¿Ingenio Mayagüez, en Colombia?
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- por Carla Minet
En el mítico valle del Cauca colombiano, una empresa con el nombre Mayagüez S.A. ha crecido como la espuma. Además de la producción de azúcar, incursionaron en el mundo de la bioenergía con la producción de alcohol carburante, composta y cogeneración de energía. Pero, ¿cómo llegó hasta la tierra suramericana que comparte nuestra costa caribeña, el nombre de la Ciudad del Mangó?
Semillas. Esa es parte de la respuesta. Las variedades de caña puertorriqueña han encontrado terreno fértil en Colombia. Y capital humano. Desde principios del siglo pasado, talento puertorriqueño fue exportado al Cauca junto con maquinaria de primer orden que permitió industrializar el cultivo.
Resulta cuando menos curioso que mientras Puerto Rico no ha logrado moverse hacia el uso de energía renovable y tiene como uno de los principales obstáculos para su desarrollo económico el alto costo de la energía, sean nuestras variedades de caña de azúcar piedra angular del desarrollo económico y energético del valle del Cauca. ¿Qué hubiera pasado si nuestra isla hubiera echado mano de las semillas y el talento que han sido tan productivos en Colombia?
Primero conozcamos un poco de la historia.
Ingenio Mayagüez, Colombia
Fue en 1937 cuando se creó Mayagüez S.A., un ingenio que se proyecta hoy a la vanguardia del desarrollo de la agroindustria azucarera de Colombia.
El ingenio está ligado directamente al espíritu de sus fundadores Don Nicanor Hurtado y Doña Ana Julia Holguín de Hurtado, quienes de acuerdo con los cambios económicos y tecnológicos de su tiempo, transformaron el trapiche en la base industrial de Mayagüez S.A., según cuenta la historia en su página de internet www.ingeniomayaguez.com.
La visión de Don Nicanor lo llevó a tecnificar la elaboración artesanal hacia la producción industrial de azúcar y recibió la década de los cuarenta con nuevo personal especializado, entre ellos sus sobrinos, quienes marcan la pauta de trabajo para el manejo de las futuras generaciones de esta empresa de familia.
Las políticas económicas de la época obligaron a Don Nicanor Hurtado hacia los años sesenta a buscar especialistas para la modernización de la empresa. Es en Puerto Rico donde contrata al Ingeniero Mecánico Salvador Bou y al Ingeniero Químico William Mayoral. Con ellos trajo en 1967 la maquinaria que da el salto definitivo a la gran industria que es hoy Mayagüez S.A.
Mayagüez S.A. inicia sus actividades con la producción de panela, siendo conocidos por aquel entonces con el nombre de Hacienda Catatumbo. Don Nicanor, con su enorme deseo de fortalecer su compañía, adquirió tierras aledañas, logrando que se combinaran los cultivos de caña con otros productos agrícolas.
Años después, se concentraron en la producción de azúcar y de acuerdo con los cambios económicos y tecnológicos de su tiempo transformaron el trapiche panelero en lo que hoy son: Mayagüez, una compañía agroindustrial capaz de transformar caña en energía denominada “amigable” con el medioambiente.
Con más de siete décadas de trabajo, han logrado constituirse en una de las compañías más sólidas del sector azucarero colombiano y en una importante fuente de empleo y desarrollo para la región. Su gestión les ha permitido participar en el negocio de la energía, con la producción de alcohol carburante y la cogeneración de energía eléctrica.
Misión Chardón
El primero de agosto de 1929, el puertorriqueño y profesor de la Universidad de Cornell (EE UU), Carlos E. Chardón, hizo entrega al gobernador del Departamento del Valle del Cauca, Tulio Raffo, de una copia del "Reconocimiento agro-pecuario del Valle del Cauca", informe científico de su trabajo investigativo en la región.
