¿Por amor al Arte? Sólo para valientes y apasionados.
- Detalles
- por Amanda Carmona Bosch
Hace poco más de diez años Alicia Martínez cayó muy enferma. Durante el mes de convalecencia, confinada a una cama, meditó mucho sobre el sentido de su vida. Y con la mirada perdida se dijo “si salgo de esta... sé lo que voy a hacer”. Había decidido abrir una galería de arte.
A poca gente se le ocurre algo así. Porque si hay algo difícil de vender en este mundo es una obra de arte. ¿Qué por ciento de la población compra obras de arte originales? ¿Cuánto de sus ingresos está dispuesto a gastar en comprar un objeto de lujo cuyo valor es tan ambiguo?
Estas consideraciones no le preocuparon. Alicia abrió West Gallery en Mayagüez hace ya diez años, siendo ésta, hoy día, la única galería en toda la costa oeste de Puerto Rico. Por un lado no se puede negar que fuera valiente y que haya algo en ella de trabajar por amor al arte. “Yo quiero pensar que he nadado contra la corriente por diez años”, asegura con mucha convicción en lo que hace.
Pero por otro lado no era una idea que salía de la nada. Nos dice que “hace unos quince años había una necesidad: los jóvenes profesionales querían comprar arte, fue el momento del boom de las artes plásticas”. Y Alicia había orbitado alrededor del pequeño universo del arte desde siempre, por una razón u otra.
Había estudiado arte en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Y ya en Mayagüez, tomó clases de arte como oyente con María Luisa Penne de Castillo, la creadora del programa de arte del Colegio de Mayagüez. “Se volvió natural que la gente venía a pedirme opinión y que los asesorara sobre qué comprar.”
Su asesoría tenía solidez y pronto se hizo una reputación de marchante informada y honesta, algo no muy común en las redes del comercio de obras de arte. Sin embargo, son experiencias más profundas de su niñez, adolescencia y juventud las que dejaron impresas en ella ese gusto casi pasional que sentimos los llamados amantes del arte, por la mera contemplación de líneas, formas y colores.
“Llegué a Puerto Rico desde Cuba en el 1961 a los 13 años. Me gradué de escuela superior en San Vicente de Paúl de Santurce y viví los cuatro primeros años en Puerto Rico en la Ponce de León en la parada 25, cerquita de Barrio Obrero, a la vez para al otro lado de la avenida el campo de acción era entre el Matienzo y el Metro. Mi padre era fotógrafo de agencias de publicidad y crecí con la casa llena de artistas comerciales. Me llevaba a exposiciones en galerías y recuerdo el día en que me dijo que escogiera una obra de la exposición que visitábamos... para comprarla. Yo tenía 18 años y todavía la conservo en mi casa.” Muchos años después Alicia llegó a Mayagüez e hizo de esta ciudad su hogar.
“Mas o menos para la misma época fui a través de la universidad a un viaje de estudio a Nueva York, donde tenía que estar sumergida en los museos por un mes. Recuerdo el impacto de Guernica, con la cual nos dieron todo un curso del cubismo, estuvimos sentados frente a la obra casi 12 horas en el transcurso de una semana. Te sumergías en ella y la aprendías a amar o sencillamente no regresabas el segundo día. Fue una experiencia determinante en mi vida, ahora después de tantos años es que le he dado el valor correspondiente a ese momento. Fue la primera experiencia de ese disfrute que solo te lo da el entendimiento y la contemplación educada de la obra de arte. Ese fue el primer museo visitado "organizadamente"... de ahí surgieron a través de los años unas cuantas decenas de esas visitas y las que faltan...”
La apertura de una galería representa mercado y futuro para los artistas que existen en su periferia, especialmente si se encuentra lejos de la metrópolis, lugar donde se aglutina la oferta y la demanda de obras de arte. Para Alicia “una galería de arte debe ser un espacio donde el público amplio pueda venir a ver, a conocer y finalmente adquirir una pieza de arte que le interese. Lo ideal (en tiempos económicamente normales) sería tener un itinerario de exposiciones programadas con un año de anterioridad y balancear esa oferta de exposiciones con exhibiciones individuales y colectivas. Es importante la buena documentación y conocimiento del trabajo que se presenta en la galería, no todos los clientes de la galería preguntan formalmente por la calidad técnica o conceptual de la pieza, pero si lo hacen es la obligación de la galería dar una explicación seria y responsable. Este es uno de los servicios más importantes que le puede dar la galería al artista". ¡Y al comprador!...porque en las artes visuales es fácil vender gato por liebre y debemos suponer que el comprador quiere algo que tenga valor real dentro de la historia del arte.
