extranjera, típica de la época más cruda del imperialismo, con poderes que están por encima de los puertorriqueños electos por el pueblo.
Suena difícil, dadas las circunstancias, pero la Misión de nuestro colectivo de documentalistas no es imposible. Con nuestro arte los documentalistas sí podemos hacer grandes aportaciones a la sociedad. Y somos afortunados porque tenemos un caudal de recursos expresivos para cumplir con esta hermosa tarea, tenemos la imagen, la palabra, los sonidos, la música, artes que nos conmueven y nos ilustran.
Como constructores de nuestra memoria y conciencia colectiva, como provocadores del pensamiento y la acción, como destructores de mitos, nos toca a los documentalistas ser creadores, analistas, rescatadores, visionarios, defensores de lo bueno y de lo bello, de lo justo y de lo humano. Esta es nuestra misión urgente.
Mi película
Don Rafa pudo ver con los ojos del espíritu y escuchar con muchísimo placer una versión más o menos adelantada del documental en febrero de 2020, semanas antes de fallecer. Quedó encantado con lo que él llamó “mi película”. Estaré siempre agradecida a don Rafael por permitirme el honor y privilegio inmenso de adentrarme en su vida con gran entrega y con ese sentido del humor extraordinario que me hizo reír tantas veces y que lo ayudó a sobrevivir cárcel y calabozo.
Rafael Cancel Miranda, fue un patriota y héroe nacional, de altísimo valor, una figura gigante de las que se ven rara vez en la historia. Fue capaz de actuar por el derecho de Puerto Rico a luchar por su independencia, como cualquier otro país del mundo. El costo de su integridad y entereza fue el encierro durante 27 años en prisión, muchos en confinamiento solitario, aunque como decía don Rafa, siempre fue un hombre libre.
Deseo reiterar mi agradecimiento a don Rafael Cancel Miranda y su esposa María de los Ángeles “Angie” Vázquez, por su apoyo incondicional para lograr este proyecto. A la Facultad de Comunicación e Información de este recinto que acogió el documental como proyecto propio. También deseo agradecer a los talentos creativos que colaboraron, muchos de ellos sin cobrar un centavo, a pesar de ser veteranos de la industria de cine y publicidad de nuestro país.
Quisiera que cuando los mencione, por favor suban al escenario para que todos vean el tremendo equipo creativo detrás del documental que van a ver en breve. Agustín Cubano, director de fotografía principal, Adrián Pérez, editor y coautor del guión de montaje, Bonita Huffman directora de arte, Vilma Martínez, diseñadora de vestuario de época, Zoraida Sanjurjo, directora de casting. Todas ellas se entregaron al proyecto para asegurar la calidad y autenticidad de las recreaciones de anécdotas de don Rafael ubicadas en varias décadas. A Osvaldo Rivera, productor del metraje de archivo. A Rouseline Domena y Jaime Carmona, sonidistas.
Quiero agradecer también a la Banda Acústica Rodante que donó con mucho amor la música del documental dedicada a don Rafael Cancel Miranda Ellos son: Nore Feliciano, Rucco Gandía, Tito Auger, Mikie Rivera y Walter Morciglio.
* Fotografías: Alina Luciano.