La misión comenzó sus trabajos en mayo de 1929. Como centro de operaciones, se fundó la Estación Experimental Agrícola en Palmira, en terrenos de una Granja Algodonera establecida por la Misión inglesa. Chardón, en un libro editado en Puerto Rico en 1930, "Reconocimiento Agropecuario del Valle del Cauca", dejó constancia de que en esta región, los sistemas de riego tenían problemas, los espacios entre surco y surco y entre cepa y cepa eran excesivos, la aradura era de poca profundidad, el desyerbe ineficiente y el deshoje inútil. Además, estableció que la variedad que se venía utilizando, la otahiti, pronto empezaría a debilitarse. En respuesta a estas críticas, la industria importó 15 variedades de caña que se sembraron en la estación experimental de Palmira.
Los resultados han sido considerados por los estudiosos del tema como el paso técnico-científico fundamental para la transformación moderna de la agricultura vallecaucana; sin embargo, estos estudiosos al centrar el análisis en las recomendaciones del cultivo de la caña de azúcar y la introducción de las variedades de mayor productividad y resistencia a las plagas de esta gramínea, parecería que Chardón solo se preocupó por este cultivo y muy poco sobre el resto. Lo cierto es que la Misión tuvo como objeto adelantar un reconocimiento agropecuario del Valle que incluía los temas del cultivo de algodón, café, cacao, tabaco y caña de azúcar. Además debía realizar estudios sobre: insectos que afectaban las plantas y formas de controlarlos; problemas pecuarios como enfermedades, aclimatación y cruce de razas exóticas; legislación agrícola en relación con sanidad portuaria animal y vegetal, inexistente hasta ese momento; abonos y alimentos para ganados; cooperativas de agricultores; y organización de la Estación Agrícola Experimental para la realización de investigaciones, fomento y divulgación de nuevas prácticas agrícolas y pecuarias.
La trascendencia de las recomendaciones de esta misión y su puesta en práctica en algunos de los frentes productivos, fundamentó el despegue inicial de empresas agrícolas que introdujeron nuevas tecnologías y nuevos productos que hicieron necesarios desarrollos básicos de la educación a nivel de entrenamiento de personal y el surgimiento de oficios nuevos o desarrollos técnicos de trabajos artesanales. Se creó así una dinámica que favoreció y obligó a pensar la región, en las décadas de 1920 a 1940, desde la perspectiva energética y desde la planificación general e integrada.
La caña que nos une
Las variedades de caña actualmente cultivadas en Colombia provienen en gran parte de hibridaciones introducidas de otros países y de algunas producidas en el país. Las introducciones más importantes provienen de JAVA (POJ), Barbados (B), Hawai (H), Puerto Rico (PR), India (CO, coimbatore), Estados Unidos (CP), Venezuela (V), Brasil (S.P., C.B) y República Dominicana (RD).
La historia de la caña en Colombia reseña que entre 1930 y 1933 llegó la variedad POJ 2878 que hoy persiste en gran proporción en todas las zonas cañicultoras de Colombia, por recomendación de la Misión Chardón procedente de Puerto Rico.
El Valle del Cauca ya era reconocido por su ecología excepcional para el cultivo de la caña de azúcar, sin interrupción durante todo el año. Esto llevó a la fundación de ocho nuevos ingenios en esta zona del país entre 1930 y 1939, como Bengala, Perodías y Mayagüez, La Industria y María Luisa. En la década del 40, surgieron diez más: San Carlos, Pichichí, Oriente, El Papayal, La Esperanza, El Arado, Castilla, El Porvenir, Meléndez y San Fernando. En Tolima se fundó el Ingenio Central del Tolima en Pajonales. Al culminar esta década, había 19 ingenios que producían azúcar centrifugado. El Valle del Cauca era la región azucarera por excelencia, lo que llevó a que los ingenios se concentraran en esta región y fueran desapareciendo los demás polos de desarrollo azucarero.
Colombia ya era autosuficiente en azúcar. A medida que la población de las ciudades aumentaba, se consumía cada vez más azúcar en gaseosas, dulces, helados, galletas, a la vez que surgían cada vez más empresas dedicadas a elaborar estos productos. La producción se había triplicado, con 147.723 toneladas de azúcar al año.
¿Caña puertorriqueña = energía?
