Adiós mayagüezano al Viejo Sabio
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- por Roberto Ramos-Perea *
El Viejo Sabio se despide con una leve sonrisa de desprendimiento, que aunque serena, no deja de ser triste. Fueron muchos, tantos, los años dedicando el ahínco de su alma a lograr que la identidad y la cultura de la Nación Puertorriqueña, tuviera sentido ante la mezquina desintegración que los bárbaros laboran día tras día ante sus ojos.
Que venía el gobierno a quitarle esto al pueblo, a privatizar lo otro, a politiquear con aquello… yo que le escuché esta dulce cantaleta varias veces, me contaminaba de furia porque me decía con él, ¿cómo pueden hacernos esto? ¿Cómo pueden, con qué vergüenza, en nuestra propia cara?
¡Que no salgan ahora a llorar y lamentarse en ese carnaval de caricaturas fúnebres, a decir que hay que continuar su magna obra, que hay que celebrar su vida, que hay que seguir su ejemplo, ¿cómo, con qué cara? Si esos que hoy dan su pésame mal copiado de Wikipedia, esos… han aprobado leyes y promovido los peores robos que se han podido cometer contra lo que es el Patrimonio Nacional Puertorriqueño por el que este Sabio Viejo nuestro dio su vida? ¡Cómo me hace hervir de ira la hipocresía de estos canallas!
Y a la vez, como me consuela el saber que Ricardo tuvo como misión, una diplomacia única que es aleccionadora, pero que en el fondo, ardía una llama betancina y albizuísta. Probablemente él, con su generosa pasta, siempre buscaba la manera de hacerse oír sin provocar la ira de los idiotas. Pero estos que hoy bajan sus banderas, ayer le negaron citas. Estos que hoy lamentan la muerte del reconstructor de San Juan, ayer le regalaron oídos sordos cuando gritaba contra la apropiación Municipal de la Casa Blanca de Juan Ponce de León o de otras cientos de barbaridades que ambos gobiernos han cometido contra la cultura de su pueblo.
¡Ay, que hable la rabia ante el asesinato lento y trapero de los ideales del Titán! Aquellos que hoy sueltan lágrimas por su gesta gloriosa de la cultura, ayer le tildaron con desprecio de ¨nacionalista”, ¡cómo si eso fuera un insulto para él, hijo de quien era hijo! Pero se fastidiaron, aquí quedamos muchos hijos todavía.
Lamentémonos de su muerte, sí. Celebremos su vida, también. Pero lamentemos mejor esa censura a sus luchas, a esa coacción contra sus ideas, lamentémonos de aquellos que no escucharon los gritos desesperados que dio desde las puertas de su casa de la Calle Sol. Lamentémonos por los que nos dejan sin Patria y sin cultura y sin identidad. Esos que con su poder político censuraron, condenaron y persiguieron a este Viejo Sabio… a este inmenso gigante, que como Betances, como Tapia, y Albizu, nos enseñó a ser.
* El profesor mayagüezano, Roberto Ramos Perea recibió en junio pasado la medalla de la Fundación Alegría en reconocimiento a su patriótica labor en defensa, conservación, fomento y divulgación de la cultura e identidad nacional, y en particular por su labor en el desarrollo y enriquecimiento de las artes teatrales.
Esta columna fue publicada en El Nuevo Día.