Rotos en la carretera detonan proceso de autogestión
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- por Carla Minet
El deterioro de la carretera 342 que pasa por la Comunidad Soledad de Mayagüez fue el detonante para que un grupo de ciudadanos se organizaran allá para el año 2003 en el Comité Pro Calidad de Vida Comunidad Soledad y reclamaran a agencias municipales y estatales la atención y acción proactiva hacia los asuntos que les aquejaban.
Más de seis mil vehículos pasaban diariamente por la carretera 342 - sobre todo cuando se inundaba la carretera #2- porque esta es la vía alterna para entrar a la ciudad del mangó. Todo el mundo se pasaba la papa caliente.
Pero no se trataba solo de la maltrecha carretera, sino de escombros, problemas de droga y espacios abandonados, excremento de paloma en lugares donde jugaban los niños, en fin, un cúmulo de problemas que afectaban la calidad de vida de la gente de Soledad. Allí vive gente pobre y de clase media baja. Son unas 500 familias.
“Hicimos una presentación con fotos de todo eso. A la convocatoria acudieron entre 400 y 500 residentes de la comunidad. Yo no lo podía creer. Se citó a las agencias de gobierno, representantes, al alcalde, que envió a su ayudante, y cuando ellos vieron ese gentío se quedaron boquiabiertos,” recuerda entre risas Ana Iris Ayala, que fue la lideresa del movimiento y luego presidenta de la entidad.
“Cuando estaba visitando a los vecinos para invitarlos, una señora que trabaja en el Recinto Universitario de Mayagüez, me dice, ‘Ana, pero tú sola no puedes hacer nada, sin no hacemos un comité y nos organizamos, nadie te va a hacer caso’. Yo le dije, ‘pero es que yo no soy líder comunitaria’. Pero así era que yo había bregado con las situaciones de mis hijos, en la escuela, denunciando por radio, y poco a poco se resolvían. Pero la misma gente de las agencias dijeron que debíamos formalizar un comité”, recuerda la mujer. Con la suerte de que tras la multitudinaria reunión, un grupo decide constituirse y eligió a Ana como presidenta de la asociación.
Al poco tiempo, “vinieron a tapar hoyos, y nos paramos en el medio, y dijimos que no, que aquí no se iba a tapar hoyos, que había que hacerlo todo nuevo. Paralizamos la obra. Fuimos a los medios, a La Estrella, a El Nuevo Día, a todos los medios. El alcalde dijo que fuéramos para allá a hablar con él, y fuimos como 30 personas, y le llevamos parte del material que había en la carretera, que estaban usando para tapar hoyos, que era como un plástico que empeoraba todo, y cuando él vio la prueba, dijo que no, que se iba a raspar todo y a hacer bien. Y enviaron máquinas”.
Así fue como con la repavimentación de la carretera comenzó un proceso de revitalización amplio, que incluyó la reconstrucción de la cancha de recreo, la limpieza de los caños, se eliminaron las palomas, instalaron bombas de incendio, construyeron muros de contención y un parque pasivo, reconstruyeron viviendas y puentes en malas condiciones, recogieron escombros, consiguieron enseres y aire acondicionado para el centro comunal. Y a la par con la infraestructura, vinieron programas de alfabetización, clases de aeróbicos, Fiesta de Reyes, campamentos de verano, clínicas y ferias de salud, alianzas con la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez y con el Instituto Socioeconómico Comunitario (INSEC).
“Hicimos un parque pasivo y una biblioteca electrónica. La cancha se abrió. Y no damos chance; la cancha era antes un punto de drogas, había bolsitas y todo eso. Desde que se reconstruyó, conseguimos dos líderes recreativos y se llena todos los días y ahora están a salvo, no entra droga. Bueno, siempre hay algo por ahí, tú sabes, pero no en la cancha”, dice llena de orgullo.
Más recientemente, la comunidad tiene el sueño de construir un kiosco que le permita recaudar los fondos necesarios para la operación eficiente de la biblioteca y costear los materiales que requiere. Participaron en talleres de capacitación ofrecidos por el Centro para Puerto Rico (CPPR), de la Fundación Sila M. Calderón. Mediante ese proceso, lograron darle forma a su propuesta y hasta hacer un plano de cómo quedará el kiosco. Ahora están a la espera de los fondos semilla que otorga el CPPR de forma que puedan tener una base sólida para arrancar con su nuevo proyecto.
Son 13 personas las que componen la junta de Comité Pro Calidad de Vida Comunidad Soledad y llevan ya ocho años de labor ininterrumpida. “Nos reunimos en los bajos de la casa de mi hermana todas las semanas,” manifiesta Ana.
Sin embargo, Ana, con cierta vergüenza, acepta que desearían ver más participación de los vecinos en las iniciativas que llevan a cabo. “Aportamos siempre los mismos, y la gente debe estar más implicada. A veces personas de la misma comunidad donan papel, pero en general no participan tanto… Bueno, cuando hay clínicas y Fiesta de Reyes sí, pero podrían apoyar más”.