Merendola llega a Mayagüez con sabrosura
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- por mayaguezsabeamango.com
Son cuatro jóvenes entusiastas, apasionados, emprendedores y fajones. Ya casi cruzan la frontera de los treinta años, y para no pasar desapercibidos, se han lanzado a un reto fuera de serie, en los tiempos que corren: abrir un negocio de comida. Y tal parece que, como dicen en la calle, han dado un palo.
Se trata de dos parejas. Natalia y Jorge Orlando, y Jesmar y Giancarlo. Cuatro jóvenes emprendedores que buscan plantar bandera. Además de ser amigos, viejos compañeros de estudio, compadres y comadres, comparten una visión de querer dejar su huella, respaldar lo de aquí, y lograr la excelencia en el trabajo. Esos elementos los han unido en el proyecto de Merendola.
“Hemos invertido 200 mil dólares. Son los ahorros de todos nosotros como profesionales. Aquí hemos puesto todo”, afirma Giancarlo Santos, uno de los cuatro valientes, ingeniero eléctrico de profesión egresado del Recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico, que ha trabajado en industria de la construcción por siete años; en especial, en el diseño de la infraestructura eléctrica de proyectos.
Merendola abrió sus puertas en la carretera #2 de Mayagüez el pasado mes de mayo como toda empresa hoy día: haciendo frente a la incertidumbre de la crisis económica. Pero eso no les da miedo. “Estamos apostando a nuestro producto y sintiéndonos cómodos con la operación, y para que el equipo de trabajo se sienta confiado. El hecho de que los socios estamos inmersos en el día a día del negocio es un toque importante para el éxito. La pasión del equipo de trabajo por este proyecto es determinante que siga por mucho tiempo. Estamos impulsando la calidad. Y los productos que tenemos, naturales y saludables, no se encuentran, así que venimos a satisfacer una necesidad en la zona”, dice con aplomo Jorge Orlando Cajigas, otro de los socios que es ingeniero civil y agrimensor de profesión, egresado del RUM y quien los pasados diez años se dedicó a la práctica privada en la industria del diseño y construcción.
“Comenzamos con 20 empleados entre turnos rotativos, y a tiempo completo. En dos semanas, cada día, hemos superado nuestras expectativas. Ya estamos en proceso de reclutar varios puestos adicionales”, explica por su parte Jesmar Valentín, también ingeniera civil graduada del RUM y con posgrado en empresas, que se ha desempeñado en proyectos como una ebanistería y el montaje de restaurantes en el área norte.
La empresaria no tarda en soltar qué ofrece Merendola. “El menú está fuera de serie. Es único, especial, y sabroso. Y tenemos alternativas bien saludables. Compramos a empresarios locales la mayoría de los productos, porque esa es parte esencial de nuestra filosofía. Familiares y agricultores locales del oeste nos están supliendo productos, como chinas, plátanos, piña, papaya, limones, guineo, calabazas, yautía y hierbas como albahaca y cilantrillo. El café es de aquí, del país. De fincas de Adjuntas, Lares y Maricao. Nuestros de sándwiches son artesanales, y el pan es elaborado en el oeste, por manos puertorriqueñas. Baguette, ciabatta, y el integral y de mallorca. Los waffles belgas son elaborados también aquí. Tenemos productos de aquí como el coquí, de artesanos locales con productos gourmet como el pique Mi Madre, Enhorabuena, panetelas de guayaba, panutella y mantecaditos de Cecilia’s Tasty Sweet, y chocolate local Bahari, y jaleas acerola, parcha, y guayaba de Chali, otro empresario local. Y estamos comenzando a hacer un huerto de hierbas”.
