Santiago Flores Charneco y el descubrimiento del Arte
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- por Amanda Carmona Bosch
Hubo una vez un niño que salió de la ribera del Río Yagüez donde atrapaba cangrejos para abordar un avión rumbo a Nueva York, donde descubrió la historia del arte universal tras una breve visita al Museo Metropolitano. Hoy es un pintor profesional que mantiene un taller cerca del mismo río, en Trastalleres, el barrio obrero del sector La Marina de Mayagüez.
“Para mi Trastalleres es el río Yagüez y los cangrejos. Cuando niño yo era pescador de cangrejos, brincaba los patios para poner las trampas. Ahora no los cazo porque si lo hiciera, me saldrían en los sueños. El vecindario sigue siendo el mismo de hace cuarenta años, con algunos cambios de gente nueva”, dice Santiago Flores Charneco convencido de que su amor por el barrio es “por partida doble”, pues es el lugar de nacimiento de su madre y su padre.
Los abuelos paternos de Chago llegaron de las Islas Canarias y Las Filipinas. Instalaron una fábrica de bloques en el barrio y practicaban un deporte que nos llegó precisamente de esas tierras. “Mis abuelos siempre fueros galleros, mi papá y su hermano heredaron ese deporte y a mi me dieron la tarea de alimentarlos en la mañana y en la tarde, esa era mi labor diaria”.
Cuando Flores Charneco se hace pintor transforma el rancho de los gallos en taller de pintura y es allí donde actualmente se va a hacer las pinturas de gran formato. “Es mucho más espacioso, puedo desarrollar varios focos de trabajo a la vez y pintar los lienzos grandes sin tener que salpicar los muebles”. También mantiene un área de trabajo en San Juan donde realiza “procesos más livianos como coser o dibujar ideas que luego termino en Trastalleres”.
Mientras alimentó gallos y cazó cangrejos su vida se mantuvo en esa burbuja maravillosa de conexión con la familia, la tierra y la naturaleza. La importancia de una niñez así se revelará en el potencial creativo de este artista. Sin embargo, tuvo que suceder algo que explotara esa burbuja para lanzarlo a otra que debió parecerle alucinante y que por ello marcaría un camino de vida posible pero insospechado y retador.
“De niño no tuve clases particulares de arte. A los 11 años hice un viaje a la ciudad de Nueva York, fue un regalo de graduación de sexto grado, obsequio de una tía. En ese viaje visité el Museo Metropolitano. Esa visita fue mi primera experiencia con el arte. Lo más que me gustó fue la sala de arte griego, las esculturas y ver una maqueta del Partenón”, recalcó.
Si esas piezas de arte clásico fue lo que le atrajo y aún hoy recuerda, entonces podemos comprender por qué cuando llegó a la etapa universitaria se fue a la Universidad Politécnica de San Germán a estudiar diseño. Allí ocurrió lo que le ha sucedido a muchos y que demuestra la importancia de los maestros y profesores en el desarrollo de nuestra juventud y lógicamente de nuestra cultura.
“Todavía no sé como ocurrió, empecé a estudiar un grado asociado en diseño en el Poli en San Germán. Un día tuve una entrevista de evaluación con la Profesora María García Vera, quién me recomendó continuar los cursos de arte en el bachillerato, creo que así comenzó, yo me sentí sorprendido con aquella entrevista, sabía que me faltaban herramientas pero seguí... sorprendido”. Esa decisión fue el comienzo de la etapa de aprendizaje y estudio de muchos años para convertir la actividad creativa en disciplina artística profesional. Tres años en el Poli y tres en la Escuela de Artes Plásticas, le permitieron completar un Bachillerato en Artes Visuales.
Sin embargo, aún no se sintió satisfecho y en busca de más aprendizaje se fue a otra gran ciudad que no deja a nadie igual que como llega, Ciudad de México. “Para estudiar en México tuve que hacer varios préstamos de estudiante, pero también obtuve una beca del Municipio de Mayagüez. Allá viví poco más de dos años (1993-95). Esa ciudad, ese país, me cambiaron totalmente la manera de mirar mi trabajo de arte, la ciudad me cambió la perspectiva de cómo mirar y hasta la vida misma”. Este es el momento en que Santiago comienza a crear su propia forma de expresión visual.
“Estaba inconforme con el trabajo que venía haciendo, pintura sobre pintura, una capa sobre la otra, sin lograr la fuerza gráfica que tenían, por ejemplo, los bocetos en blanco y negro. Así que cambié la estrategia. Empecé a recortar los lienzos en cuadrículas. Con los bocetos ya había ocurrido algo similar, los recortaba para lograr algún efecto y los volvía a recomponer. Las telas se transformaron, la fragmentación hizo que el color se multiplicara, convirtiendo cada pequeño pedazo de pintura en una propuesta individual. Luego, en una calle del centro de la ciudad de México encontré hilo, agujas y dedales, mis nuevas herramientas de trabajo, y comencé a coser. Así nacieron las primeras piezas de pedazos de pintura que llamé ‘paños cuadrícula’”, recalcó.
Las decisiones visuales que toma un artista a la hora de crear una obra de arte no salen de la nada, pero tampoco son el producto de una sola circunstancia, experiencia o influencia. Santiago había visto el color de los bordados que vendían los indígenas en las calles y las “banderas vudú haitianas”, con las cuales había “quedado maravillado en una exhibición de artes populares” al igual que los paños Mandé africanos (una especie de vestido-disfraz donde el diseño de los parches refleja la presencia de ancestros) y el mosaico islámico de Marruecos. El uso de la cuadrícula él lo relaciona con el diseño urbano de su ciudad natal.
Ha pasado el tiempo y aquel joven del río Yagüez ha madurado lo suficiente como para declarar: “Soy un artista abstracto. Durante los pasados quince años he trabajado básicamente un ensamblaje de fragmentos de pinturas, dibujos y grabados, unidos manualmente mediante la costura. Técnicamente mi obra conjuga, proceso y oficio”. Un acercamiento clásico al arte, por su claridad y tradición.
Si difícil es tomar el camino del arte más difícil es mantenerlo. A la pregunta de cómo le va ahora, dice: “Siempre ha sido duro trabajar en el arte, en estos momentos el esfuerzo es mayor. Las ventas en las galerías de arte han caído al piso, la gente no esta comprando arte, aunque los invites a ver la exposición, no van. El gobierno tampoco está promoviendo áreas de trabajo para el artista plástico. Así que busco promover y difundir mi trabajo fuera del país, me encuentro haciendo propuestas para becas, residencias de artista, entre otras cosas, en esas cosas pongo mis esfuerzos”.
Quizás Chago termine yéndose y perdamos a otro artista. El, por lo menos ha tenido la capacidad y la posibilidad de seguir… sorprendido por sus hallazgos.