Sale de Mayagüez y llega al mejor circo del mundo
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- por Carla Minet
De pequeño, iba al circo y escuchaba durante horas los discos del popular cuarteto de payasos españoles Gaby, Fofó, Miliki y Fofito, y cuando a los nueve años vio el espectáculo de Ringling Brothers en Philadelphia, el niño Miguel Ángel Juan Llavat tuvo una impresión tan fuerte, que todavía la recuerda en detalle, 30 años más tarde. Se trató de una explosión de sensaciones.
“El show tenía más de 20 payasos en las tres pistas, 25 elefantes asiáticos, 12 leones y docenas de zebras, camellos, lamas, alpacas, perros y muchos animales más. Mis cinco sentidos fueron saturados con olores y sabores a popcorn, algodón, refrescos. Mis ojos y oídos llenos de color, música y animales y actos nunca antes vistos y mis manos agarradas a la silla como si estuviera incrustado a ella. Todavía después de tanto tiempo me siento igual cada vez que voy al circo, aunque ahora soy parte de él,” dice Miguel Ángel en entrevista con mayaguezsabeamango.com.
Ahora, es un payaso, ya no vive en su natal Mayagüez, sino que va de cuidad en ciudad con el circo Ringling Brothers, el más grande sobre la faz de la tierra, donde es el único puertorriqueño en el espectáculo. Por estos días se encuentra estacionado en Chicago, para luego ir por Indianápolis, y en enero, continuar de gira por Miami y las Carolinas.
Miguel Angel Juan Llavat nació en Mayagüez en 1980. Nieto de Frank “Paco” Llavat Cristy, patriarca de una poderosa familia mayagüezana originaria del Barrio Quemado, uno de los fundadores de la Logia Tanamá, empresario, pasado dueño de las tiendas La Favorita, y tertuliano mayagüezano por excelencia.
Miguel estudió teatro en la Universidad Interamericana de Arecibo, trabajó en varios teatros de la isla hasta llegar al Centro de Bellas Artes Luís A. Ferré, donde trabajó en la sala experimental. Allí conoció a la actriz Ángela Meyer, quien se convirtió en su fuente de inspiración, y le dio trabajo. Luego se trasladó a Nueva Jersey, donde trabajó en la televisión y en la radio, como locutor de una emisora puertorriqueña. Una conversación telefónica con su ídolo, el payaso Miliki, le animó a incursionar en el mundo circense. “Estudié también en el Clown College, una de las universidades más prestigiosas, un seminario “hands-on training” que acabo de terminar,” explica.
“Comienzo a trabajar como payaso en un circo pequeño en el estado de Georgia, “No Joes Clown Circus”, y al terminar mi contrato el “Big Apple Circus” en New York me da la oportunidad de formar parte del famoso “Clown Care Unit”, primer grupo en el mundo y pionero del programa que lleva payasos a los hospitales pediátricos a trabajar con niños que están enfermos y en muchos casos es mortal su enfermedad”.
En 2009, fue el primer payaso puertorriqueño en poner pie y convertirse en la atracción principal del Circo Nacional de Belarus en la ciudad de Minsk, Bielorrusia. Allí, además de hacer de payaso en el circo, hizo labor humanitaria.
Ahora, está en el Ringling Brothers, su sueño desde niño. “Siempre me levanto y le doy gracias a dios. Es lo primero que hago. Tengo una fe muy grande. El payaso se levanta, se va al circo. Empieza a las 5:30am y termina a las 10:00pm. Nos preparamos, atendemos a la prensa, ensayamos, y hacemos los espectáculos, regularmente tres espectáculos a la semana… Hay veces que estamos viajando, en el tren”.
Ese tren en el que viaja Miguel Ángel es nada más y nada menos que el tren más grande del mundo, de dos millas de longitud, cada vagón dividido en cuartos, los animales al frente, “que son la prioridad del circo”, después los vagones de carga y luego el personal. “Y así viajamos por todo Estados Unidos, desde Canadá hasta México”, comenta.
¿Qué más queda después de estas experiencias? Miguel Ángel explica que espera algún día regresar a Puerto Rico con un programa de televisión para niños. “Mi sueño es un programa de TV infantil en Puerto Rico o en la televisión hispana. Necesitamos risas de nuevo.”
La nostalgia le pica enseguida. “Quiero ver a mi mamá que no la veo, hace más de tres o cuatro años. Yo extraño tanto Mayagüez. Aunque llevo 20 años en este país, cuando voy a Puerto Rico y a Mayagüez no me quiero ir”.