Bosque Modelo, bosque de gentes
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- por Arturo Massol Deyá *
Cuando se trata de conservación de recursos naturales, lo tradicional es separar a la gente del lugar ecológicamente importante y luego llamarle a ese rico territorio "bosque". Igualmente tradicional es que un gobierno concentre su poder promulgando regulaciones y prohibiciones para esa zona especial. Pero, paradójicamente, también es tradicional que el gobierno incumpla con su responsabilidad de proteger estos recursos que nos ofrecen vida. Precisamente, es este estado de cosas (tan tradicional) el que perpetúa los conflictos entre ambiente, desarrollo y convivencia. Por eso, nuestra propuesta de conservación y autogestión supera lo tradicional.
El Bosque Modelo potenciará unas 100,000 hectáreas, que son y estarán en manos privadas, para la conservación del paisaje a lo largo de 20 municipios. Y será ese el eje esencial del desarrollo sostenible. Hablamos de un bosque de gentes, con gente, para la gente. Este modelo de conservación está encaminado a que el país reconozca el valor de los servicios que estas tierras nos ofrecen a todos. Son estas tierras las que, invariablemente, hacen funcional al país. Cosa que no podemos tomar ni livianamente, ni por descontado.
A los que vivimos en el campo, nos toca pagar la deuda de servicios que ofrecen obras de infraestructura como, por ejemplo, el tren urbano. ¿Acaso olvidamos los bosques de la montaña que suplen de agua potable a industrias, agricultura y a más de 1.5 millones de habitantes? Toda la demarcación del Bosque Modelo es justamente la infraestructura verde que antecede toda idea de "progreso" del desarrollo urbano que se vocifera mediante promesas en la ciudad.
De no haber existido oposición a la minería, hoy los depósitos estarían agotados. Su riqueza mineral estaría en los bolsillos de unos pocos, mientras la generación contemporánea tendría que cargar con el desastre ecológico a gran escala, que hubiera incluido impactos severos en las cuencas hidrográficas que tanto servicio nos rinden.
Después de mucha lucha comunitaria, esa zona se convirtió en el "bosque del pueblo". Hasta Adjuntas llegó el entonces gobernador para firmar una orden ejecutiva en el 1996 que anunciaba la sustitución de una propuesta de muerte, la minería, por una zona de vida.
¿El problema? Apenas un 7% de nuestro territorio está protegido por ley. Reconociendo que la inmensa mayoría de las tierras de alto valor ecológico está en manos privadas y que vivimos momentos de crisis fiscal, un cambio de paradigma es necesario para lograr armonizar el desarrollo con la conservación de zonas críticas.
Al igual que los ingenieros diseñan carreteras para conectar una ciudad con otra, nosotros utilizamos el análisis científico para conectar las mejores avenidas biológicas (esto es, el Bosque Modelo) con las 19 áreas naturales protegidas. Todas las zonas de vida del país están representadas menos una, que es exclusiva de El Yunque.
La delimitación territorial es importante como herramienta de planificación, pero la esencia está en la gestión social. Si el gobierno hubiera reconocido los servicios ecológicos y sociales de esta región, proponer un gasoducto años atrás habría sido incompatible. Necesitamos prevenir conflictos, pérdida de millones de dólares en proyectos fatulos y promover un clima de inversión estable. El Bosque Modelo busca afianzar esta realidad.
Necesitamos la apertura para que múltiples sectores con recursos limitados se junten en una plataforma de gobierno-sector privado-comunidad-academia. Ese junte permite amplificar los recursos disponibles, logrando avances que de manera individual serían imposibles de alcanzar.
Se trata de un proceso social para promover e incentivar el tipo de desarrollo que merece la región, creando oportunidades empresariales y educativas como las "Escuelas de la Humanidad" con currículos científicos especializados. Vamos a potenciar la zona para mejorar aprovechamiento académico, la creación de empleos dignos y atender la violencia.
Para algunos, eso es una utopía; para nosotros es el fruto de la autogestión concertada desde este bosque de gentes.
* El autor es especialista en Ecología Microbiana, Profesor en el Recinto Universitario de Mayagüez y Director del Instituto de Biodiversidad y Cultura de Casa Pueblo en Adjuntas.