El rayo verde: fenómeno cósmico en las playas de Mayagüez
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- por Millie Gil
Es posible que en estos días, cuando se espera la visita de miles de puertorriqueños y extranjeros convocados a la nueva fiesta deportiva de la Serie del Caribe del Béisbol Mayagüez 2011, aparezca en los cielos de la Sultana del Oeste, un fenómeno óptico impresionante que suele percibirse a comienzos de febrero y que coincide con la celebración de la Santa Patrona, Nuestra Señora de la Candelaria.
El extraño fenómeno óptico de un hermoso y efímero destello verde aparece cuando casi todo el disco solar ha quedado oculto tras el horizonte y cuando sólo queda a la vista su borde o menisco superior. Dicen los que lo han visto que en ese momento se transfigura súbita y fugazmente en una fantástica y encendida esmeralda.
“Esto precede a la aparición de un haz de luz, el cual parece ser de un opaco y evanescente color pálido verde-grisáceo que, por unos instantes, es despedido por el Sol al caer sobre el mar para quedar oculto tras el lejano hontanar del horizonte, dejando solamente, a modo de recuerdo, un leve resplandor cuya vaga luminosidad suele persistir aún en el conticinio de la noche”, así describe la experiencia el historiador oficial de Mayagüez, Lcdo. Federico Cedó Alzamora.
Según Cedó Alzamora, la privilegiada ubicación geográfica de Mayagüez en el globo terráqueo facilita la visibilidad de esta espectacular manifestación de la naturaleza, particularmente en la época del año cuando los días son más breves. Y es que la ciudad mira al Oeste frente al Mar de Las Antillas en el hemisferio boreal, cerca del trópico de Cáncer, que es un círculo menor, paralelo y al Norte del Ecuador.
El fenómeno, parece consistir de tres misterios de distinta naturaleza: La esmeralda de los mares de las Antillas, que se aprecia cuando el disco solar está casi oculto tras el horizonte y su parte superior, aún visible, se torna verde, es un efecto óptico. El pálido haz de verde luz que se vislumbra luego, bien podría ser de naturaleza electro-magnética. Mientras que la débil iluminación o fulgor que se advierte en los cielos mucho después de la puesta del sol, en las noches sin Luna, es posiblemente un efecto de origen sideral.
“La luminosa columna crepuscular que forma ese pálido resto de imprecisos fulgores verdosos en los últimos momentos de los espléndidamente agónicos atardeceres mayagüezanos recibe el nombre de luz o fulgor zodiacal, por lucir inclinada y estar orientada en el sentido de la eclíptica o curva aparente que el curso del sol traza en los cielos a través de las constelaciones del zodíaco”, insiste el historiador.
Las teorías
La verde luz que se aprecia desde las playas mayagüezanas no es un fenómeno fácil de explicar. De acuerdo a la investigación de Cedó Alzamora, esa verde luz es, con toda probabilidad, el reflejo de la luz solar sobre una nube de partículas de origen meteórico concentradas en el plano de la Eclíptica o una nube de electrones que, cerca de la Tierra, tiene una concentración mínima de mil electrones por centímetro cúbico. “Así, el cuadro general que nos presenta tan complejo fenómeno es el de una nube o enjambre fusiforme de electrones o micro partículas meteóricas concentradas cerca del plano fundamental del sistema solar”.
“Es generalmente aceptado que esa pálida y verde luz es un fulgor emitido o reflejado por materia que ocupa los espacios interplanetarios conformando un anillo o disco de materia difusa que es el origen de la luz zodiacal, y forma una especie de atmósfera tenue y muy aplastada por efecto de la rotación y la fuerza gravitacional del Sol, pero no hay la misma conformidad de criterios respecto a la forma y situación que esta materia tiene y ocupa en el sistema solar, aunque se ha presumido que forma parte integrante del globo solar”, sostiene el historiador.
Ninguna de las indicaciones hechas sobre las diferentes hipótesis para explicar la verde luz la explica por sí sola en todos sus aspectos y detalles. Todas tienen un defecto capital en su origen, que es el de no estar fundamentadas en hechos precisos e incuestionables, pues los observadores no están completamente acordes sobre los hechos que intentan explicar, y estos no han sido definidos con toda precisión. Así no es tarea fácil pasar del terreno de la hipótesis y la teoría a formular conclusiones lógicas y racionales.
Lo que se sabe es que los antiguos egipcios, lo conocieron y lo representaron en sus templos con un triángulo, pues en efecto, la columna de luz verde es de forma triangular, apoyando, a modo de pirámide invertida, la punta o cúspide del triángulo en el horizonte y elevando su base, cual abierto vértice, hacia los cielos.
El Corán lo sugiere y los árabes lo denominaron "crepúsculo matutino falso", pues el fenómeno es observable también hacia el Oriente antes del amanecer, en verano y otoño.
En 1986, el científico William R. Corliss, en su libro titulado Handbook of Unusual Natural Phenomena, dijo que "El famoso rayo verde o destello verde que emite el Sol poniente se debe a un fenómeno de dispersión”.
Su presencia en las artes
Sea cual sea su origen lo cierto es que el rayo verde ha dejado su huella en la pintura, la novela, la música y el cuento en varios continentes, por eso resulta extraño que este fenómeno siga pasando inadvertido por la mayor parte del pueblo, cuando ha intrigado a tantos científicos e inspirado a tantos artistas, compositores y escritores.
En su extenso artículo sobre este particular y publicado en nuestro portal bajo el título Verde luz, candelarias celestes en las playas mayagüezanas, Cedó Alzamora sostiene que el fulgor de la verde luz comenzó a aparecer en las artes cuando el astrónomo francés Esteban Leopoldo Trouvelot, (1827-1895), profesor de astronomía en Cambridge, Massachusetts incluyó un dibujo del fulgor zodiacal en su libro Astronomical Drawing with Manual, publicado en Nueva York en 1881.
El asunto también inspiró al ilustre novelista francés Julio Verne (1828-1905), quien escribió la novela "El Rayo Verde" en la que hizo una perfecta descripción de dicho fenómeno atribuyéndole cierta influencia sobre asuntos del corazón.
Luego fueron los boricuas Evaristo Rivera Chevremont, el poeta José Antonio Dávila y hasta Antonio Cabán Vale, El Topo, entre otros los que han inmortalizado el espectáculo cósmico.
De hecho el mocano Cabán Vale, quien admite que no conocía el fenómeno dijo a mayaguezsabeamango.com que no le extrañaría que su influjo le hubiese inspirado a escribir lo que se ha convertido en un himno nacional, su danza Verde Luz.
Cedó Alzamora esta convencido que la extraña trinidad de fenómenos celestes conocidos como la esmeralda de las Antillas, el rayo verde y el fulgor zodiacal “es una prístina expresión de la presencia divina y un feliz presagio de absoluta esperanza para todos”.
“De inefables fuegos celestes, fantásticos e inéditos reflejos de ella misma, nace de esta unión la esmeralda de los mares, verde como la esperanza, y como la vida eterna, siempre verde, regalo de Dios y de Mayagüez al mundo”, reitera.
De manera que hay que estar atentos a la espléndida bahía de Mayagüez frente al “Cholo” García por si somos testigos del rayo verde. Ojo dura sólo un instante, si pestañea se lo perdió.