Miguel de la Quadra Salcedo en Mayagüez
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- por Alberto García Gurucharri
Agrónomo, deportista destacado, etnobotánico, periodista y corresponsal de guerra, escritor, pero sobre todas las cosas, aventurero y amante de la vida, Miguel de la Quadra Salcedo y Gayarre descubrió, en sus propias palabras, a España desde América. Ese descubrimiento comenzó en 1957 cuando llegó a Mayagüez.
Miguel había nacido en Madrid en 1932, pero apenas con cuatro años se trasladó a Pamplona y fue en Navarra donde pasó su infancia y primera juventud. Siguiendo los pasos de su padre, que había muerto durante la Guerra Civil Española, se convierte en Perito Agrícola en la Escuela Técnica de Madrid y, posteriormente, en Perito Agrónomo en el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas, actual Recinto Universitario de Mayagüez, de la Universidad de Puerto Rico.
Entre 1951 y 1956 Miguel de la Quadra había cosechado para España algunos de los escasos triunfos deportivos españoles a nivel internacional, tras el doloroso paréntesis de la guerra civil. En 1951, en Suecia, compite internacionalmente por primera vez, como lanzador de peso. En 1953 se proclama campeón de España en lanzamiento de disco y en 1954 establece un nuevo récord nacional en lanzamiento de martillo. En 1955, en Alemania, bate el registro español de lanzamiento de disco, marca que superará en cinco ocasiones en un corto periodo de tiempo, después de haber perfeccionado su técnica. Pulveriza el récord, que ya ostentaba, en lanzamiento de martillo en dos ocasiones en un mismo día.
Pero es en septiembre de 1956 cuando establece un nuevo récord mundial en lanzamiento de jabalina, aplicando la técnica de rotación, usada en el lanzamiento de la barra vasca, y enjabonando la jabalina. Este registro fue sorpresivamente anulado posteriormente por la Federación Internacional, argumentando el riesgo que suponía para los otros atletas en la pista y el público.
La contundencia de la marca de Miguel no dejaba lugar a dudas, y los 66 metros lanzados en septiembre se convierten, tras una modificación de su técnica para adecuarse a las objeciones federativas, en 82 metros y casi inmediatamente en 91. Para su decepción, y nuevamente con efecto retroactivo, la federación no homologó las marcas. Esto hizo que regresara al lanzamiento de peso y de disco.
Su participación como atleta en las Olimpiadas de Melbourne de 1956 se vio frustrada por el boicot español, a causa de la invasión soviética de Hungría. Sin embargo Miguel, haciendo gala de sus cualidades para el deporte, había ya competido ese mismo año en las Olimpiadas invernales, que se habían desarrollado en Italia. Apenas un mes después de haber manejado por primera vez un bobsleigh, obtuvo una cuarta plaza en la carrera de bob, en la modalidad de biplaza.
La frustrada participación en las olimpiadas australianas trajo, sin embargo, para Miguel un beneficio insospechado. Los cuatro atletas españoles que iban a participan en las competiciones obtuvieron, como premio de consolación, una beca para trasladarse al lugar del mundo que escogieran. Los otros tres deportistas partieron hacia Japón, mientras que Miguel de la Quadra lo hizo hacia Mayagüez, donde vivió y estudió durante un año.
Este tiempo en nuestra isla resulta determinante para De la Quadra Salcedo. Conoce a Juan Ramón Jiménez y Pablo Casals, pero sobre todo empieza a conocer América, en sus palabras, “una desconocida para los españoles”.
Esta estancia entre nosotros es el germen de su amor por los pueblos de América y del extraordinario proyecto Ruta Quetzal, que ha permitido, desde 1992, que miles de jóvenes realicen diferentes rutas por nuestros países, en un viaje cultural y de hermanamiento.
Confirmando la importancia de su experiencia mayagüezana, así lo describió Miguel en sus inicios: “Siempre que se me pregunta por los objetivos últimos de este proyecto, suelo referirme a una larga estancia en la Universidad de Mayagüez de Puerto Rico, allá por los años cincuenta, en el curso de la cual tuve ocasión de comprobar hasta qué punto América era una desconocida para los españoles. Y hasta qué punto sería beneficioso crear unos puentes que permitieran a los jóvenes españoles conocer aquellas tierras tan íntimamente ligadas a nuestra historia”.
Aunque la carrera deportiva de De la Quadra Salcedo continuaría hasta 1960, combinada con participaciones como doble en algunas películas, su final supondría sin embargo un gran comienzo, el del De la Quadra inquieto perseguidor de la aventura, bien como periodista o corresponsal de guerra, o como explorador decimonónico con su bigote encrespado.
Entre 1961 y 1963 trabajó como etnobotánico en las selvas amazónicas, pero a partir de esa fecha comienza su reconocido trabajo como reportero en Televisión Española, cubriendo las guerras del Congo y Vietnam, el golpe es estado en Chile en 1973, entre una lista interminable de sucesos históricos. Sus programas recreando los viajes de los exploradores españoles por el mundo marcaron también una época.
En 2003 llegó de nuevo al puerto de Mayagüez, esta vez con los muchachos de la Ruta Quetzal, y probablemente recordó aquel tiempo en el Colegio en el que “descubrió” América, formó su cuerpo mediante la disciplina deportiva y aprendió a combinar ambas actividades en su afán aventurero. “Después de caminar por China, subir a los altiplanos de los Andes o navegar por los mares del Sur en busca de la misteriosa isla de Pascua, aquí en la selva del Amazonas me doy cuenta que habiendo dominado y disciplinado el cuerpo, podemos encontrar nuestro verdadero yo. El deporte fue para mí el camino y la escuela que elegí para hacerme hombre. Disciplina y espíritu de sacrificio, son valores muy importantes a la hora de emprender las grandes expediciones”, dijo en 1978 en su libro Viajes y reportajes de Miguel de la Quadra-Salcedo.