Desde una perspectiva más amplia, las galerías comerciales se han convertido, para bien o para mal, en el preámbulo para que los artistas accedan a la máxima validación que es y será el museo. Alicia abunda en esto, “la galería puede ser el primer peldaño a que un número mayor de personas conozcan la obra, hoy en día los famosos curadores (nuevas estrellas en el mundo del arte y en el mundo de ferias y exhibiciones en espacios institucionales) hacen uso de artistas vistos en galerías para conformar su exposición. Le damos trabajo a los estudiosos, eruditos y conocedores para que escojan lo mejor de lo mejor y mostrarlo en nuestros museos, que entiendo yo, algunos están sin colección.”
“Unos meses después de abrir la galería, un día sin aviso previo ninguno, llegó Susan Herrero Kunhardt, su visita fue otro momento determinante en la galería. Susana acababa de tener una exposición individual en San Juan, "I Pensatori" y me propuso traerla para Mayagüez. Lo demás es historia, los consejos y los parámetros de excelencia compartidos con Susana fueron los que empezaron a delinear la filosofía de la galería. El respeto a los artistas comprometidos (no necesariamente comerciales) se estableció como médula de la labor que hacemos. Con ayuda de Susana establecimos un programa de conferencias donde presentamos en Mayagüez diferentes expertos así como artistas dando charlas de su trabajo y técnicas. Así fuimos creando una personalidad definida de la galería. Simultáneamente empezamos a organizar o trasladar exposiciones originadas en Mayagüez al área metropolitana, esta modalidad la hemos seguido. En los últimos años la galería exporta un promedio de tres exposiciones al año fuera del espacio de la galería”, acotó la galerista.
Es un secreto a voces que existe fraude en el mercado del arte, especulación y abuso de los artistas. Quizás porque no existe algo así como un sindicato o colegio o asociación de artistas visuales que velen por los derechos de los artistas y las transacciones comerciales de lo que en última instancia es patrimonio nacional. Sin embargo, como cualquier otro profesional, el artista debería poder vivir de su profesión, su obra.
Puerto Rico ha tenido y tiene artistas extraordinarios y muchos en comparación con otros países, y aunque algunos venden su obra fuera de Puerto Rico, son los menos. Los artistas necesitan coleccionistas de su país como en todas partes. A la pregunta de por qué comprar arte puertorriqueño, Alicia sentencia: “Es nuestro deber, si tenemos la capacidad económica de pagar por una buena obra de arte debemos de consumir nuestra producción y asegurarnos de que ese dinero invertido se quede en Puerto Rico y que ese artista se quede en Puerto Rico, al menos como base de operaciones. Además es una herramienta para entendernos a nosotros mismos, que por ser comentarios generados por personas con nuestra misma experiencia existencial, con el mismo entorno, con el mismo sol y con el mismo sistema político, debe de ser mas fácil de entender para nosotros.”
El resto ha sido crecimiento, evolución, aprender haciendo. Alicia asegura con modestia “yo lo que hago es subir y bajar cuadros”. Actividad que no cesa y que mantiene la galería como un oasis donde ir a beber de la contemplación del arte, donde van maestros con sus estudiantes a descubrir y estudiar el arte de lo visual, donde el RUM organiza actividades relacionadas, donde artistas comienzan su carrera profesional. La galería ha permitido a muchos ver arte contemporáneo real, no en fotos y sin tener que ir a San Juan y ha servido para que chicos humildes que han estudiado oficios como la ebanistería, aprendan el arte de la enmarcación. Ejemplo de ello es Joe Pratts, quien lleva diez años con Alicia, primero aprendiendo, hoy día maestro enmarcador.
Desde aquel día que se le ocurrió algo tan descabellado como abrir una galería de arte, Alicia Martínez ha sobrevivido con perseverancia al desinfle del boom de las artes visuales, corolario del inmobiliario; ha promovido e incentivado el arte puertorriqueño apoyando a muchos artistas jóvenes y ni tan jóvenes. Ha organizado exposiciones que han ganado premios de la Asociación de Críticos de Arte, Capítulo de Puerto Rico y planifica “seguir haciendo el trabajo de promoción de los artistas que trabajan con nosotros en el plano internacional y organizar exposiciones bien curadas para nuestra comunidad mayagüezana”. En fin, West Gallery ha hecho historia. Es de valientes y apasionados hacer historia... por amor al arte.