La pana fuerte de Jesmar, y cuarta socia de Merendola, Natalia López, es diseñadora de modas de profesión egresada de Parsons en Nueva York, con su propio atelier en Aguada que casi cumple los diez años. Ella contó cómo se configuró el menú. “El Chef José Cabrera ayudó como consultor con el diseño del menú; las recetas son nuestras y él nos ayudó a refinarlas y a entrenar el personal. Tanto yo como Jesmar nos entrenamos como baristas en la Escuela de Café y Baristas de Puerto Rico. Y tenemos en Merendola un barista certificado, Víctor Manuel González, que además ha estado entrenado a otros empleados. La verdad es que tenemos un equipo de empleados que han sido seleccionados con mucho cuidado y los hemos entrenado para estar seguros de que el servicio sea de primera. La gente ha notado su entusiasmo, sus aportaciones y su compromiso y nos tienen bien contentos”.
Para montar el negocio, necesitaron de muchas manos. “Nos tomó diez meses el proceso desde empezar con la idea hasta estar listos para abrir. La construcción, diseño, y los permisos, lo hicimos nosotros mismos por nuestra experiencia. El diseño interior fue un complemento de las ideas de las mujeres del equipo, por supuesto. Muchas personas de nuestras familias y hasta amistades nos aportaron muchas ideas fantásticas y muchas de ellas funcionaron, como se puede ver”, comenta Jorge Orlando.
Giancarlo y Jesmar explicaron que habían analizado la idea de un negocio de yogures helados hace varios años. Luego se juntaron con los compadres porque coincidieron en la idea de hacer algo de comida y de ahí dieron el salto: emprender un negocio.
“Lo empezamos a desarrollar como un food truck pero luego la idea evolucionó a algo más elaborado. Hicimos una fusión de los productos que nos gustaban y que nos parecía que no había mucha oferta en la zona. La gente con la que hablamos nos decía que hacía falta un lugar donde estar, con buen ambiente. Elaboramos un plan y se nos presentaron varias oportunidades para hacerlo de una vez, como la compra de los equipos. Una vez ya estábamos embarcados, arrancamos sin mirar para atrás”, relata Giancarlo.
Y ¿de dónde surge el nombre? “Lo escogimos entre todos. De una lista de posibilidades que hicimos, encontramos que Merendola era pegajoso y sonoro. Buscamos la definición, y era justamente lo que queríamos decir. Es como un picnic, “merienda suculenta y abundante, celebrada como fiesta”, es lo que significa. Se nos pegó de inmediato. Y ahí quedó”, asegura Jesmar.
Merendola tiene un ambiente acogedor, donde caben los jóvenes que quieren comer bien, las mujeres que están en medio de mil diligencias y quieren un momento tranquilo en el día para tomar algo saludable, los profesionales que necesitan un lugar para reunirse con un cliente y refrescarse con un açai bowl, que es el consentido del lugar, la persona retirada que quiere una sopa bien hecha al mediodía o al final del día, los muchachos que salen de la escuela y quieren un yogurt, las familias que quieren desayunar juntas o comer bien en un sitio especial y de calidad. Abren los siete días. “Investigamos el mercado y es diverso, pero el asunto de familia es bien fuerte e importante”, recalcó Jorge Orlando.
“Empezamos con promoción conservadora. Aunque no hemos invertido en promoción, tenemos una persona trabajando con las redes sociales y ha sido un complemento perfecto en esta etapa. En apenas dos semanas, tenemos unas 2,500 personas que dicen “Me gusta”, y más de 100 reseñas o reviews, y más de cien comentarios que nos hacen saber que vamos muy bien y nos emocionan mucho. Somos un grupo de jóvenes empresarios que nos hemos lanzado y eso la gente lo aprecia y lo estimula. Eso se refleja en la reacción que hemos tenido en las redes sociales”, indicó por su parte Natalia.
¿Cuál es la proyección futura? La acogida de Merendola ha sido sólida les ha permitido a los cuatro socios reafirmarse en hacia dónde se dirigen. A mediano plazo, aseguran que deben concentrarse en desarrollar un plan de estandarización para mantener la calidad y el servicio, y crecer sobre cimientos firmes. “Pero queremos crecer”, dicen casi a coro. No descartan un plan a largo plazo, que incluya la expansión y abrir tiendas nuevas en mercados donde haya una necesidad para su producto.