El Rey de la Plena
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- por Mariana Reyes Angleró
Cuando Ángel Luís Torruellas era chiquito limpiaba zapatos en la Plaza de Colón de Mayagüez. Vivía solo con su mamá en una casita en lo que en aquel entonces se conocía como Rabo del Buey, una especie de arrabal casi en el centro del pueblo donde ahora está el Boulevard, Eudaldo Báez García. Siempre se llevaba su pandereta y a veces, cuando la gente le pedía que les tocara algo, él gustosamente –por una peseta- les tocaba y cantaba plena.
Un día le limpió los zapatos a un señor cubano. “¿Y qué es eso que tienes ahí?’, me preguntó el cubano cuando vio la pandereta. Y yo le dije: ‘¿Usted no sabe lo que es una pandereta?’” El señor, que resultó ser Miguel Matamoros, quedó prendado con el talento del niño y quiso ir a pedirle permiso a su madre para llevarlo a Cuba.
“Cuando llegué a la casa mi mamá me dijo que me lavara los pies en la pluma pública y que me pusiera el pantalón, EL pantalón porque era el único que tenía y me fui con ellos, con el Trío Matamoros”, explica Torruellas, mejor conocido como el Rey de la Plena.
Antes de mudarse para Rabo del Buey, Torruellas vivía con su madre en su natal barrio Colombia. "Nací en la calle Capitán Espada, me crié allí”, dice. Después de su debut en La Habana, donde conoció a Benny Moré cortesía del Trío Matamoros, Torruellas empezó su larga carrera de plenero.
Hace la salvedad de que no cualquiera que toque un pandero es plenero, para eso hay que “hacer nombre”. Torruellas toca el requinto y canta. Cuando sube al escenario se lo coge en serio. No importa si se trata de un gran teatro o de un junte de esquina, va vestido de traje y hace una gran presentación.
Canta las canciones escritas por él. Perdió la cuenta de cuantas composiciones tiene. “Son como mil”, dice. Muchas de ellas han sido grabadas por otros intérpretes, Viejo Malecón, está en uno de los discos de Los Pleneros de la 21, Julieta, la grabó Tito Rodríguez y también aparece en el primer disco de Plena Libre, y así muchas otras.
Al tiempo de regresar de Cuba se fue para Nueva York. Se presentó en el antiguo Teatro Puerto Rico junto a Claudio Ferré y sus Jíbaros. Más adelante, todavía en la gran ciudad, hizo el grupo Los Reyes de la Plena junto a Ismael Santiago. Llevaron la plena a toda América Latina. Así pasaron las décadas en la ciudad de Nueva York. Hace cinco años que regresó con su esposa a Puerto Rico, viven en Hatillo.
El año pasado regresó a la ciudad como el homenajeado del Bomplenazo que se celebra en Hostos Community College. El evento era dedicado a Mayagüez y a Torruellas. Lo acompañó una orquesta dirigida por Papo Vázquez. Se paseó entre el público para llegar a la tarima. Entró vestido de traje y corbata, como siempre, y cantando.
Donde quiera que se para dice que es de Mayagüez. “Siempre se tocaba mucha plena en Mayagüez, siempre había un negrito de Miradero, que se llamaba Simón que tocaba el quinto que era muy bueno”.
Recuerda que quien le enseñó a tocar fue Francisco Clivillé. “Era un plenero que era boxeador fue campeón mundial y hacía panderetas, con ejes de carros, me dio una pandereta y me decía que la cuidara, que aprendiera”.
Recuerda en particular a algunos pleneros que le han impresionado por su talento: Leopoldo Frankie, Paco Soler, Cheo Pérez, Luís Ríos, “eran músicos buenos”. De vez en cuando se le ve entre la generación más joven cantando en los Plenazos Callejeros y tiene planes de grabar próximamente un disco nuevo.
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