El Show de Chucho Avellanet

Chcuhco AvellanetLa gente lo saluda como si lo conociera. “Chuchoooo”, grita uno desde un carro que pasa a toda velocidad frente a la esquina donde el cantante nos enseña el espacio que ocupaba su antigua casa. Ahora hay un estacionamiento en el sitio donde se crió Armando Avellanet en el barrio París de Mayagüez.

Cuando llegamos a la escuela elemental donde el cantante estudio sus primeros años, un señor interrumpe la entrevista y le da la mano. Chucho lo saluda, le pregunta por la familia y luego nos dice que se trata de un compañero de clases que estudió con él. “Íbamos juntos a clases, a mi no me guste decir que estudié con él porque yo no tocaba mucho los libros”, dice. Con cuatro décadas de trabajo en sus costillas Chucho no olvida el barrio mayagüezano donde creció con su tía abuela, del lado materno, su tío político y las tres primas que se convirtieron en sus hermanas. La casa era casi al lado de dónde ahora está el Palacio del Deporte de Mayagüez y a pasos del Colegio.


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Chcuhco AvellanetAllí empezó a cantar serenatas y después integró el Trío Los Duendes. Chucho estudió brevemente en la Escuela Libre de Música de Mayagüez. Dice que se pasó la infancia jugando en la calle y brincando verjas, a veces para ver juegos de pelota de los Indios de Mayagüez cuyo parque original, La liga de París, quedaba en el barrio suyo. Después de caer en manos del productor Gaspar Pumarejo su vida cambió para siempre. Su voz se nos hizo conocida a todos, casi familiar.

Cuando se integra la Nueva Ola, Chucho se convierte en una súper estrella. Firmó con la disquera United Artists –compañía con la que grabó discos en español y en inglés-, viajó por toda América y representó a Puerto Rico en el primer Festival OTI de la canción en 1972, donde obtuvo un cuarto lugar. Participa en películas y programas de comedia y mantiene, durante muchos años, El Show de Chucho Avellanet, programa de variedades que pasó por diferentes canales y cambió de nombre varias veces. Es uno de los pocos artistas que contaba con un espacio televisivo permanente en el que cantaba y además abría un espacio para los comediantes del País. Hubo otros programas de éxito rotundo, como el Show de Iris Chacón y el de Menudo, pero quizás ninguno con la longevidad del Show de Chucho.

“Yo siempre quise ser comediante”, dice antes de explicar que a sus compañeros de la Escuela Superior Eugenio María de Hostos les extrañó oírlo cantar porque de adolescente siempre se distinguió por ser el payaso del grupo. “No sabían de dónde me había salido lo de cantante”. Pero cualquiera que lo escucha cantar sabe que lo de cantante era inevitable. Y después de pasar una hora jangueando con él por el barrio París se me hace evidente que lo de comediante era inevitable también.

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