A 104 años de la apertura del Teatro Balboa | Armando “Chucho” Avellanet
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- por mayaguezsabeamango.com
En la segunda década del siglo XX, el hacendado yaucano José Aguiló Rodríguez, exportador de frutos menores, seducido por la fiebre del cinematógrafo, se anticipó al concepto de las grandes cadenas de cine modernas, al crear su propio emporio en el suroeste de Puerto Rico con cinco cines en Mayagüez y San Germán, una faena que se extendería durante 50 años.
Ya en el 1940, además del Teatro Balboa, inaugurado en el 1921, en Mayagüez Aguiló Rodríguez era dueño del Teatro Encanto o San Vicente y el Teatro Rivoli. En San Germán administraba los teatros Sol y Parque. El magnate del cine manejaba dos mil 450 butacas diarias en sus cinco cines en los que las películas cambiaban todos los días.
El Teatro Balboa fue el “hijo predilecto y su querendón”. Según su hijo, el doctor José Antonio Aguiló, “de él salió una noche para morir, esa misma noche, de repente, el día 4 de diciembre de 1973. Estuvo en su teatro hasta los últimos minutos de su vida”.
Un teatro de barrio
Cuando Aguiló Rodríguez decidió construir el Teatro Balboa, el empresario compró el terreno que antes ocupó el prestigioso Liceo de San Juan en Mayagüez, donde cursaron sus grados primarios el Maestro mayagüezano Eugenio María de Hostos y el periodista, ensayista, dramaturgo y bibliógrafo Manuel María Sama, entre otros alumnos ilustres.
El Balboa se erigió “sobre los cimientos del Liceo saturados de parte importante de la historia de Mayagüez”, luego que la estructura sucumbiera a los efectos del devastador terremoto de San Fermín que destruyó el 75% de las estructuras de la ciudad, el 11 de octubre de 1918.
En 1921 y a los 27 años de edad, el empresario le encomendó el diseño de su primer teatro al prestigioso arquitecto mayagüezano Luis Perocier y su construcción al contratista «Mencho» Olivieri en un estilo influenciado por las ideas que trajeron a la isla los arquitectos boricuas educados en Estados Unidos y los estadounidenses, luego de la invasión de 1898, respondiendo a las aspiraciones de modernidad, sofisticación y elegancia de la nueva burguesía.
Su ornamentación era y es relativamente sencilla: aleros con tejas de barro sobre ménsulas molduradas y dos pilastras cuadradas con bajo relieve vertical. El volumen rectangular en primer plano y las ventanas de celosías rompen la fluidez de la composición. El año de su construcción y su apertura y su nombre destacan en el coronamiento moldurado que enmarca la fachada original. Tenía un tamaño considerable, según el plano original el Balboa sentaba 400 personas en lunetas y otras 200 en las gradas de la galería.
Un teatro de reestreno
Aguiló Rodríguez era socio de Francisco Maymón, un empresario sangermeño que en Mayagüez “fue pionero al emitir las primeras imágenes en movimiento con el uso de un proyector cinematográfico” destaca la historiadora y planificadora Rose Mari Bernier. Era, además, distribuidor de instrumentos de proyección y productor de películas, y en 1909 construyó su primer cinematógrafo, el Teatro Yagüez, un teatro de estreno que abrió un mundo de posibilidades para el entretenimiento público de la zona.
Contrario a los de Maymón, los cinco cines de Aguiló eran teatros de reestreno en los que se exhibían las películas -en algunas fechas dos por un mismo precio- que ya se habían estrenado en el Teatro Yagüez a precios mucho más altos.
La televisión no existió en Puerto Rico hasta 1954 y las salas de cine de Aguiló se abarrotaban, a diario, de gente que venía a disfrutar de las series de Flash Gordon y Roy Rogers, episodios semanales que se presentaban antes de la película del día, y a enterarse de lo que pasaba en el resto del mundo en los noticiarios fílmicos, pagando precios muy bajos.
Aunque su escenario teatral era más reducido que el de otras salas, las compañías de teatro de Puerto Rico y del extranjero también presentaban sus producciones en el Balboa.
Según Aguiló, la legendaria actriz mayagüezana Lucy Boscana y los afamados Helena Montalbán y Axel Anderson fueron solo algunos de los artistas que se presentaron en su escenario. Los actos de magia e ilusionismo de la compañía del afamado mago español Richardine: «el hombre que le robó el poder al Diablo» atestaban el espacio siempre que venían de gira a Mayagüez.
Desde su apertura, el Teatro Balboa sirvió, no solo para la proyección de producciones cinematográficas y escenificación de las teatrales, sino como lugar de encuentro para los miembros de organizaciones cívicas, sociales y políticas que celebraban allí sus asambleas y reuniones.
Nueve años después de su inauguración, en el verano de 1930, Aguiló Rodríguez instaló en el Balboa un aparato Vitaphone para ofrecer películas habladas, desarrollo existente desde 1927.
El teatro contaba con un palco reservado para la familia Aguiló y además de sus miembros acogía a sus amigos.
El águila del Balboa
Aunque la familia no sabía a ciencia cierta por qué había un águila pintada en el techo del patio de butacas del Balboa, Su hijo, José Antonio ha llegado a conjeturar que, al igual que en el escudo heráldico de la familia, en este caso, era la manera visual y simbólica de mantener y recordar el abolengo de los Aguiló.
Nueva administración y cierre definitivo
Tras la muerte de Aguiló Rodríguez, en 1973, la administración del teatro pasó a manos del empresario Nelson Cortina, quien lo dirigió durante décadas. Fue él quien en 1978 cambió el nombre a Cinema Balboa y alteró el diseño de la fachada en un intento por mantener vivo el cine de barrio que en los años 70 ya daba muestras de agotamiento.
