Mangó bajito *
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- por Luz Nereida Pérez **
Me pregunta una amiga por medio de este asombroso fotuto del milenio que es la Internet: Luz Nereida: ¿Me puede decir por qué Puerto Rico es el único país de Hispanoamérica que acentúa la palabra mangó? Sería buen tema para Hablemos Español. Bueno, no nos atrevemos a afirmar que Puerto Rico sea el único país que acentúe de forma aguda a la palabra alusiva al sabroso fruto porque el español, como ha afirmado Álex Grijelmo, es una lengua con una patria de 21 Estados y 400 millones de corazones y el así concluir requeriría un amplio estudio de campo. No obstante, al compararnos con nuestras vecinas inmediatas antillanas sí podemos afirmar que tanto nuestros hermanos dominicanos como cubanos se acogen a la pronunciación llana de este vocablo.
Los diccionarios incluyen y definen solamente a la versión llana de la voz. El Diccionario de la Real Academia Española codifica inicialmente al sustantivo masculino mango como “árbol de la familia de las Anacardiáceas, originario de la India y muy propagado en América y en todos los países intertropicales, que crece hasta quince de altura, (Nota: Observen que la Academia no nos dice de qué tipo de medida son esos 15 a los que alude, lo cual presumimos es error que requiere enmienda.) con tronco de corteza negra y rugosa, copa grande y espesa, hojas persistentes, duras y lanceoladas, flores pequeñas, amarillentas y en panoja, y fruto oval, arriñonado, de corteza delgada y correosa, aromático y de sabor agradable”. El Diccionario de uso del español actual Clave, por su parte, nos ofrece una más sencilla definición: “árbol de tronco recto, corteza negra y rugosa, hojas alternas, pequeñas flores amarillentas y fruto en forma ovalada también amarillo”. Es evidente que la lexicografía académica es más científica en su estilo, aunque nos remite unas tres ocasiones a otras secciones del Diccionario para visualizar lo definido. Aunque el Clave define con mayor sencillez, nos parece que el describir a la fruta del mangó como “arriñonada”, por parte de la Academia, es gráficamente hablando muy certero.
El mangó es un árbol oriundo de la India, país donde es fruta muy preciada que se emplea en la confección de un sinnúmero de platos de consumo común en ese espiritual y sobre poblado país. Se afirma que ha estado en cultivo desde tiempos prehistóricos y que en las escrituras sagradas en lengua sánscrita y en las leyendas y folclore hindú ya se le mencionaba desde dos mil años antes de Cristo. Aparentemente su origen geográfico exacto se ubica en el noroeste de la India, en las laderas de los Himalayas al norte de Birmania y posiblemente también en Ceilán. Es fruto también descrito en la literatura china del siglo VII. Afirman los textos consultados que:
La literatura védica está plagada de mitos y leyendas que se refieren al mango. Los chinos fueron los primeros viajeros que lo conocieron y lo bautizaron en su lengua “am-mo-lo”, una fonetización del sánscrito “amra”. En las lenguas indoeuropeas se le conoce por diversos nombres que derivan del tamil “man-gay”. Hacia el siglo XVI era ya un símbolo de estatus en India. El cultivo de este fruto era un privilegio de los rajás y nababs. Uno de ellos, Akbar, plantó un huerto con cien mil mangos. Los colonizadores portugueses fueron los que llevaron este cultivo a África y luego a Brasil, desde donde se extendió a todas las tierras con clima apropiado para su producción.
Otra fuente afirma que fueron los españoles quienes introdujeron el cultivo del mangó en sus colonias en el Trópico por medio del tráfico entre Filipinas y la costa oeste de México para los siglos XV y XVI. Hoy por hoy su fruto se produce en más de 90 países en el mundo, particularmente en los países de clima cálido por ser planta que no soporta las heladas.
En cuanto a la variedad de usos en Puerto Rico, Gabriel Vicente Maura, en su Diccionario de voces coloquiales de Puerto Rico, lo registra de forma acentuada y al definirlo acude entonces a la referencia no acentuada de los diccionarios de lengua española. También recoge las voces mangotada -“comilona de mangós”-, mangotín -“variedad de mangó, que se produce especialmente en el sur de la Isla. Es alargado, algo plano, de corteza fina y verdosa aún cuando bien madura. De pulpa fibrosa, pero muy dulce. En la costa norte le llaman pasote”- y mangotinito -“nombre que le dan en Ponce al mangó de Mayagüez”. Augusto Malaret incluye en su Vocabulario de Puerto Rico al vocablo que nos ocupa en su forma aguda mangó y señala que se le conoce botánicamente como Mangifera indica. Señala, además, a la expresión de uso común mangó bajito como alusiva a lo que se adquiere a poca costa -Vicente Maura dice que es “cosa fácil de hacer o conseguir”- y cita el uso de la expresión en uno de los Paliques del jayuyano Nemesio R. Canales: Aquí en esta desdichada tierra del mangó bajito... (Y no podemos olvidar a nuestro juanadino Luis Llorens Torres en su Mayagüez sabe a mangó.) Malaret también define al mangotín -Garcinia mangostana- y cita a Ferdiand R. Cestero, quien en su poema El jíbaro del Dorao alude a Llorens diciendo: Es que el baldo de Collores/ no había comío de eso/ y está más que saboreao/ del mangotín caramelo.(El vocablo es “bardo”, pero aparece así en el poema por imitar lengua jíbara.)
En cuanto a la contestación a tu pregunta, amiga Patria Borinquen -mujer de extraordinario nombre-, quien nos arroja un poco de luz es Tomás Navarro Tomás en El español de Puerto Rico cuando afirma que: La acentuación aguda de “mangó”, como se dice en Puerto Rico, representa probablemente la prosodia originaria (africana) de este vocablo, sustituida por la forma llana, “mango”, en los demás países. De igual modo señala, como resultado de su estudio, el haber observado que: El plural de “mangó”, generalmente “mangós”, fue “mangoses” en Jayuya. Contestada la pregunta. Complacida la lectora.
* Esta columna ha sido publicada en el Semanario Claridad.
** Luz Nereida Pérez, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., es Asesora Comunicación Escrita, Columnista Hablemos español desde el 1994, Miembro de la pasada Junta Directiva de Claridad por cuatro años. Entre sus principales publicaciones destacan: Hablemos español, Vols. I - VII; ¿Cuál es tu duda? y Usos correctos de lengua española.