Proponen estrategias de la “economía naranja” para Puerto Rico
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- por Carla Minet
En el ecosistema de la denominada “economía creativa” son muchos los protagonistas cuyos procesos vitales se relacionan entre sí. Las empresas consumidoras del producto creativo en Puerto Rico y que son plataformas naturales para presentación de proyectos culturales son una parte esencial que, de acuerdo con el gestor cultural Iván Duque, con frecuencia se han dejado fuera de la comunidad. Los hoteles, los museos, las universidades o las organizaciones sin fines de lucro son solos algunos de estos consumidores de productos creativos y Duque destacó la importancia de integrarlos a la conversación.
Duque, quien fue Jefe de la División de Cultura, Creatividad y Solidaridad en el Banco Interamericano de Desarrollo, estuvo recientemente como presentador en el Parque de Investigación y Desarrollo de Guanajibo, en Mayagüez, en el preámbulo de las celebraciones de la Ciudad del Mangó como Capital Americana de la Cultura 2015. Allí habló de la Economía Naranja, que promueve las industrias creativas y culturales como un mecanismo de transformación económica y social. El colombiano es coautor junto a Felipe Buitrago del manual La economía naranja (Aguilar 2013), que busca abrir los ojos a los lectores sobre las oportunidades que se esconden en las avenidas del conocimiento que constituyen las artes, los medios y las creaciones funcionales.
Duque habló además de la urgencia de “alcanzar una cultura para el acceso democrático”, lo cual implica tener toda una infraestructura en sitio para que los proyectos culturales surjan y sean disfrutados por todos y todas. Bibliotecas, teatros, centros culturales, tarimas públicas, conservatorios, son algunos de los elementos que deben estar disponibles y en condiciones para garantizar que la oferta cultural esté accesible, pero también es indispensable la infraestructura digital, con acceso a internet de banda ancha y en áreas públicas.
Lograr el impulso de una economía naranja en Puerto Rico, según Duque, va a requerir unos pasos muy concretos, como elaborar un plan estratégico para el desarrollo del sector en la isla, identificar las industrias creativas de mayor potencial, especialmente de cara los mercados latinoamericano y estadounidenses, establecer una política pública en relación al talento creativo que comience en las etapas de formación, así como articular becas y reconocimientos que destaquen el potencial de las industrias creativas. También sería necesario desarrollar una incubadora de industrias creativas, quizá mediante un modelo público privado, establecer algún fondo o crédito para el impulso de estos emprendimientos, así como otorgar incentivos tributarios a la inversión en las mismas, aseguró el también abogado.
Luego de las sugerencias elaboradas por Duque, no se hicieron esperar las inquietudes de una audiencia que aglutinó a directores de departamento de varias universidades, representantes de museos, gestores culturales, estudiosos del tema así como delegados de los municipios de Mayagüez y Ponce.
Mayagüez ya tiene su Incubadora de Empresas e Industrias Creativas, lo que se pudiera considerar un paso afirmativo, sin embargo, en materia de políticas públicas que fomenten el talento creativo de los niños y jóvenes, la isla está rezagada. Así lo dejó ver una de las asistentes, quien mostró gran preocupación con el hecho de que unos días atrás se redujera la ya raquítica oferta de educación musical en las escuelas públicas del país.
Fue el gestor cultural e investigador puertorriqueño Javier Hernández quien reaccionó principalmente a las propuestas de Duque y contextualizó algunos de los retos. Por ejemplo, explicó como en la isla una sustitución de las importaciones de productos culturales, en lugar de pensar en exportaciones, es una avenida que se debe considerar. Hernández puntualizó que en un ecosistema de industrias creativas, “no todos los emprendimientos cumplen el mismo rol”. Unos van orientados a crear empleo o a la producción en sí, pero otros cumplirán con retos menos tangibles, como la formación, pero igualmente importantes para que el empleo y la producción se den dentro del sector cultural a largo plazo.
Por otra parte, Hernández arguyó que la noción de que hay que detener a toda costa la fuga de talentos por causa de la inmigración puede adquirir una perspectiva distinta en el caso de la producción creativa, y beneficiarla. Mencionó que ese puente de intercambio cultural entre la isla y la diáspora puede ser una oportunidad para establecer intercambios de productos culturales, plantear nuevos acuerdos de distribución, o hacer coproducciones.
Hernández enfatizó en la importancia de mirar las experiencias de América Latina para buscar lecciones que puedan ser útiles a Puerto Rico en material de fomento de los emprendimientos culturales, a la vez que habló de mapear los emprendimientos en la isla, revisar la ley de industrias creativas para analizar qué se excluye en la misma que quizá debe incorporarse, y comenzar a medir el impacto de este sector de la economía, cuán descentralizado está del área metropolitana y qué tipo de empleos está generando.