Nueva York sabe a mangó
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- por Mariana Reyes Angleró
Al filo de las tres de la tarde Alex, Único y Leró hablaban recostados de la pared de atrás de la casa de madera y zinc. La enredadera de uvas que corre de un lado a otro del patio de la casita les daba un poco de sombra. Ya estaban a sólo horas de regresar a Mayagüez después de cumplir su misión de representar a la ciudad en el Bomplenazo de Hostos Community College en El Bronx, Nueva York.
Alex López es mayagüezano de pura cepa, canta y toca plena con Los Tambores de Félix Alduén, agrupación compuesta en parte por los nietos del pilar de la bomba mayagüezana. Los Tambores viajaron de Aguadilla a Nueva York acompañados por los miembros del grupo Yagüembe, al cual pertenece Leró Martínez, mayagüezano adoptivo y que es dirigido por el maestro Papo Alers. Ambos grupos y Rumbacuembé recibieron los honores de representar a su ciudad en el evento que se le dedicó a la bomba y la plena mayagüezana.
El Bomplenazo se celebra cada dos años desde el 2000. Producido por Roberta Singer y Wally Edgcombe, de Hostos Community College, el evento de tres días que reúne en El Bronx a exponentes de los géneros de la Isla y la diáspora se ha convertido en la actividad más relevante de la bomba y la plena. Incluye talleres, conferencias y conciertos.
Los Pleneros de la 21, institución que dirige Juan Gutiérrez, siempre se presenta en el evento, como grupo sede que durante más de dos décadas ha mantenido viva la tradición al otro lado del charco. “Se dice que en el área de Mayagüez fue que comenzó la bomba, tiene mucho que ver con la proximidad del oeste a las islas vecinas”, dice el músico. “Además, el arraigo de la bomba y la plena en Mayagüez tiene que ver con la proliferación, con la popularidad de sus practicantes, Mon Rivera, Ángel Luís Torruellas, por ejemplo”.
Torruellas, también conocido como el Rey de la Plena, era el homenajeado del evento este año. El mayagüezano –nacido en el Barrio Colombia- tiene a su haber más de cien grabaciones en las que canta, interpreta canciones de su autoría, y toca la pandereta. El trombonista Papo Vázquez hizo el arreglo de algunos de los clásicos de Torruellas para los que contó, básicamente, con los músicos de Los Pleneros de la 21. El sábado en la noche Los Tambores de Félix Alduén, Los Pleneros de la 21 y Ángel Luís Torruellas tocaron ante casi mil personas en un abarrotado teatro de la universidad que lleva el nombre del más insigne de los mayagüezanos.
El domingo el fin de fiesta llevó a los músicos y a la comunidad en general un poco más arriba de donde ubica Hostos, a la calle 157. Allí los recibió el colectivo de El Rincón Criollo, mejor conocido como La Casita de Chema. La casita ocupa lo que era un lote abandonado en el Sur de El Bronx. Cerca de la década de los sesenta del siglo pasado las comunidades neoyorquinas empezaron a adueñarse de esas “yardas” vacías en sus vecindarios que servían de refugio a criminales y en ocasiones se usaban de vertedero. La gente rescató esos espacios. Muchas veces en las comunidades boricuas los lotes se convirtieron en espacios comunitarios, jardines con cultivos comestibles y puntos de reunión. La Casita de Chema es quizás la más famosa por tener, además de huertos, una típica casita de campo –en medio de la ciudad- y porque todos los fines de semana la comunidad se reúne allí a tocar bomba y plena. “Aunque todavía soy joven”, dice Alex López de Los Tambores de Félix Alduén, “nunca había visto que se le diera a nuestra música de Mayagüez un reconocimiento como éste, la manera en que nos han recibido aquí ha sido increíble”.
El cierre del Bomplenazo siempre es en La casita. Allí, los muchachos esperan a sus visitantes con un lechón asado a la varita y con vino casero del que preparan con las uvas de la enredadera que le da la vuelta a la casa. Se juntan jóvenes y viejos de ambos lados del charco a compartir canciones hasta que el cuerpo aguante. La fiesta se ha tornado en un festival comunitario, las calles alrededor de la casita estaban llenas de gente que bailaba al son de los tambores mayagüezanos.