Entre 1980 y 1993, se extendió la variedad Mayagüez 74-275. Se inició la evaluación comercial de variedades promisorias del Centro de Investigación de la Caña de Azúcar de Colombia (Cenicaña) una corporación privada sin ánimo de lucro, fundada en 1977 por iniciativa de la Asociación de Cultivadores de Caña de Azúcar de Colombia en representación de la agroindustria azucarera localizada en el valle del río Cauca.
La variedad PR 61-632 que se cultiva en Colombia también es originaria de Puerto Rico. Tiene tallos erectos, porte alto y color morado, con entrenudos largos, gruesos y cubiertos de un material ceroso. Sus hojas tienen puntas erectas y son de color verde natural que se torna amarillento a medida que envejecen. Presenta buena germinación, crecimiento lento en sus primeros estados de desarrollo y floración temprana en algunas zonas.
Los ingenios colombianos Mayagüez, Providencia, Incauca, Risaralda y Manuelita establecieron destilerías para producir etanol desde finales del año 2005, como respuesta a la ley 693 de 2001 que obliga oxigenar la gasolina vehicular con 10% en volumen de alcohol carburante producido a partir de biomasa.
La biomasa es cualquier material orgánico, derivado de las plantas, según lo define el científico Dr. Luis Pérez Alegría. Es un recurso renovable y es heterogéneo, además de ser un producto químicamente complejo. Para ser considerada para propósitos energéticos, debe ser sostenible, es decir, capaz de producirse a través del tiempo sin deterioro de los recursos de producción. La biomasa para propósitos energéticos incluye cultivos herbáceos, cultivos madereros, residuos de cosechas, plantas acuáticas y desperdicios orgánicos domésticos.
El bioetanol es un alcohol producido por fermentación biológica de los azúcares que se encuentran en la biomasa. También se obtiene de la fermentación de almidones en algunos productos agrícolas tales como el maíz y la yuca, o de la fermentación de celulosa, el principal componente de la biomasa. El etanol representa el 90% de los biocombustibles a nivel mundial.
Y Puerto Rico ¿dónde queda?
El experto en temas de energía, Dr. Edwin Irizarry Mora, explora en su libro Fuentes Energéticas: luchas comunitarias y medioambientales en Puerto Rico, los razonamientos científicos detrás de las denominadas energías renovables y los biocombustibles.
Según un estudio de la Oficina de Energía del Estado Libre Asociado, la utilización de los terrenos que durante siglos fueron sembrados de caña, pero esta vez para propósitos energéticos, no solo representa una oportunidad única desde el punto de vista de la creación de empleos, sino que el impacto sobre la producción energética sería notable.
El exhaustivo análisis de Irizarry Mora concluye que la mayor parte de los biocombustibles no reduce la emisión de gases que provocan el efecto invernadero, sino que las cosechas que se utilizan como materia prima emplean recursos valiosos como el agua, aumenta el tamaño y extensión de las zonas en los océanos, promueven la deforestación y el uso de pesticidas tóxicos en países tropicales. El Food Policy Research Institute de Washington ha pronosticado que los subsidios gubernamentales de miles de dólares a esa industria aumentarán el precio de los alimentos entre 20% y 40% en el año 2020, indica el libro.
Irrizarry Mora plantea que muchos expertos en todo el mundo comparten la sospecha de que el apoyo multimillonario que Europa y Estados Unidos le han otorgado a la industria de biocombustibles tiene mas que ver con subsidiar la agroindustria y asegurar los votos de los poderosos agricultores que con combatir el calentamiento global. También advierte que las industrias más poderosas del planeta ven a los agro-combustibles como una fuente de jugosas ganancias para compañías de automóviles (pues con cambios en tecnología vehicular más gente cambiará de auto), las petroleras (que controlan los canales de distribución) y las transnacionales de transgénicos agrícolas, como el maíz (que es materia prima para combustible agroindustrial).
Para la Organización de las Naciones Unidas, específicamente para la Oficina sobre el Derecho a los Alimentos, la producción de biocombustibles es un total desastre para la gente que muere de hambre, por los dramáticos aumentos en el costo de los alimentos que implicará, apunta el investigador.