Miguel Ángel García Méndez
- Detalles
- por Fernando Bayrón Toro
Es para mí motivo de orgullo y satisfacción el que se me haya escogido para participar en este acto tan significativo. Como amante de los libros, pienso que cuando se presenta un libro, como lo que aquí acontece, es algo parecido a cuando nace una criatura. Los libros también tienen vida. Muchas veces provocan emociones, sentimientos, transformaciones y hasta revoluciones en la vida de seres humanos y en los sistemas políticos del mundo. Incluso, a veces, la vida de los libros rebasa las de sus autores, alcanzando cientos y miles de años como La Biblia, El Corán y El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Marx murió en la pobreza y triste en 1883, pero su libro El manifiesto comunista de 1848 provocó la más grande revolución de la humanidad en el siglo XX.
Como investigador e historiador de la política puertorriqueña, hace tiempo pensé que faltaba en el país más información que la existente, biográfica y temática, sobre la vida y obra de una de las figuras más sobresalientes de las décadas del 20, 30, 40, 50 y 60 del siglo XX. Me refiero a don Miguel Ángel García Méndez. Debo reconocer que Roberto Mesa Martínez escribió en 1966 un trabajo con el nombre de Apuntes biográficos sobre Miguel Ángel García Méndez y que Ángel M. Torregrosa escribió en 1939 una Biografía de Miguel A. García Méndez.
Don Miguel incursiona en la vida política del país en el 1928, resultando elegido inmediatamente como Representante a la Cámara por el Distrito que componían los municipios de San Germán y Sabana Grande. De esa forma se inicia una de las vidas más polifacéticas y exitosas del Puerto Rico del siglo XX. Presidente de la Cámara de Representantes en 1932 y 1936. Presidente del Partido Estadista desde 1952 hasta su retiro de la política en el 1968. Miembro de la Convención Constituyente del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Además de sus éxitos en la vida política, triunfó también en su profesión de abogado, como jurista, en los negocios, en la vida cívica y, sobre todo, en la vida familiar, pues creó junto a su extinta esposa doña Fredeswinda Ramírez de Arellano, una distinguida y ejemplar familia mayagüezana y puertorriqueña.
Me consta personalmente del orgullo y la alegría que le produce a esta noble familia, integrada por sus hijas Ileana y Fredita, sus cónyuges, y por sus nietos y biznietos, contar todavía con la compañía y el cariño de don Miguel Ángel, que a causa de sus más de 90 años y de algunos problemas de salud, no se encuentra en este Casino de Mayagüez, al cual perteneció, y en el que en sus mejores días hizo galas de sus extraordinarias cualidades como orador y como figura de relieve político e intelectual. Casualmente, su biznieta Gira López Stipes es la reina Juvenil de este Casino. Estoy seguro de que desde su Atalaya del Cerro de las Mesas de Mayagüez su pensamiento, que todavía es claro, se mezcla con el nuestro como en aquellos días de luchas incesantes en que se confundía con todo el pueblo puertorriqueño.
Se ha escrito de figuras contemporáneas de don Miguel Ángel García Méndez, como Muñoz Marín, Albizu Campos, don Luis A. Ferré y otros. Hacía falta una obra como el libro que se presenta formalmente esta noche sobre la vida y obra de García Méndez. Este libro le añade unos eslabones que la cadena de nuestra historia había perdido y necesitaba, como las incidencias del primer debate político de importancia, radio difundido, de nuestra historia: el debate entre Muñoz Marín y García Méndez, en San Germán, en el 1935. El contenido literario, histórico y bibliográfico del libro La trayectoria de un prócer, escrito por la señora Ileana García Ramírez de Arellano, desde este momento se convierte en una fuente, muchas veces primaria, a la que los puertorriqueños tendremos que recurrir.
Personalmente, siento el privilegio de haberme enterado del proyecto de Ileana desde hace unos seis años, en ocasión que le serví de abogado a ella y a su familia. Recuerdo que con mucha sencillez y discreción me habló de sus planes de escribir un libro acerca de su padre. Después de eso, frecuentemente me comentaba que seguía trabajando en el libro. Hace como un año y medio vino a mi oficina con un gran paquete que contenía su obra ya terminada, cientos de hojas escritas a maquinilla con decenas de anotaciones que demostraban un trabajo acucioso y auténtico. Además, acompañaba su trabajo con decenas de artículos de periódicos, escritos sobre su padre y su familia y cientos de fotografías históricas y familiares. Debo señalar que, a pesar del tamaño y la calidad editorial del libro, tuvo ella que omitir muchos artículos y fotografías.
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