La llegada de las salas de cine al Mayagüez Mall en el año 1972 y 1977 aceleraron el desinterés de los cinéfilos, que preferían pagar más por ver las películas en los nuevos cines de estreno. Según Néstor Cortina, hijo del antiguo administrador, “la apertura de otras once salas de cine en el Mayagüez Town Center supuso la sentencia de muerte del Balboa”, que al final de sus días se convirtió en un decrépito cine de películas x.
El Teatro Balboa ahora lleva el nombre de Armando “Chucho” Avellanet
Cuando en el 2005 el gobierno municipal quiso comprar el inmueble, los herederos de la sucesión José Aguiló Rodríguez accedieron a venderlo, luego de que se les garantizara que el edificio “no sería destruido, sino restaurado, y que seguiría siendo el Teatro Balboa”, recuerda el doctor Aguiló.
El Balboa es hoy un hermoso teatro, cuya programación es consultada con productores y creadores de cine con énfasis en la proyección de cine no comercial internacional y del nuestro de alta calidad. Los planes contemplan el desarrollo de talleres de cine y otras disciplinas relacionadas.
Tras su reapertura, el 12 de junio de 2025, el icónico cine de reestreno llevará también el nombre del afamado cantante y actor mayagüezano Armando “Chucho” Avellanet, el multifacético artista que destaca por su impecable y longeva carrera como cantante, actor de cine, televisión y productor musical.
Chucho ha dedicado más de seis décadas de su vida a los escenarios más prestigiosos del país y el extranjero. Ha recibido cientos de reconocimientos y varias nominaciones a los premios Grammy. Decenas de grabaciones en solitario y otras con tríos, duetos, tunas, y música de casi todos los géneros.
Avellanet inició su carrera profesional de la mano del productor cubano Gaspar Pumarejo en el año 1961. Su primera aparición en la televisión nacional le lanzó al estrellato. Pronto abandonaría los tríos, con los que comenzó su aventura musical en su Mayagüez natal, para convertirse en el ídolo indiscutible de la Nueva Ola. Su asociación con el productor Alfred D. Herger y el respaldo del también productor Paquito Cordero su carrera se solidificó musical y actoralmente.
La televisión posibilitó su proyección internacional. Latinoamérica le abrió sus brazos y en los Estados Unidos llenó los teatros de los estados con alta población latinoamericana. México y España fueron plazas que también conquistó. Demostró su amplio registro artístico al participar en unas ocho películas hechas en Puerto Rico con artistas extranjeros y directores y productores de alguna reputación internacional.
Notas sobre la restauración
La transacción final de compra y venta del icónico edificio entre la administración municipal de Mayagüez y la sucesión José Aguiló Rodríguez se firmó el nueve de agosto de 2006.
La restauración actual, iniciada en el 2015 y pagada con fondos municipales, ha respetado los detalles característicos del edificio construido en 1921. Hay que destacar que lo único que se conserva de la estructura original es la fachada frontal, con su nombre y el año de su apertura, y la trasera. Las paredes laterales de mampostería fueron demolidas y sustituidas por otras de concreto y acero con capacidad para resistir el peso del nuevo techo. Artesanos ebanistas replicaron el diseño de las ventanas de celosías de caoba características de la fachada frontal y lateral. Se ha colocado una marquesina y se añadió una plazoleta en el frontispicio.
En el interior, la emblemática galería en forma de herradura del segundo piso ha sido sustituida por un entrepiso sobre el patio de butacas de la parte baja del teatro. Se redujeron las lunetas y se eliminó el pasillo central original para añadir dos pasillos laterales. En el altillo se habilitó una sala de proyección, otras dos filas de butacas y un salón de estar. La restauración ha respetado una pared lateral interior de ladrillo y piedra expuesta en el espacio destinado a los camerinos.
El Balboa cuenta con un nuevo sistema de sonido y una pantalla digital donde se proyectarán, películas, series y otros elementos y diseños escenográficos y lumínicos. Para mejorar la iluminación teatral también se han añadido algunos puentes de luz.
La rehabilitación del teatro la inició en el año 2015, el ingeniero Víctor García Pagán de la firma C.S.C.G. Inc., mientras que la evaluación histórica y estructural del edificio la realizó el arquitecto Víctor M. Villegas de la compañía Arquiteg de Puerto Rico que culminó el proyecto.
Además de la remodelación de 1978, y la actual, los archivos sugieren que el entonces Cinema Balboa había sido restaurado en los años 40 y 50, cuando el propio Aguiló comisionó a un artista extranjero pintar frisos en las paredes y columnas de la sala de butacas y, el águila en el techo.
El Teatro Balboa Armando Chucho Avellanet, un monumento histórico
El 29 de agosto de 2024 se firmó la ley 116 que eleva a la categoría de Monumento Histórico Nacional al Teatro Balboa de Mayagüez; lo incluye en el Inventario de Sitios y Zonas Históricas de Puerto Rico y ordena a la Oficina Estatal de Conservación Histórica de Puerto Rico que gestione su inclusión en el Registro Nacional de Lugares Históricos de los Estados Unidos.
El municipio de Mayagüez ha asumido la restauración y el mantenimiento del espacio en cumplimiento de su compromiso con la preservación y conservación del patrimonio edificado de la ciudad.
¡Felices 104 años al Teatro Balboa | Armando “Chucho” Avellanet y larga vida a ambos!
Luces, cámara, acción.